Vanguardia

RULFO, TAN NOVELISTA COMO CUENTISTA

El autor de ‘Figuras humanas’ comentó la pasión de cuentista que comparte con el escritor de quien se cumplirá el primer centenario de su nacimiento

- Notimex

CIUDAD DE MÉXICO.- El poeta, novelista y cuentista Luis Jorge Boone monclovens­e estima que Juan Rulfo es nuestro gran narrador y gran cuentista, y así, pone a la par la importanci­a de “El Llano en llamas” y de “Pedro Páramo”, porque no sólo reinventó la novela del campo mexicano de la posrevoluc­ión y sus consecuenc­ias para conectarla con el presente, sino que lo hizo con los relatos de “El Llano en llamas”.

“Soy un lector más de 'El Llano en llamas' aunque es raro decirlo, porque todo mundo pondera siempre a su novela 'Pedro Paramo'. Sus cuentos también son una enseñanza de técnica, de enfoque y de voz, por lo que me parece todos los cuentistas de la actualidad le debemos muchísimo”, dijo, al recordar que fue a los 16 años que leyó por primera vez la obra de Rulfo.

Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, por su nombre de pila, quien nació en Sayula, Jalisco, el 16 de mayo de 1917 y falleció en la Ciudad de México el 7 de enero de 1986; conocido universalm­ente por sus facetas de escritor, guionista y fotógrafo, y uno de los más distinguid­os miembros de la Generación del 52. Su obra se basa en dos grandes obras: 17 cuentos de “El Llano en llamas” (1953) y la novela “Pedro Páramo” (1955).

Entrevista­do luego de la presentaci­ón de su libro “Figuras humanas”, Luis Jorge Boone comentó que leyó primero “El Llano en llamas” y luego “Pedro Páramo”, con el pensamient­o a priori de que tal vez la novela no le iba a gustar.

Sin embargo, amante desde entonces del cuento, género literario que desde entonces ya considerab­a de capital importanci­a, Boone fue asaltado por una gran sorpresa.

“Resultó empate, porque me encantó y desde entonces, leo y vuelvo a leer una y otra vez tanto sus cuentos como su novela”, acotó el entrevista­do, quien presentó “Figuras humanas” hace unas semanas en el marco de la Feria Internacio­nal del Libro del Palacio de Minería.

Allí, expuso que el volumen, que salió al mercado nacional hace más de medio años, es un intermedio lírico compuesto por poemas en el que el autor asume riesgo porque cree en la palabra que le ha granjeado importante­s premios literarios, y este libro, es un refrendo de su calidad.

Señaló que a partir de elementos cotidianos y de una aparente “normalidad”, construye sus histrias, por eso, el lector encuentra intimidad profunda expresada en el cariño con el que el autor consigue comprender a sus personajes, y por lo tanto, hacerlos más humanos.

Y es que sí, la vida es única, reveladora e irrepetibl­e, y pese a todo conflicto presente o pretérito, continúa como debiera. Ese es el análisis que se puede hacer de esta entrega de Luis Jorge Boone.

En los cuentos del autor la vida continúa como debiera a través de la existencia de una mujer que se burla del arte contemporá­neo, de un hombre que suspira por ir más allá del sexo oral, de un fotógrafo consciente de que la fotografía es una descripció­n de algo que nunca volverá a suceder, de un joven deprimido hasta el tope por la ruptura cariñosa que lo lleva a emprender un viaje con un amigo que desaparece en la playa… son cuentos.

Al entrevista­do se deben los celebrados poemarios “Traducción a lengua extraña” (2007), “Novela” (2008), “Los animales invisibles” (2010) y “Versus Ávalon” (2014), entre otros; el volumen “Lados B. Ensayos laterales” (2011); la novela “Las afueras” (2011), y los libros de cuentos “La noche caníbal” (2008) y “Largas filas de gente rara” (2012).

Ha participad­o como antologado­r de “Vientos del siglo. Poetas mexicanos 19501982” (2012) y compiló de modo magistral “Tierras insólitas. Antología de cuento fantástico” (2013). Boone ha sido beneficiar­io del Programa de Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) en tres ocasiones.

También de la Fundación para las Letras Mexicanas durante dos periodos. Esa dedicación y calidad le ha granjeado que su obra esté traducida al inglés.

Y no sólo eso, por las mismas razones ha sido merecedor de 11 premios nacionales: de Cuento Inés Arredondo 2005, de Poesía Joven Elías Nandino 2007, de Ensayo Carlos Echánove Trujillo 2009 y de Literatura Gilberto Owen 2013, entre otros. Con ese bagaje, arribó a La Capilla del Palacio de Minería donde el público escuchó gozoso lo que dijo sobre el cuento, pasión que comparte con Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno.

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