Vanguardia

El campeón aún sigue dormido

- MARIO SÁNCHEZ

MONTERREY.- León pasó anoche por el Universita­rio y le robó las pocas chances que aún tenía Tigres para mantenerse con vida en el torneo.

Pese a estar diezmado y hundido en las posiciones, el León se paró frente al multiestel­ar Tigres con ganas de hacerle la vida imposible y lo consiguió por deseo, criterio y convicción.

Un letal contragolp­e de Elías Hernández al 67’ enmudeció el Universita­rio y le cargó a Tigres un pesadísimo lastre en esta recta final del semestre.

El equipo de Ferretti, que hace tres partidos de que no gana de local y que volvió a ser abucheado por su gente, se estancó con 12 puntos, muy lejos de los 24 que necesita, como mínimo, para entrar entre los ocho mejores del torneo.

Al León ni siquiera su segundo triunfo en el torneo le sirvió para salir del fondo –suma 9 unidades-, pero al menos ha conseguido un guiño revitaliza­dor en medio de tanta penuria por malos resultados, pero también agudizado por la cantidad de futbolista­s lesionados.

A Tigres le costó todo. Tuvo un exagerado manejo para no conseguir nada. La inutilidad de su juego se retrató en la poca generación y en las escasas oportunida­des de gol que se le presentaro­n.

Tigres sintió que tenía el control, pero se mostró revolucion­ado. Quiso encontrar más rápido el gol, pero no tuvo caminos claros.

Apostó por las bandas con Sosa y Aquino, pero no resolvió el último pase. Buscó perforar con Dueñas, Pizarro o Zelarayán, pero chocó con un bloque defensivo rocoso que dejó pocas ranuras para acciones combinativ­as del adversario.

Ni el recurso de la pelota parada fue una opción decente. Probó Zelarayán, después Juninho y hasta Gignac, pero nada compromete­dor para un atento Yarbrough.

Tigres creyó hacer méritos desde la posesión, pero fue más una estrategia distractor­a, como casi siempre. El manejo se vuelve estéril si no hay profundida­d. Y al León ni cosquillas le hizo ese dominio sin peso, sin determinac­ión.

Tan esa así, que los de Torrente aguantaron con orden y comenzaron a sacar feroces latigazos de contragolp­e en el complement­o, liderados por Luis Montes y el mejor hombre del partido, Elías Hernández, quien en la soledad del ataque se mostró combativo y determinan­te.

Lo de Tigres fue una actuación fantasmal y el triunfo del León, meritorio. No siempre el que insiste gana. A veces paga mucho más y mejor el oportunism­o.

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Cada jornada que pasa, Tigres ve más lejos su posibilida­d de revalidar su título.

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