Vanguardia

La piel militar

- RAYMUNDO RIVA PALACIO

No hay forma de cubrir con miel la molestia de las Fuerzas Armadas con los políticos. Tampoco se puede esconder la necesidad del presidente Enrique Peña Nieto por acariciar su piel y colocar lo único que puede, un bálsamo a las profundas heridas que su gobierno les ha infligido. Lo intentó este martes en un evento sin precedente en el Campo Militar Número 1, donde acicaló con su trato a cientos de soldados, marinos y sus familias, que fue replicado por circuito cerrado de televisión en las 64 Zonas Militares. Un acto que comenzó frío se tornó cálido cuando Peña Nieto rompió con el protocolo y caminó entre todos, desplegand­o lo que mejor tiene, su calidez cuando achica distancias y se relaciona sin muros, que es lo que más ha abandonado durante su sexenio. Insólito y extraordin­ario, fueron algunos de los calificati­vos con que la prensa coloreó el evento. Tan insólito y extraordin­ario como la molestia acumulada por años de estar supliendo a policías en las calles y carreteras mexicanas, por las Fuerzas Armadas.

Durante tres años el secretario de la Defensa, general Salvador Cienfuegos, se tragó las presiones de los oficiales y los generales retirados por la forma como el gobierno los utilizaba en la guerra contra las bandas criminales, pero no les daba una protección jurídica. El caso extremo, que generó una pequeña crisis dentro del gabinete, fue cuando el entonces procurador generas Jesús Murillo Karam, dijo que los soldados habían realizado una “matanza” en Tlatlaya, en 2015, donde murieron 22 civiles y un mexicano. Gradualmen­te el general Cienfuegos y el secretario de la Marina, Francisco Vidal Soberón, elevaron el tono de su discurso ante el abandono del gobierno en la arena pública y comenzaron a criticar veladament­e la política de seguridad federal y la debilidad de las institucio­nes civiles. El presidente tomó nota.

Entre el 1 de enero y el 16 de marzo, de acuerdo con un análisis publicado en la edición impresa de Eje Central, la palabra “Ejército” figuró en 31 documentos difundidos en la página de la Presidenci­a de la República, con 20 veces que se utilizó durante 2013 y 2014. La palabra “militar” apareció en 40 documentos, contra 34 registrado­s en 2016, 14 en 2015, 8 en 2014, y 12 en 2013. La palabra “Fuerzas Armadas” se apuntó en 31 ocasiones, contra 24 en 2016, 10 en 2015, 4 en 2014, y 3 en 2013. En el primer año de su gobierno, Peña Nieto asistió a cuatro eventos de las Fuerzas Armadas; en los primeros 75 días de su penúltimo año de gestión, participó en 9.

Pese a esto, el presidente había sido descuidado en su manejo discursivo con las Fuerzas Armadas. Por ejemplo, cuando recienteme­nte murió el general Antonio Riviello, un ejemplo de institucio­nalidad cuando le ordenaron que la solución para el Ejército Zapatista de Liberación Nacional sería política y no militar, el presidente colocó un mensaje estándar en su cuenta de Twitter de 17 palabras, idéntico al que escribió para lamentar el fallecimie­nto del diputado federal Carlos Hermosillo, vinculado a actos de corrupción en Chihuahua. Cuando murió el ex secretario de Hacienda y embajador, Jesús Silva Herzog, le dedicó dos mensajes, uno de ellos con una tipografía fuera de lo normal, de 25 palabras.

Sin embargo, en el evento que se realizó en las instalacio­nes de la 1ª Brigada de la Policía Militar, Peña Nieto aprovechó la coyuntura que le abrió el precandida­to presidenci­al, Andrés Manuel López Obrador, que desde que hace dos semanas escaló su crítica a los militares. En Nueva York sugirió que los militares habían participad­o en la desaparici­ón de los normalista­s de Ayotzinapa en Iguala en septiembre de 2014, y ante las críticas que recibió, primero del propio Peña Nieto y después de varios actores políticos del gobierno y la oposición, fue hundiéndos­e en el pantano. López Obrador dijo en Veracruz la semana pasada que las Fuerzas Armadas “han masacrado” civiles durante los gobiernos del ex presidente Felipe Calderón y de Peña Nieto, en la reiteració­n de un discurso que le ha generado negativos entre la comunidad castrense.

Los varios discursos del presidente en el corazón de las Fuerzas Armadas mexicanas en Lomas de Sotelo, no iban a llevar destinatar­io alguno, adelantaro­n a la prensa voceros de Los Pinos. No fue así. En el último mensaje de Peña Nieto, que todo el tiempo improvisó mientras caminaba entre los militares y sus familias, habló con desprecio de “aquellos que todavía hablan de masacrados”, en una alusión directa a López Obrador. “(Son) inadmisibl­es e inaceptabl­es quienes con ignorancia o dolo descalific­an la labor de nuestras Fuerzas Armadas”, remató Peña Nieto, en un discurso que la atrajo una gran ovación y reconocimi­ento de los jefes militares.

Pero no sólo con discursos bien logrados y oportunos revierte años de maltrato a las Fuerzas Armadas. López Obrador le dio la oportunida­d de reivindica­rse con soldados y marinos a los que su gobierno ha golpeado con la falta de un blindaje jurídico y presupuest­os menguados. El evento que encabezó Peña Nieto logró quizás frenar el deterioro de la relación entre civiles y militares, pero no va a durar mucho. La Ley de Seguridad Interna sigue empantanad­a en el Congreso, lo que es una fortuna para las Fuerzas Armadas y los mexicanos, porque es una regresión en materia de respeto a derechos humanos. La solución es un nuevo modelo de policía, atorada hace años en el Congreso, que pavimente el camino de las Fuerzas Armadas a sus cuarteles y no, como quieren los políticos, al infierno. rrivapalac­io@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

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