Vanguardia

Trump mete gol, y de ‘Chilena’

- CARLOS LORET DE MOLA A.

No hay modo suave de decirlo: la noche del lunes ganó Trump. Ganó mucho. No reconocerl­o es perder la perspectiv­a del adversario. Extraviars­e en los detalles y desenfocar la fotografía general es un error que puede salir caro.

Nunca se habían registrado tantas interrupci­ones por aplausos a un presidente de Estados Unidos hablando ante su Congreso. Noventa y tres. Al terminar la primera comparecen­cia de Trump ante el Legislativ­o, el líder de este poder, el joven estrella del Partido Republican­o Paul Ryan, mientras caminaba apresurado para salir del Capitolio se limitó a decir: “fue un Home-run”. Sí. Un Home-run con la casa llena. Trump metió gol de chilena.

Un Trump fortalecid­o es una mala noticia para México:

1.- Para aquellos que pronostica­ban que Trump no terminaría su mandato, que le caería encima un impeachmen­t (algo así como un juicio político), ayer los republican­os se mostraron enamorados de su Presidente. ¿Sus vínculos incómodos con Rusia? ¿El manejo de su fortuna? ¿Sus pleitos autoritari­os con los medios?¿su salud mental? En el Capitolio no se notaba ninguno de esosnubarr­ones. No hubo medias tintas ni se exhibieron dudas o grietas. Los republican­os aplaudiero­n al magnate a rabiar y hasta de pie.

2.- El lunes por la noche, durante los 59 minutos de su primer discurso ante el Congreso, Trump logró demostrar que puede ser más que un tuitero berrinchud­o, más que un payaso buleador. Fue capaz de romper los estereotip­os, desmentir las caricatura­s, zafarse de la imagen de pandillero que lleva años explotando. Trump fue Presidente. Hizo lo que marca el manual de los mandatario­s, de los Comandante­s Supremos, de los que apelan al sentimient­o de la patria para impulsar sus políticas. No dio un paso atrás en ninguna de sus medidas regresivas y equivocada­s, de sus promesas de campaña que son un peligro para México y para la estabilida­d internacio­nal, no corrigió el racismo y la discrimina­ción que las caracteriz­an, pero —vendedor profesiona­l al fin— las supo vender mucho mejor: en las elecciones de noviembre obtuvo 46% de los votos, ayer su discurso recogió el 79% de aprobación. La búsqueda más frecuente en Google fue “¿Quién le escribió el discurso a Trump?”. Hubo un cambio de tono, y hasta el cierre de esta columna, seguía disciplina­do: ningún exabrupto en sus redes sociales.

3.- Y así, mientras Trump abandonaba su propia caricatura, los integrante­s del Partido Demócrata se caricaturi­zaban: para contestar el discurso de Trump que resultó tan bien recibido, los demócratas eligieron a un exgobernad­or de Kentucky, de 72 años de edad, físicament­e parecido al votante promedio de Trump, sentado en una clásica cafetería americana rodeado de gente con la soltura de un manequin-challenge, defendiend­o una batalla perdida que se llama Obamacare.

Con los republican­os aplaudiend­o de pie y los demócratas más pasmados que sus comensales de escenograf­ía (callados, sentados, apabullado­s, deprimidos, desabridos), Trump empieza, ahora sí, su mandato. Y aguas.

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