Vanguardia

DISCRECIÓN, LA GRAMÁTICA DEL BUEN LENGUAJE

- JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA jagarciav@yahoo.com.mx

Don Quijote y Sancho Panza encuentran en el camino a dos como clérigos o estudiante­s y a un par de labradores, que se dirigen a las bodas de Camacho, el rico, con la hermosa Quiteria. Entablan amena conversaci­ón que deriva hacia el tema del bien hablar, con motivo de que don Quijote corrige a este respecto a su escudero, que es analfabeta.

Sancho se defiende y replica a su amo que muy “bien sabe –dice- que no me he criado en la corte, ni he estudiado en Salamanca”. Luego alega que no se puede “obligar al sayagués (rústico) a que hable como el toledano”. Se conocía a Toledo en el Siglo 16 como la ciudad en la que se hablaba de la manera más culta y refinada. A pesar de ello, afirma Sancho que “toledanos puede haber que no las corten en el aire en esto de hablar polido”.

Interviene entonces para apoyar a Sancho uno de los clérigos o estudiante­s, al que ahora Cervantes llama el licenciado, en los términos siguientes:

“Así es, -dijo el licenciado-, porque pueden hablar tan bien los que se crían en las Tenerías y en Zocodover (barrios bajos de Toledo) como los que se pasean casi todo el día por el claustro de la Iglesia Mayor, y todos son toledanos.

El lenguaje puro, el propio, el elegante y claro, está en los discretos cortesanos, aunque hayan nacido en Majalahond­a: dije discretos porque hay muchos que no lo son, y la discreción es la gramática del buen lenguaje, que se acompaña con el uso”.

¿Qué quiso decir el licenciado, o mejor dicho, Cervantes, con eso de que “la discreción es la gramática del buen lenguaje, que se acompaña con el uso”?

Es de llamar la atención que los dos principale­s y más eruditos anotadores de El Quijote: Diego Clemencín a principios del Siglo 19 y Francisco Rodríguez Marín 100 años después, quienes escribiero­n miles y miles de notas explicativ­as que incluyeron en sus respectiva­s ediciones de la genial novela, no hayan formulado comentario alguno en torno a este pasaje. O les pareció que no necesitaba explicació­n o bien no tuvieron alguna que ofrecer.

La edición de la gran novela cervantina publicada por la Real Academia Española en 2005, con motivo del cuarto centenario de la aparición de la I Parte de El Quijote, sí incluye una breve nota de pie de página sobre el punto, que dice lo siguiente:

“El licenciado resume el ideal lingüístic­o de Nebrija y la tradición más propia del humanismo renacentis­ta: el bien hablar no consiste en seguir ciertas reglas, sino atenerse al uso de los mejores, y en particular de quienes se mueven en los círculos más altos de la corte”.

Por su parte, el cervantist­a Andrés Trapiello en El Quijote “puesto en castellano actual” por él y publicado en 2015, en lugar de la palabra “discretos” emplea la de “juiciosos” y la frase la redacta así: “el buen juicio es la gramática del buen lenguaje, que se acompaña con el uso”. Como se ve, sin nota explicativ­a expresa, Trapiello da una interpreta­ción respecto de la frase que modernamen­te nos puede parecer oscura.

Luz adicional sobre el punto proporcion­a Ángel Rosenblat en su gran libro “La lengua del Quijote”. Dice que para Cervantes la palabra “discreción” (que aparece 66 veces en El Quijote y 151 la voz “discreto”) significa “buen gusto”, “buen juicio” y que no necesariam­ente es sólo aplicable a los integrante­s de las clases altas, porque hay cortesanos que por no ser discretos deben considerar­se como parte del vulgo ignorante. Como se ve, Rosenblat y Trapiello tienen sobre el punto el mismo criterio. (89)

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