Vanguardia

‘Todo explotó en mi cabeza’

En el momento del asesinato Javier tenía 13 años, y la Constituci­ón establece que el internamie­nto se utilizará sólo como medida extrema y por el tiempo más breve que proceda. Podrá aplicarse únicamente a los adolescent­es mayores de 14 años” José Luis Val

- El Universal

Yo no podía creer cuando el juez me dijo que estaba libre, porque yo sabía lo que había hecho” Javier O., ‘El Demonio’.

MONCLOVA.- “Todo me explotó en mi cabeza, llegué bien locote. No sé por qué llegué a esa casa, odio el día en que llegué ahí. Ahora estoy aquí encerrado, y a mí me gustaban las drogas, me gustaba el cotorreo, yo era libre, andaba en la calle, me decían ‘El Demonio’”, narra Javier desde el Centro de Salud Mental.

“Yo digo que con el primer fierro que le di en su casa ella no dijo nada (el joven se refiere a la primera de las 30 puñaladas). Yo no podía creer cuando el juez me dijo que estaba libre, porque yo sabía lo que había hecho. Creo que necesito ayuda psicológic­a porque a veces pienso mucho y me desespero y me pongo triste (...) y quiero otro permiso para salir otra vez afuera a una alberca y a comer pescado frito (Javier ha podido salir con su madre en dos ocasiones, custodiado fuera del Centro de Salud Mental). “Ya me desesperé de estar aquí. Me harté, me quiero ir, me dan ataques de desesperac­ión. Ya sé, yo tengo que cambiar mi vocabulari­o porque no me ha traído nada bueno (…) ¡Y quiero calcetines y unos bóxers!”.

Javier, quien cumplió 14 años el 11 de mayo pasado y está en el área de Paidosiqui­atría de ese centro de salud, dice: “Voy a hacer una fiesta aquí, ahora que estoy seguro de que no iré a la cárcel. Yo saliendo voy a ir a una iglesia y quiero estudiar y trabajar y dejar las drogas; quiero ayudar a otros niños con lo que sé, con lo malo que me ha pasado allá en la calle. Todas las noches me pongo a orar, no sólo por mí, sino por toda mi familia, por todo lo que hice mal”, cuenta un poco antes de despedirno­s.

“¡Ah, y necesito un partido de futbol allá afuera. Por cierto, ¿dónde quedaron mis tenis, mamá? Necesito mis tenis”, reclama esta vez.

Mientras tanto, en el Centro de Salud Mental algunos padres han manifestad­o su inconformi­dad ante el hecho de que sus hijos convivan con quien llaman “un asesino”.

Javier O. toma un promedio de cinco pastillas diarias para el control de los impulsos en este Centro de Salud Mental. “Pienso por qué no me duele, como si fuera normal para mí; no sentí nada cuando la vi ahí, sólo dije: ‘Ya la cagué’, y me fui, pensé que me iban a meter al bote”, agrega el joven.

Mientras relata, Javier va entregándo­le a Alicia, su madre, los dibujos que le ha hecho durante los últimos días y también le canta una canción que le acaba de componer. Su madre escucha y le toma la mano.

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Bajo cuidados. Javier O. fue referido al Centro de Salud Mental por petición de su madre.
 ??  ?? Entrega. Javier le entrega a su mamá Alicia los dibujos que le ha hecho durante los últimos días.
Entrega. Javier le entrega a su mamá Alicia los dibujos que le ha hecho durante los últimos días.

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