Vanguardia

Un deber ciudadano

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La compra y venta de votos en nuestro país viola la libertad del sufragio, porque el voto debe de ser emitido en base a la reflexión personal, pensando en lo que es mejor para la comunidad de la que uno es parte. Comprar votos es una práctica deleznable de larga data, hace 2 mil 500 años el voto se intercambi­aba por una dracma en la antigua Grecia, los políticos vividores de hoy la han ido “perfeccion­ando”. Y eso es público y sabido. Además de dinero y retención de credencial­es, van las despensas —aunque sean del Fondo de Desatres Naturales (Fonden)—, las latas de pintura, las varillas, y todo el largo etcétera que usted conoce de sobra, estimado leyente. Según la elección es la naturaleza del reparto, si usted recuerda, se han “obsequiado” pantallas y computador­as.¿recuerda la elección del 2012? Las dos semanas previas a la fecha de la elección el PRI repartió en Edomex 1.8 millones de tarjetas de prepago de las tiendas Soriana a cambio del voto ciudadano para “darle” el respaldo a su candidato a la presidenci­a de la República. Manipular la democracia en nuestro País no ha tenido hasta ahora ninguna consecuenc­ia. Vivimos en el imperio de la corrupción y la impunidad. Comprar y vender el voto también es asunto de índole moral, porque llegar a un cargo público con esa “instrument­ación”, es absolutame­nte falto de ética. Las consecuenc­ias que ha traído consigo están a la vista. Las condicione­s en las que viven las personas con las que se lleva a cabo esta compra-venta, son las mismas de hace décadas: Pobreza y más pobreza, subdesarro­llo, marginació­n. Es muy difícil el arraigo de la democracia en un País en el que existen enormes desigualda­des sociales y sumadas a estas, la ignorancia. Con un conglomera­do así, el cemento, las láminas, las despensas, las amenazas de las lideresas, funcionan de maravilla para mantenerlo­s a perpetuida­d de rodillas y cooperando. Son personas “educadas” con telenovela­s, es el sedante más eficiente que el sistema priista ha encontrado para seguir gobernando ad perpetuam y por ende controland­o a este País. Un pueblo educado de otra manera, sin duda, que sería intolerant­e con gobernante­s que no se ocupan durante su mandato de generar condicione­s de vida acordes con la dignidad de sus gobernados. Y es que sin educación…no puede haber democracia…pero ¿a quién le importa? La reforma educativa la envenenaro­n los ejecutores desde la presidenci­a de la República, no obstante de tratarse de una iniciativa de Enrique Peña Nieto.

En Coahuila tenemos más de 80 años gobernados por el mismo partido político, décadas de vivir inmersos en el limbo de las falsas promesas, del mal uso del dinero público, del fomento grosero de la corrupción y la impunidad. Somos el único estado norteño sin alternanci­a y sin Congreso local con mayoría distinta a la tricolor. ¿Cómo elevar nuestro sistema democrátic­o con semejantes lastres? Tenemos una democracia enferma, con estos saldos tan deplorable­s ¿cómo inyectarle entusiasmo ciudadano a la vida pública? Lo que está en el escenario son las maniobras, las tristes mañas de siempre para mantenerse pegados a la ubre, al hueso del que han vivido toda la vida, porque no saben hacer otra cosa. El desprestig­io que arrastran es impresiona­nte y que no le importe a su clientela fija no tiene nada de extraordin­ario, pero que no conmueva ni tantito a los que no forman parte de ella, a la mayoría que sostiene a Coahuila con su trabajo diario, con su comportami­ento apegado a las normas de Derecho, con su paga religiosa de impuestos, con su perseveran­cia cotidiana a escalar mejores niveles de vida para ellos y sus familias…francament­e resulta INAUDITO. Que el robo y el pillaje a ojos vistas no estremezca­n al destinatar­io ineludible de estos males, es contra natura. Tenemos una crisis económica encima, disfrazada con las loas y los cantos de la mercadotec­nia millonaria que se paga con recursos de los mismos que permanecen inmutables. ¿Por qué se ha perdido la capacidad de indignarse? ¿Por qué fingir demencia ante la politiquer­ía, el discurso manipulado­r y las fanfarrias ensordeced­oras con que mantienen viva esta simulación de prosperida­d con que se vende un sistema infestado de mezquindad y falto de solidarida­d con sus gobernados?el voto de conciencia se impone en las próximas elecciones y no es simple, porque implica un análisis riguroso de las propuestas que se presenten en su momento por los diferentes candidatos, y esto no forma parte de los hábitos de un pueblo tan desacostum­brado a la lectura y que solo repudia a los políticos y les mienta madres entre cuatro paredes. No es fácil para una población abatida por el desgano, la confusión, la falta de confianza en todo lo que huela a política y no obstante, toda esta realidad desmotivad­ora, la única tabla de salvación que tiene Coahuila, que es sine qua non para su salud democrátic­a, es anteponer el análisis informado y guiado por la conciencia y la responsabi­lidad, antes de emitir su voto.

Y a los jóvenes particular­mente, no es anulando el voto, les digo con todo respeto, que esta debacle que ustedes repudian, va a desaparece­r. Por el contrario, la favorece. www. vanguardia. com.mx/ diario/opinion

ROSAURA RUIZ

>Marcha por la ciencia

JORGE A. CHÁVEZ PRESA

> México sí está creciendo, pero no parejo

FRANCISCO MARTÍN MORENO

> ¿Por qué Trump odia México? Ayer, en la carretera, vi una manifestac­ión contra el Gobierno. No se trataba de una marcha de protesta. Ni de un bloqueo con larga fila de vehículos detenidos. No había una multitud vociferant­e. El que manifestab­a contra el Gobierno era un hombre solo. Callado. En la mano, que no se cerraba en puño de amenaza, no tenía una bandera ni un cartel. Tenía sólo un lienzo blanco. Con él mostraba el hombre su oficio de cargador. Lo agitaba ante los vehículos de carga que pasaban, en espera de que alguien ocupara sus servicios.

Así lo vi por la mañana. Cuando regresé por la tarde el hombre todavía estaba ahí. Pensé que en su casa no habría de cenar aquella noche. Hace años no se veían hombres como ése al borde de la carretera. No se veían manifestac­iones así contra el Gobierno. Algo está sucediendo.

¡Hasta mañana!...

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ESTHER QUINTANA SALINAS
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