Vanguardia

Tierra podrida

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Relativame­nte, acaba de morir. Su muerte le dio la vuelta al mundo. Su asesinato le dio la vuelta al mundo y una ola de repudio se hizo viral en cuanta red social disponible hubo. Fue el 2 de marzo, cuando sicarios le asestaron tres tiros en el abdomen a la activista y defensora del medio ambiente hondureña, Berta Cáceres. La ecologista Berta Cáceres fue asesinada en su casa en Honduras. Estaba amenazada. Cuando fue asesinada, una ola de repudio y condena se dio en Estados Unidos, donde le habían sido concedido el prestigiad­o premio “Goldman Enviroment­al Prize” (el llamado Nobel verde), en la ONU. Era reconocida por el mismo Vaticano y en todo Centroamér­ica. Es decir, en todos lados.

La ecologista hondureña defendía a brazo partido los derechos del pueblo “lenca”, del cual era nativa. Su última acción fue de alto calado: evitó la instalació­n de la presa “Agua Zarca”, un febril proyecto internacio­nal que iba a afectar al mítico río Gualcarque, el cual este pueblo lo considera sagrado. La ecologista Cáceres se opuso férreament­e a dicho proyecto donde estaban involucrad­os el Banco Mundial, la constructo­ra china Sinohydro y la poderosa compañía hondureña DESA (Desarrollo­s Energético­s SA). De entrada, el proyecto se había parado. Incluso, tanto el BM como la compañía china se habían retirado de la intención, al ver la oposición de la activista y su ola de repudio expansiva. Cuando fueron estas protestas, un tiro de bala mató a uno de sus compañeros de críticas y miembro del Consejo Indígena. Pero, hoy la historia es diferente, la asesinaron allanando su casa y en su propia recámara. Entraron y le descerraja­ron tres tiros en el abdomen lo cual le arrebató la vida allí mismo.

Defender una tierra limpia es apostar la vida. Según la organizaci­ón Global Witness, 12 activistas ambientale­s han sido asesinados entre 2002 y 2014. Berta Cáceres, para desgracia de todos, no es el último eslabón de asesinatos al día de hoy. En un país, Honduras, donde el 90% de los delitos quedan impunes, su muerte, en los primeros días, mediática y global, desató el repudio y la indignació­n. Al día de hoy, es un caso más en el olvido. Días después, otro militante de la organizaci­ón de la activista fue asesinado. Y por si lo anterior fuese poco, hace apenas semanas, en julio, es decir, apenas a cuatro meses del asesinato de Berta, fue asesinada de un machetazo en la cabeza otra dirigente ambiental, Lesbia Yaneth Urquía, de 49 años. Había salido a dar un paseo en bicicleta, la encontraro­n al día siguiente cerca de un basurero.

Esquina-bajan Según la organizaci­ón “Global Witness”, en una década han sido asesinados en Honduras alrededor de 114 activistas ambientale­s. Caray, tal vez sólo un poco peor que aquí en México. ¿Vale la pena la vida de hombres y mujeres justos, por una tierra y sociedad perdidas? En entrevista en la Ciudad de México con motivo de la publicació­n de su libro “Sin Miedo” (Editorial Grijalbo, 318 páginas), una recopilaci­ón de sus mejores entrevista­s, el periodista y conductor de televisión de los más influyente­s en América, el mexicano avecindado en EEUU, Jorge Ramos, la voz más identifica­da de la cadena Univisión, ha dicho lacónico y certero: “No vale la pena que te maten por una noticia”.

Sabe de lo que habla. Desde 2012, México fue declarado como el país más peligroso para ejercer el periodismo (“Drogas y Poder.” Alejandro Encinas Rodríguez. Enero de 2016. Fundación para el Fortalecim­iento de los Gobiernos Locales AC. Página 72). Todas las asociacion­es nacionales (entre ellas, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos) e internacio­nales así lo deletrean. Otro dato: “Durante los primeros tres años del gobierno de Enrique Peña Nieto, las agresiones contra periodista­s han aumentado seriamente, sin que las investigac­iones al respecto arrojen resultados concretos ni deslinden responsabi­lidades” (Ibíd. Páginas 72 y 73).

La muerte de las ecologista­s y activistas Berta Cáceres y Lesbia Yaneth Urquía han causado una ola de repudio en todo el mundo… nada nuevo. Como en su momento lo causaron aquí el asesinato de Digna Ochoa, la muerte de la reportera Anabel Flores Salazar (Febrero 2016. En Veracruz) o el de Regina Martínez (Correspons­al de la revista Proceso en aquella entidad). No ha pasado nada. Ellas no están y el mundo sigue crudo, rudo, corrupto, desigual e impune, como cuando ellas estaban y luchaban aquí en la tierra. ¿Qué ha cambiado al día de hoy con sus muertes y la entrega de su existencia? Nada.

Letras minúsculas ¿Vale la pena la vida de hombres y mujeres justos, por una tierra y sociedad perdida y podrida? El periodista Jorge Ramos lo ha dicho, no. No vale la pena. www. vanguardia. com.mx/ diario/opinion

ADRIÁN LÓPEZ

> Menos morbo más humanidad

NO VALE LA PENA QUE MUJERES Y HOMBRES JUSTOS PIERDAN LA VIDA POR UNA TIERRA Y SOCIEDAD PERDIDA

BENITO NACIF

> El riesgo de negarse a debatir

JESÚS ZAMBRANO GRIJALVA

>Hacia un acuerdo nacional para la gobernabil­idad Historias del señor equis y de su trágica lucha contra La Burocracia.

El Funcionari­o del Estado le dijo al señor equis: —Empezamos ya la lucha contra La Corrupción. —¿De veras? —se alegró el señor equis. —Sí —confirmó El Funcionari­o-. Hicimos que un Gobernador corrupto pidiera licencia para separarse de su cargo. —¡Bravo! —se atrevió a exclamar el señor equis. —No sólo eso —prosiguió El Funcionari­o del Estado—. También dictamos orden de aprehensió­n contra él. Osó decir el señor equis: —Todo eso está muy bien; pero ¿dónde está el Gobernador corrupto? Se dignó responder El Funcionari­o: —Huyó en nuestras narices. No sabemos dónde se halla. Y dijo el señor equis para sí: —Entonces la lucha contra La Corrupción no ha empezado todavía.

¡Hasta mañana! ....

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JESÚS R. CEDILLO
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