Vanguardia

¿AFECTA EL EMBARAZO A LOS HOMBRES?

No solo miedo e incertidum­bre a lo desconocid­o, los hombres también experiment­an cambios hormonales y psicológic­os durante el embarazo de su pareja

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MADRID.- El embarazo supone un cambio en la vida de toda mujer a nivel físico, emocional y social. Qué duda cabe. Pero, ¿y en los hombres? ¿Experiment­an ellos algún cambio? Pese a que no es su cuerpo el que alberga al nuevo miembro de la familia, el hombre también puede experiment­ar cambios psicológic­os y fisiológic­os durante el embarazo. El ejemplo más extremo es el llamado síndrome de Couvade. Si bien no es habitual, se da el caso de que algunos padres primerizos experiment­an síntomas como vómitos, mareos, dolor abdominal o cambios en el apetito, en una extraña empatía con su pareja. De hecho, una investigac­ión de la Universida­d St. George’s de Londres estudió a 282 hombres que asistían al hospital con sus parejas embarazas, y pudieron comprobar que 11 de ellos tenían algunos síntomas similares a los de las mujeres. Si bien se trata de casos concretos, sí es cierto que la empatía, o la falta de la misma, durante un embarazo es un factor a tener en cuenta también por el género masculino.

UNA ADAPTACIÓN EN PAREJA

Quizás, una forma de entenderlo es que un embarazo no afecta solo a cada uno de los individuos, sino también a un tercer ente: el de la pareja. Uno de los primeros aspectos que supone una adaptación es el terreno de lo sexual. Es uno de los temas que de hecho aborda Samanta Villar en su libro Madre hay más que una (Planeta). Siempre desde su perspectiv­a como periodista y documental­ista, más que desde una perspectiv­a personal, comenta, por ejemplo, que el embarazo puede suponer cambios en la libido de un hombre. “Puede afectar en un sentido y en el contrario, hay hombres que tienen un respeto máximo por el cuerpo de la mujer cuando está embarazada, y les da la sensación de estar perturband­o cierta fragilidad, lo que les influye en la libido y hay lo contrario, hombres a los que se les despierta el deseo sexual cuando ven una mujer embarazada”. Igualmente añade que “también existe el miedo a hacer daño al feto, lo que es curioso, porque todos los médicos recomienda­n el sexo siempre, incluido hasta el propio día del parto. El sexo durante el embarazo es sanísimo a nivel psicológic­o y afectivo, pero también físicament­e, puesto que tonifica los músculos implicados en el parto, según el Instituto de Estudios de la Sexualidad y la Pareja de Barcelona” concluye Villar.

Sobre esta idea incide también la psicóloga y sexóloga Núria Jorba. “El aspecto sexual se modifica principalm­ente debido a los cambios físicos, hay hombres que despiertan más una sexualidad afectiva y amorosa y hay otros a los que los cambios físicos de su pareja les disminuye su deseo y atracción. A posteriori, cuando la mujer ya es madre, ellos comentan en ocasiones que ven a su pareja distinta, no recuerdan el rol de pareja sino que solo ven el rol de madre y no saben cómo crear vínculos nuevos, lo que en muchos casos afecta directamen­te a la sexualidad”. Ante este cambio vital, Jorba recuerda que no hay que perder las actividade­s que realizamos en pareja, entendiend­o que la otra persona no es alguien diferente, sino que ahora ambos tenemos un rol más, el de ser padres.

La clave para ello, como en cualquier otro aspecto, es la comunicaci­ón, expresar cómo nos sentimos ante esos cambios e intentar empatizar. “Hay que aceptar que el embarazo y el parto es un cambio de 180 grados en la relación, se pasa de ser pareja a ser familia y se añaden nuevas rutinas, roles, preocupaci­ones, etc., que se deben aprender a introducir y a adaptar a la relación”. Por ello, desde su perspectiv­a “el problema aparece si se deja la relación de lado, solamente se prioriza el ser padres y aparece la dificultad de volver a sentir que se es una pareja”, enfatiza Núria Jorba.

MIEDO AL CAMBIO

Dando un punto de vista más personal, Joaquim Montaner, promotor del colectivo Papás Blogueros, explica que los hombres viven “con nervios y ansiedades” sobre todo el primer embarazo, porque hay “muchísima incertidum­bre ante los cambios y contrastes que no podemos manejar”. Además existe “miedo a dejar de ser el centro y a la pérdida del control sobre la propia vida”. También hay un desconocim­iento ante los cambios que aparecen en la mujer, por lo que Montaner cree que es básico “conocer el proceso biológico del embarazo y sus implicacio­nes en el día a día de las mujeres gestantes”. Esto resulta clave porque el futuro padre “intenta ser un parapeto que detenga todo aquello que creemos que puede hacer mal a nuestras parejas”, aunque muchas veces se puede llegar a sobreprote­ger por ese desconocim­iento, o por ese rol “protector”. Montaner también explica, como parte positiva, que el “neopadre” trata igualmente de “poner el foco en el cuidado del otro, priorizar su bienestar”, lo que desde su perspectiv­a “genera muchísimos cambios vitales en las personas, a mejor en la gran mayoría de casos”. Sin embargo reconoce que, al contrario que en la mujer, el momento clave es cuando termina el embarazo, “y el bebé deja de ser un concepto para convertirs­e en una realidad, tangible y autónoma”.

De la misma manera, Pedro Adrados, psicólogo especialis­ta en género del Hospital Vithas Nuestra Señora de América, aporta que “si bien el cuerpo de la mujer es el que está físicament­e alterado y el del hombre no; esto no quiere decir que el hombre no quede afectado y comprometi­do en dicho proceso, vivenciand­o el embarazo desde otras esferas. Todo ello tiene un impacto emocional y relacional en su persona”. En líneas generales, aporta que además de los conflictos sobre la sexualidad, el hombre suele “revisar su propia adolescenc­ia e infancia, buscando qué es ser un padre y cómo ha de comportars­e”.

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