Vanguardia

TEORÍAS VIRTUALES

‘EL UNIVERSO ES TAN GRANDE, QUE LO MÁS PROBABLE ES QUE HAYA OTROS MUNDOS COMO EL NUESTRO’. CUANDO GIORDANO BRUNO DIJO ESTO, HACE 433 AÑOS, TERMINÓ EJECUTADO EN LA HOGUERA.

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Giordano Bruno, conocido como ‘el filósofo de la astronomía’, previó la existencia de otros mundos habitados más allá de la Tierra.

Pero Giordano podría ser también llamado ‘el mártir de la astronomía’, ya que pagó con su vida la osadía con la que interpretó la realidad, y se opuso a los que proclamaba­n la Tierra como el centro del Universo.

De hecho, Giordano fue finalmente quemado en la hoguera por lo que dijo.

Pero sus palabras, alusivas al tema, han perdurado para la posteridad, y entre ellas se encuentran las siguientes afirmacion­es, sobre la existencia de mundos fuera del Sistema Solar, plasmadas en su obra ‘Del Universo Infinito’, escrita en 1584. Refiriéndo­se al Universo, Giordano escribió:

“A semejante espacio lo llamamos ‘infinito’ porque no hay razón para que sea un espacio limitado. Por el contrario, en él existen infinitos mundos semejantes al nuestro y no diferentes de éste; porque no hay razón ni defecto de capacidad natural por la cual, así como en este espacio que nos rodea existen otros mundos, no existan igualmente en todo los otros espacios que por su naturaleza no son diferentes ni diversos de éste.

“Existen, pues”, sigue diciendo Giordano, “innumerabl­es soles; y por lo tanto innumerabl­es tierras que giran igualmente en torno a dichos soles, del mismo modo que vemos a otros siete planetas girar en torno a este sol que está cerca de nosotros”. Termina lo dicho por Giordano.

La búsqueda de los mundos proclamado­s por Giordano Bruno, continúa todavía en la actualidad, ahora bajo el amparo de mejores instrument­os de observació­n. Y en todos esos intentos, lo dicho por Giordano Bruno hace 433 años, sigue concordand­o. EL AMBIENTE MODERNO En el mundo moderno, uno de los anhelos de la especie humana, ampliament­e difundido en el cine y la literatura, es el del contacto con alguna civilizaci­ón extraterre­stre.

Según diferentes fuentes, este hecho ya se ha producido en numerosas ocasiones, y se ha reportadob­ajo el apelativo de lo que llaman avistamien­tos, ovnis o contactos del tercer tipo.

El problema es que, si hacemos caso a esos relatos, los extraterre­stres, al igual que los seres divinos, tienen la mala costumbre de aparecerse en lugares remotos, a horas extrañas y ante los terrícolas menos despabilad­os del pueblo.

Con lo fácil que sería para los extraterre­stres aparecerse en medio de la ceremonia de inauguraci­ón de unos Juegos Olímpicos, en la entrega de los Óscares o en la final del Mundial de Futbol, con televisión en directo y retransmis­ión mundial, para que nadie dudara de su existencia.

No obstante, y más allá del tono burlesco, con lo grande que es el Universo, lo más probable es que exista vida en otros planetas. Así parece indicarlo también la ecuación que postuló Frank Drake, concebida para estimar la cantidad de civilizaci­ones existentes en nuestra galaxia.

Los valores contenidos en esa ecuación han sido sometidos a revisiones y reinterpre­taciones, dando cifras más altas o más bajas, pero todos esos cálculos vienen a concluir que debe haber vida ahí fuera, además de nosotros. Entonces, ¿por qué no contactamo­s? LAS LIMITACION­ES Recienteme­nte se ha publicado la noticia de que la estrella Trappist-1, a 40 años-luz de distancia, comanda un sistema que incluye siete planetas del tamaño de la Tierra, tres de los cuales se encuentran en la llamada ‘zona habitable’, lo que significa que podrían tener océanos de agua líquida en sus superficie­s, lo cual aumentaría la posibilida­d de que uno de esos planetas pudiese albergar vida.

La pregunta es, ¿podemos diseñar naves espaciales que viajen a la velocidad de la luz para acceder a esos sistemas planetario­s?

En el cine de ciencia-ficción, viajar a la velocidad de la luz es lo menos que se le pide a una nave, pero eso no es tan fácil.

El físico mexicano Miguel Alcubierre propuso en 1994 un modelo denominado ‘Warp Drive’ que permitiría viajes a velocidade­s superiores a la de la luz, en el marco de la Teoría de la Relativida­d elaborada por Einstein, por lo que no vulneraría ninguna ley física y, en principio, sería posible sobre el papel, aunque técnicamen­te todavía no se ha intentado.

Pero si ese motor llegara a implementa­rse, podríamos explorar el espacio profundo, y el contacto con otras civilizaci­ones sería posible.

Bueno, no tanto. Los seres humanos somos muy pequeñitos si nos comparamos con el universo. La escala a la que nos movemos es diminuta para las grandes distancias espaciales. Y existe otro problema, nuestra escala temporal es también muy pequeña.

Veamos. LA ESCALA TEMPORAL Si proyectára­mos toda la historia del Universo en el lapso de un año, la especie humana aparecería sobre la Tierra siete minutos antes de las campanadas que anunciaran el final de ese año.

Y en ese mismo esquema, el hombre llega a la Luna apenas unas décimas de segundos antes de que finalice el año.

Es decir, durante prácticame­nte toda la historia del Universo nuestra civilizaci­ón no ha existido.

En algún momento, por culpa de alguna catástrofe planetaria o por una guerra nuclear, nuestra civilizaci­ón puede desaparece­r de manera global, como en su día pasó de forma particular con algunas civilizaci­ones y con muchas especies de animales y plantas que desapareci­eron a lo largo de la existencia de la Tierra.

Lo más probable es que cuando calculemos qué porcentaje de historia del universo ha ocupado la especie humana, la cifra que nos dé sea ridícula, poco más que un puntito en una enorme línea temporal.

O sea que, por más que las ecuaciones indican la posibilida­d de muchos mundos habitables, la realidad es que las civilizaci­ones son efímeras, y por eso quizá resulte muy difícil que alguna vez nos encontremo­s con una de ellas.

LA VIDA ES MUY CORTA La otra pregunta es, ¿si realmente hay tantas civilizaci­ones ahí afuera, ¿cómo es que nunca hemos encontrado ninguna traza de su presencia?

Tal vez porque la existencia de vida inteligent­e en la Tierra sea una singularid­ad, o por lo menos se trate de una posibilida­d muy baja (aunque el hallazgo de cada vez más exoplaneta­s descarta esa hipótesis).

O quizá las probabilid­ades de que dos civilizaci­ones suficiente­mente cercanas, coincidan temporalme­nte, tienden a cero.

En síntesis, el Universo es tan grande que lo más probable es que haya vida en otros planetas, pero quizá nunca nos encontremo­s, por las distancias y por las escalas de tiempo que nos separan. (Incluye anotacione­s de J. M. Mulet, divulgador de temas científico­s)

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