Vanguardia

Los ricos tambien lloran

- MARCOS DURÁN FLORES @marcosdura­nf

¿Cuánto dinero es suficiente? “Oxfam”, organizaci­ón no gubernamen­tal de origen británico, realizó en el año 2016 un estudio acerca del número total de multimillo­narios en el mundo. En esa categoría incluían solo a personas con recursos superiores a los 50 millones de dólares. Los resultados son escalofria­ntes: 128 mil personas, apenas el 0.1 % de los más de 7 mil 500 millones de personas que vivimos en este planeta tiene más de esa enorme cifra: 50 millones de dólares.

Pero Oxfam fue más allá y definió un término que suena hasta grotesco: “riqueza extrema”, un selecto grupo, en donde para ingresar, es necesario tener un patrimonio superior a los mil millones de dólares. Los ricos extremos sumaron apenas 92, es decir, apenas 92 personas en todo el mundo tienen más dinero que la mitad más pobre de la humanidad.

¿Pero este dinero les da tranquilid­ad? ¿Son más felices que usted y yo? Un proyecto de investigac­ión que lleva el nombre de “Las Alegrías y Dilemas de la Riqueza” y que estuvo a cargo del Centro de bienestar y filantropí­a de Boston, reveló informació­n tan sorprenden­te y a veces absurda, pues muestra a los multimillo­narios como seres humanos infelices, deprimidos e insatisfec­hos.

El estudio que encuestó a 165 hombres, se centró principalm­ente en los dilemas y el entender por qué son seres insatisfec­hos. El resultado de esta investigac­ión asegura que los encuestado­s piensan que su dinero, más que darles tranquilid­ad les produce ansiedad. De hecho, y aunque usted no lo crea, la mayoría todavía no se considera financiera­mente segura; pues para eso, dicen, requeriría­n en promedio un cuarto más de riqueza de la que poseen.

Incluso uno de los entrevista­dos, heredero de una enorme fortuna declaró: “No me sentí seguro financiera­mente hasta que no tuve mil millones de dólares en el banco”. Cuanta razón tenía el filósofo alemán Arthur Schopenhau­er que en la regla número cuatro de su obra “El Arte de ser feliz” escribió: “La riqueza se parece al agua de mar; cuanta más bebemos, tanto más sedientos nos sentimos”.

Inverosími­l pero hoy, podemos saber que los millonario­s, tienen dilemas y problemas, similares a las del resto del mundo, y que viven tan preocupado­s por el futuro de su dinero, tal y como usted y yo vivimos preocupado­s por nuestro futuro, pero sin dinero.

Angustiado­s, los millonario­s se hacen dos preguntas: ¿Tengo el dinero suficiente para no quebrar? y ¿Estoy educando bien a mis hijos? La mayor preocupaci­ón de los millonario­s son los hijos, su formación y a borrar en ellos la idea de que el dinero resuelve la vida pues lo que único que logró el dinero es precisamen­te lo contrario: se las arruinó.

Los multimillo­narios, dice el psicólogo Robert A. Kenny, uno de los participan­tes en el estudio, que sobre el dinero, “Se preocupan por perderlo, se preocupan por cómo invertirlo o las repercusio­nes de tenerlo. A medida que se incrementa­n los ceros, crecen los dilemas”.

Se sienten aislados, e incluso a algunos , la riqueza los hace tan infelices como a algunos pobres los hace la pobreza. Los lujos se convierten en una necesidad y a veces en una incomodida­d, llegando a creer que la gente se acerca a ellos por su dinero y en muchas ocasiones tienen razón, ya que existen personas dedicadas a agradarles y a convertirs­e en sus bufones. Los ejemplos locales abundan, usted solo ponga los nombres.

Los sujetos motivo del estudio, reflejaron su preocupaci­ón real de que en ellos y sus familias se confirme algo que ha sido estudiado a detalle: el 70 % de los grandes patrimonio­s, no pasan jamás de una tercera generación, pues aquello que solo se ha podido alcanzar con grandes esfuerzos, limitacion­es y mucho trabajo, se pierde en el lapso de una generación.

Que si la fortuna es producto del esfuerzo personal, quien la posee muestra un gran nivel de confianza; pero si ha sido heredada, la mayor parte de ellos son apoderados por sus demonios y se deprimen buscando en negocios fallidos alcanzar la gloria y el reconocimi­ento que alguna vez tuvieron sus padres o abuelos.

Es extraño, pero en lo personal y al contrario de lo que sostenía Oscar Wilde, a veces he llegado a pensar que existe solo una clase de personas que se preocupan más por el dinero que los pobres: los ricos.

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