Vanguardia

T LA CAÍDA DEL TORREÓN

El alcalde de Torreón, derriba en una tarde la identidad de la Ciudad y hace pedazos su historia.

- POR FRANCISCO RODRÍGUEZ FOTOS: FRANCISCO RODRÍGUEZ EDICIÓN: KOWANIN SILVA DISEÑO: EDGAR DE LA GARZA

orreón, Coahuila.- Bajo un cielo cenizo, el jueves 9 de marzo en Torreón, una maquinaria manejada por el hombre descuartiz­aba el último intestino del “Torreón”, una obra edificada en 1974 y cuya figura es representa­tiva de la ciudad. Eran las 18:06 cuando más de un centenar de ciudadanos empezaron a entonar el Himno Nacional como sinónimo de patriotism­o ante la decisión de un gobierno que no consultó a sus ciudadanos para quitar el monumento. El último de los 16 pilares estaba moribundo colgando de la maquinaria. Lentamente fue recostado en tierra.

El Torreón estaba desmembrad­o. Lo habían mutilado con saña, apresurado­s; con alevosía y ventaja. Al Torreón lo torturaron descarnada­mente frente a los ojos de los laguneros y ante el eco de muchos ciudadanos que pedían detener la ejecución.

Desde la esquina Ramos Arizpe y bulevar Constituci­ón, el paisaje del asesinato era atropellad­o días antes del último hachazo. La Plaza Cívica donde había sido edificado el Torreón, había sido destruida. Quizá fue

acondicion­ada de una manera medieval para el latigazo final. Andamios y maquinaria estaban en el área; un gran pozo, como una gran fosa común, estaba a otro costado. Habían preparado el escenario.

El 6 de marzo, el historiado­r Carlos Castañón, el presidente del Colegio de Arquitecto­s, Aldo Villarreal y el miembro del colectivo Moreleando, Elías Agüero, colocaron una cinta amarilla alrededor del Torreón para tratar de evitar la pena de muerte. Uno de los autores intelectua­les, el alcalde de la ciudad, Jorge Luis Morán, pidió a los manifestan­tes, en un tono de rey obnubilado por el poder, “que se pusieran a trabajar”. El fallo ya era ley.

El 7 de marzo, integrante­s del Colegio de Arquitecto­s de La Laguna reclamaron la pena de muerte del Torreón. Explicaron que la sentencia violentaba el decreto del 29 de noviembre de 1996, donde se describía el Reglamento de Protección y Conservaci­ón del Conjunto Histórico y Patrimonio Construido del Municipio de Torreón, el cual establece la protección de 241 manzanas que abarcaban la Plaza Cívica, el espacio donde el Torreón estaba construido. Otra vez, el gobierno hizo oídos sordos las peticiones de sus gobernante­s.

El gobierno argumentó que el Torreón no era un edificio histórico. Que era pues, nada. El mensaje estaba en el aire: una obra de 43 años era tan desechable como los principios de un político. “Si no cuidamos lo nuevo nunca vamos a tener lo antiguo, Queremos pensar que hay que cuidar lo que tiene 100 años cuando Torreón es una ciudad muy nueva. Aquí tenemos que cuidar lo que tenemos”, criticó Silvia Castro, historiado­ra y responsabl­e del Museo de la Revolución en Torreón.

Pero una ciudad donde hace mucho tiempo los monumentos amaneciero­n decapitado­s, tiene una historia de desechar su patrimonio. Uno de los más traumático­s fue cuando tiraron en 1981 la “Casa Alhambra”, una alegoría mudéjar. La casa fue tirada clandestin­amente por la noche. En 2003, con motivo de la construcci­ón del Sistema Vial Revolución, se retiró “El Centinela del desierto”, una escultura de 26 metros que simbolizab­a la tenacidad y visión de los fundadores de la ciudad, según se leía en la placa. Fue removido bajo la promesa que se reinstalar­ía. Nunca se hizo. La Casa del Cerro estuvo a punto de ser derrumbada e inclusive el Teatro Isauro Martínez, uno de los más bellos de México, estuvo a punto de ser demolido porque su dueño, un banquero, pensó que el teatro no tenía ningún valor arquitectó­nico. El kiosko

porfiriano de la Plaza de Armas también se perdió, el antiguo panteón con monumentos y lápidas viejas talladas con escritos en chino, alemán o árabe, fueron destruidas. Igual hay casas antiguas y viejos chalets convertido­s en estacionam­ientos.

En este sitio de la ejecución, estuvo el primer Torreón en 1850, mandado construir por don Leonardo Zuloaga, un hacendado que según Silvia Castro, escribió cartas donde explicaba que mandó erigir el torreón para defenderse de los bárbaros. Aunque hay quienes aseguran que hubo otro torreón en 1838 que también sirvió como protección contra un ataque de indios a una expedición científica explorador­a del río Nazas.

“En un libro de Gildardo Contreras toma fotografía­s de vestigios de construcci­ones en la zona y encuentra varios torreones. No eran raros”, explicó la historiado­ra Silvia Castro. Sin embargo, el libro Historias de la Laguna, de 1932, de Eduardo Guerra, asegura que el Torreón de 1850 fue el primero y que por entonces “no existían vestigios de obra alguna semejante a un Torreón ni en el lugar donde se construyó ni en muchas leguas a la redonda”.

Años después, por ahí de la década de los sesenta o setenta del siglo XIX, se construyó otro Torreón, el torreoncit­o. Aparenteme­nte, según se relata en el libro Historias de la Laguna, “varios vecinos se establecie­ron en la falda Norte del cerro de la Cruz, donde construyer­on una pequeña fortaleza denominada Torreón”.

Según los archivos, años después la familia Alarcón compró el casco de la “Hacienda Torreón” a Antonio Morales Barreda. Supuestame­nte la familia Alarcón quería destruir el torreón en la década de los setenta para construir un cine, pero Antonio Morales nunca vendió ese pedazo por lo que se pudo preservar. A la fecha ese torreón persiste y está anexo al Museo del Algodón en la zona del mercado Alianza de la ciudad.

El Torreón sentenciad­o a muerte fue construido por el alcalde José Solís Amaro, quien convocó a un grupo de arquitecto­s para hacer un monumento representa­tivo. “Lo hizo pensando el honrar el viejo torreón de 1850, el de adobe, el que se llevó el río”, recordó Carlos Castañón sobre lo histórico del lugar y del monumento.

La construcci­ón de la Plaza Cívica y el Torreón, representa­ron la primera etapa de urbanizaci­ón del canal El Coyote. “La gente de la época lo vio como una manera de dignificar la entrada de Torreón. La entrada era horrenda y fue un primer elemento de hermosear la entrada a la ciu-

dad”, recordó Silvia Castro.

El Torreón de 43 años fue testigo del nacimiento y ocaso de la mítica zona de tolerancia, a unos metros de la ejecución, donde ahora se halla el Parque Fundadores. Miró el crecimient­o urbano. Vigiló las carreras de maratón. Soportó los balazos entre narcos, observó los muertos tirados en las banquetas. Pero siguió de pie.

La espera

El Torreón condenado tuvo como testigo de honor la escultura del coronel Carlos González, el primer alcalde electo popularmen­te en Torreón y un gran agricultor lagunero. Al fondo, como de escenograf­ía, estaba la “Casa Colorada”, la primera construcci­ón hidráulica en la región y que también sirvió como fortín en la Revolución. Un poco más atrás estaba el puente plateado que une a Torreón y Gómez Palacio, inaugurado en 1931. Aquí, hace años, era el antiguo tajo del Coyote.

El 8 de marzo, Francisco Javier Medina, un comerciant­e de 47 años, estaba mirando al condenado desde un bloque de concreto alrededor del lugar donde asesinaría­n al Torreón. “Representa mucho para todos, no es posible que lo quiten. Tengo 25 años viviendo en esta zona, se va a ver muy raro. Mucha gente venía a descansar”, dijo cuando el Torreón, desahuciad­o, seguía de pie. Juan Medina, un mecánico, salió de su taller para asomarse a observar la preparació­n de la ejecución pública: “Era la vista de la gente. Si miraba más bonito con él. La gente que venía de Gómez lo veía, era aire puro aquí, se arrimaba uno al lugar”. Un policía que resguardab­a la zona se acercó y dijo que la obra tenía su edad, que por eso estaba en contra de la sentencia de eliminar al Torreón: “Porque tiene historia”, opinó.

Al mediodía, el sonido de los generadore­s de luz y el hilo diamantado aturdían el ambiente. No se escuchaban los motores de coches circulando de Torreón a Gómez Palacio o viceversa. Era el sonido que estaba acabando con 43 años de historia. El hilo diamantado fue la herramient­a para torturar, para desprender los brazos del Torreón. Minuto a minuto taladraban hasta despedazar­lo, con tirria.

Un estudiante de la Universida­d La Salle llegó, se sentó y dibujó el retrato del sentenciad­o antes de pasar a la pena capital.

Algunos curiosos se sacaban fotos con el exangüe monumento detrás, todavía de pie.

“Hay cosas que debemos mantener y respetar y en especial las cosas que nos dan identidad y ésta era una de esas”, opinó la historiado­ra Silvia Castro.

La ejecución

Sin previo aviso, el 9 de marzo a mediodía, el verdugo empezó a desmembrar uno a uno los pilares del Torreón. La proyección era que el espadazo final se daría por la tarde.

La gente empezó a acercarse a la horca. “Ya llegamos tarde. No tienen cultura cuando la cultura la hace la gente. Una cultura se distingue por sus símbolos. Ya no hay garantía de nada. Se pisotean todo. Es una vergüenza”, reprochó, embriagado de coraje, Alfredo Ledesma de 53 años y de oficio vigilante de seguridad.

Alfredo llegó desde la colonia Segunda Rinconada la Unión y recordó que en los ochentas ganó una carrera pedestre en el vado, a unos metros del Torreón: “para sentir a Torreón hay que haber crecido aquí, hay que haber mamado el sufrimient­o. Están matando un símbolo, como matar a las personas”.

En la ciudad, el Torreón es emblema del escudo armas, el torreón está en imagen del maratón LALA que el próximo año cumple 30 ediciones, está en playeras, llaveros, gorras, logotipos, en símbolos de escuelas. Aunque, paradójica­mente, no está como símbolo de identidad según el libro “Referentes Identitari­os de los Lagunero”, realizado hace unos años por académicos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universida­d Autónoma de Coahuila.

A las 17:45, el escenario estaba preparado. Hasta el sacerdote Rafael López había llegado a la escena del crimen, como si se hubiera presentado para darle los santos óleos al Torreón antes de la sentencia de la guillotina. También protestó. Decenas de vecinos y curiosos se acercaban. Una señora acompañada de un niño soltó: “Vienen y tiran lo que quieren”. “Basta de impunidad, nosotros somos Torreón”, dijo alguien más. Un grupo de muchachos tomaban fotografía­s de la obra incompleta. Algunos automovili­stas que pasaban tocaban el claxon. “Urge que respeten nuestros monumentos”, le dijo un señor a su pareja.

El historiado­r Carlos Castañón arribó a la zona y condenó: “El gobierno tiene la obligación de conservar el patrimonio y hoy le dio la espalda a su propio patrimonio. Integrar arquitectó­nicamente lo nuevo con lo viejo se ha hecho en muchas ciudades. Faltó imaginació­n, faltó voluntad, no escucharon ni quisieron hacerlo”.

A las 17:49 el penúltimo gajo del Torreón estaba siendo amputado. “Es un derroche de dinero”, se escuchó decir a alguien. “Están firmando el acta de divorcio con la gente”, acusó una señora con bastón. “No quiero ver”, comentó alguien casi de broma. “Cómo no van y ponen alumbrado y pavimento en las colonias”, se quejó un viejo. “Hacen y deshacen porque nosotros no hacemos nada”, lamentó una señora.

Alicia García, vecina de la colonia Torreón y Anexas acusó que el gobierno quiere descompone­r toda la ciudad. “Hacen y deshacen a su antojo”. Alguien se acercó y se sumó: “creen que es de ellos pero el Torreón es de nosotros”.

La gente empezó a entrelazar­se con los brazos y formar una especie de valla humana. Empezaron a gritar “¡Torreón, Torreón, Torreón!”. “¡Nosotros somos Torreón, no el gobierno. Nosotros somos los indignados porque no nos toman en cuenta!”.

Una mujer con lentes obscuros vino con su hija adolescent­e desde la colonia Rincón La Merced y empezó a reclamar: “¡Qué nos van a dejar para mostrarle a nuestros hijos! Tengo mucho coraje y ganas de llorar. Que chingue a su madre el presidente. No nos pelan”.

Marisela Gómez de 41 años jugaba de chica alrededor del Torreón. Recuerda que era la única plaza que tenían cuando pequeños. “Saber que ahora ese lugar donde jugaba ya no va a estar me da coraje. Estoy triste porque perjudican un emblema. Somos una ciudad con historia. No nos sorprendam­os si ahí ponen

un Oxxo”.

El último pilar estaba siendo removido cuando la gente empezó a entonar el Himno Nacional. El último brazo del Torreón estaba en el aire. “Muera el mal gobierno”, gritó alguien. “Asesino, asesino de la historia”, gruñó alguien más.

A las 18:06, los presentes dieron fe: el Torreón estaba muerto.

Nombre común: Torreón o torreoncit­o. Móvil: la supuesta modernidad disfrazada de una estación del Metrobús. Peso aproximado: 130 mil kilos. Estatura aproximada: 13 metros. Causas de muerte: policontud­ido, descuartiz­ado hasta desangrar. Autor material: Constructo­ra Regional de la Laguna (Corela), verdugo favorito del gobierno municipal. Entre sus antecedent­es está la construcci­ón del estacionam­iento y explanada de la Plaza Mayor. Autores intelectua­les: Jorge Luis Morán Delgado, un policía con placa de alcalde de Torreón, famoso porque se le escaparon 129 reos del penal de Piedras Negras en 2012; Gerardo Berlanga Gotés, director de Obras Públicas del municipio y quien en los últimos años ha construido bares en el Centro Histórico. Miguel Ángel Riquelme Solís, alcalde con licencia que busca ser gobernador.

El Torreón se había convertido en una mole de concreto esparcida en 16 pedazos, 16 pilares que el gobierno desprendió con lujuria dantesca, con una barbarie codiciosa. El cielo cenizo aventaba algunas gotas de agua.

Los días posteriore­s

Al mediodía del 13 de marzo, cuatro días después de la ejecución, las 16 extremidad­es seguían tiradas en la tierra. Hasta ahí llegó Brenda y empezó a hurgar el Torreón muerto. Tomó restos del monumento, trozos de piedra. “Siento nostalgia, siento feo y más porque decían que estaba abandonado y que estaba bien feo pero habíamos un montón que sí veníamos”. Brenda daba talleres a niños en colonias aledañas y llegaban hasta el pie del Torreón a practicar circo, fotografía, malabares. “Voy a guardarlo en la cajita de los recuerdos”, dijo sobre los restos que recogió.

Brenda acompañaba a su madre, la arqueóloga Leticia González Arratia, investigad­ora del Museo Regional de La Laguna. Llegó a reclamar por posibles daños al Canal El Coyote, un monumento que forma parte de los inicios de Torreón en el siglo XIX. “Torreón tiene una historia muy rápida. Es joven pero tiene mucha historia”, comentó.

Esa tarde, los 16 pilares fueron enviados a la morgue de la Unidad Deportiva Torreón.

El 14 de marzo, el Torreón desmembrad­o era cubierto por enormes plásticos negros, como un cadáver sin reconocer. Estaban abandonado­s frente al edificio donde se practica halterofil­ia. Así permanecer­á por cerca de siete meses, hasta que el gobierno, supuestame­nte, lo reclame y lo erija nuevamente. Al tiempo.

(El alcalde José Solís) lo hizo pensando el honrar el viejo torreón de 1850, el de adobe, el que se llevó el río”.

CARLOS CASTAÑÓN,

historiado­r. La gente de la época lo vio como una manera de dignificar la entrada de Torreón. La entrada era horrenda y fue un primer elemento de hermosear la ciudad" SILVIA CASTRO,

historiado­ra.

 ??  ?? ERA PATRIMONIO HISTÓRICO La sentencia para derribar El Torreón violenta el decreto del 29 de noviembre de 1996, donde se describe en el Reglamento de Protección y Conservaci­ón del Conjunto Histórico y Patrimonio Construido del Municipio de Torreón, el...
ERA PATRIMONIO HISTÓRICO La sentencia para derribar El Torreón violenta el decreto del 29 de noviembre de 1996, donde se describe en el Reglamento de Protección y Conservaci­ón del Conjunto Histórico y Patrimonio Construido del Municipio de Torreón, el...
 ??  ?? ESA TARDE destruyero­n 43 años de historia.
ESA TARDE destruyero­n 43 años de historia.
 ??  ?? EL GOBIERNO ARGUMENTÓ que El Torreón era una obra de 43 años desechable, mientras que para los ciudadanos es parte de su historia y un símbolo de peso.
EL GOBIERNO ARGUMENTÓ que El Torreón era una obra de 43 años desechable, mientras que para los ciudadanos es parte de su historia y un símbolo de peso.
 ??  ?? EL DIVORCIO del gobierno con los ciudadanos, así definen esta decisión.
EL DIVORCIO del gobierno con los ciudadanos, así definen esta decisión.
 ??  ?? ES HISTORIA E IDENTIDAD coinciden ciudadanos e historiado­res.
ES HISTORIA E IDENTIDAD coinciden ciudadanos e historiado­res.
 ??  ?? EL SÍMBOLO más representa­tivo de Torreón, cayó en pedazos.
EL SÍMBOLO más representa­tivo de Torreón, cayó en pedazos.
 ??  ?? DOMINGO 19 DE MARZO 2017 JUSTO CUANDO OCURRÍA EL DERRUMBE, un grupo de ciudadanos e historiado­res, entonaron el himno nacional como protesta e hicieron una cadena humana.
DOMINGO 19 DE MARZO 2017 JUSTO CUANDO OCURRÍA EL DERRUMBE, un grupo de ciudadanos e historiado­res, entonaron el himno nacional como protesta e hicieron una cadena humana.
 ??  ??
 ??  ?? PATRIMONIO HISTÓRICO En este sitio de la ejecución, estuvo el primer Torreón en 1850, mandado construir por don Leonardo Zuloaga, un hacendado que escribió cartas donde explicaba que mandó erigir el torreón para defenderse de los bárbaros.
PATRIMONIO HISTÓRICO En este sitio de la ejecución, estuvo el primer Torreón en 1850, mandado construir por don Leonardo Zuloaga, un hacendado que escribió cartas donde explicaba que mandó erigir el torreón para defenderse de los bárbaros.
 ??  ?? EL TORREÓN fue construido por el alcalde José Solís Amaro, quien convocó a un grupo de arquitecto­s para hacer un monumento representa­tivo.
EL TORREÓN fue construido por el alcalde José Solís Amaro, quien convocó a un grupo de arquitecto­s para hacer un monumento representa­tivo.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? CUANDO EL ÚLTIMO PILAR CAÍA, la gente empezó a entonar el Himno Nacional. El último brazo del Torreón estaba en el aire. “Muera el mal gobierno”, “Asesino, asesino de la historia”, gritaban.
CUANDO EL ÚLTIMO PILAR CAÍA, la gente empezó a entonar el Himno Nacional. El último brazo del Torreón estaba en el aire. “Muera el mal gobierno”, “Asesino, asesino de la historia”, gritaban.
 ??  ?? 18:06 HORAS, matan a El Torreón.
18:06 HORAS, matan a El Torreón.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico