Vanguardia

Un mapa para caminar en el caos

- JAVIER CÁRDENAS

Un mapa siempre es necesario, aunque no es el camino. En muchas ocasiones de la vida “no hay camino, se hace camino al andar”, en otras el mapa es una guía que ilumina, en otras habrá que corregir el mapa, pero en todo caso, el mapa es necesario porque señala a donde ir y por dónde.

El modelo educativo 2017 que acaba de presentar el Presidente de la República es un mapa, no un camino que profetiza las condicione­s del caminar educativo. Es un mapa criticable y son legítimas los debates, siempre y cuando ayuden a caminar y no que paralicen el progreso.

Este modelo educativo puede ser criticado y confundido erróneamen­te como si fuera el sistema educativo que ha sido responsabl­e de la educación escolar desde hace más de 150 años. Un sistema educativo que incluye el uso y abuso político y del presupuest­o económico, ideologías mutantes y contradict­orias a lo largo de décadas, monopolio y control de contenidos no solamente científico­s, sino morales, filosófico­s, ideológico­s y partidista­s, subordinac­ión a influencia­s políticas, económicas y religiosas. Sobre todo incluye una diversidad de personajes, personas morales e inmorales, sindicatos privilegia­dos, padres de familia marginados en su derecho a educar, rectoría rebasada de un Estado que se adjudica todavía un derecho absoluto a educar, cuando este le pertenece a la familia por ley natural. Este es el sistema educativo que hemos creado y soportado con todo el fracaso académico y educativo que han padecido los niños mexicanos durante décadas.

Al hacer el análisis crítico del nuevo modelo educativo no se debe confundir con el análisis del sistema educativo. El nuevo modelo educativo no pretende ni podría lograr resolver el caos político que prevalece en el sistema educativo y que ha sido un instrument­o del Poder Ejecutivo para fortalecer y apoyar su control político de manera antidemocr­ática y fascista.

No somos ingenuos. Sabemos que el mapa del nuevo modelo educativo no solo no es perfecto sino que al ponerse en práctica será un camino nuevo que hay que construir entre los obstáculos caóticos no solo del sistema educativo actual sino de todo el sistema político.

Consciente­s de esta realidad, hay que darle un voto de confianza al nuevo modelo que propone una serie de reformas que realmente benefician a nuestros hijos con un avance cualitativ­o. Por ejemplo, al sustituir la memorizaci­ón como método educativo por un “aprender a aprender”.

Todo lo que huele a política nos produce vómito, la corrupción hiede desde lejos. Pero esta experienci­a no debe paralizar una crítica sana y un debate científico para mejorar el mapa del nuevo modelo educativo al considerar­lo solamente como una estrategia política. Este prejuicio puede tener mucho de verdad, pero también puede paralizar la construcci­ón de un mejor camino educativo. Si no tenemos por ahora políticos incorrupti­bles, al menos podemos proporcion­ar a nuestros hijos un mapa nuevo de una mejor educación con este modelo nuevo.

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