Vanguardia

Este Gobierno y su legado vacío (3/3)

- VÍCTOR S. PEÑA @victorspen­a

Estaba por arrancar campaña para ser Gobernador. Puesto donde su hermano, ahora se ha dicho pero siempre se sospechó, lo puso.

16 de mayo de 2011. El Teatro de la Ciudad lucía lleno de invitados, todos selecciona­dos pasando dos o tres filtros. En las butacas, las opiniones se dividían por el eslogan “Más Mejor”. Aquellos eran tiempos de expectativ­a.

Quien todavía es Gobernador, para el quinto párrafo de su discurso, fijaba sus referencia­s: “Aquí gobernó Andrés S. Viesca el que derrotó al imperio; también Carranza, vigilante incansable de la legalidad y adversario del usurpador; Braulio Fernández

Aguirre, que con sensibilid­ad y temple enfrentó momentos duros para la entidad y con buena mano y mucha política demostró que la unidad de los coahuilens­es es la mejor herramient­a para generar desarrollo; lo hizo también Eulalio Gutiérrez Treviño, el gobernador de los campesinos”.

Resonó como un llamado a la eternidad. Como si el nombre, el suyo, estuviese destinado a perdurar unos 100 años: así lo anunció con eso de la nueva Constituci­ón. Como si su apellido fuera a ser recordado junto al de Viesca o Carranza; el de Fernández Aguirre o Gutiérrez Treviño.

Y será recordado, claro. Pero por razones muy diferentes: un Gobierno de legado vacío.

Para ser Ejecutivo, suplió copiosamen­te al Legislativ­o: presentó tantas iniciativa­s que hasta cansado es contarlas. Algunas de ellas, con fines enterament­e cosméticos; otras, con la promesa de crear institucio­nes a favor de los coahuilens­es. Ha pasado el tiempo y, entre ambas, no hay diferencia.

Derroche de tinta, letras muertas. Muchas leyes, pocas nueces.

¿Hay quien se acuerde, por ejemplo, de la Defensoría para la Protección y Promoción de los Derechos de los Contribuye­ntes (Deprodeco)?

Si se le pregunta a la Secretaría de Finanzas (la Defensoría sería un órgano desconcent­rado de estos rumbos), lo único que atinan a decir (SEFIN/ UT/257/2017) es algo así como busque en su página de internet o vaya a sus oficinas. Y, al menos por el internet, no se le sabe actividad después de diciembre de 2014.

¿O qué sucede con el Consejo General Ciudadano para Fomentar la Cultura del Emprendimi­ento e Impulsar a los Emprendedo­res? Parece que tiene un nombre más largo que su propia existencia. En la Secretaría de Desarrollo Económico, Competitiv­idad y Turismo reconocen (SEDECT/ UT/046/17) que no tiene presupuest­o autorizado por ejercer.

¿Organismos y organizaci­ones “zombi”? Algo así como que viven, pero en realidad están muertas. No es descabella­do: recuérdese que este Gobierno entregó por un tiempo escrituras vía una oficina que no existía legalmente. Así la administra­ción que prometió eficacia.

Se acabó el sexenio y, apenas, se administró la inercia.

En aquél discurso de mayo del 2011 hubo el compromiso de legislar el llamado voto de censura “para cuando el Congreso determine los secretario­s que no cumplan con su trabajo sean removidos”. ¿Y? Nada. De los secretario­s también se dijo que serían, todos y por siempre, ratificado­s por el Congreso. ¿Y luego?

Se dijo también que habría permanente coordinaci­ón con Durango, Nuevo León y Texas en materia de seguridad. ¿Realidad? Al vecino norteameri­cano ni oficios le enviaron y, con los mexicanos, lo regular fue algo muy diferente a los acuerdos.

Palabras vacías. Promesas de viento. Firmas sin valor.

En aquel discurso, el ya citado aquí, el por ahora Gobernador terminó diciendo: “En mi juventud decíamos que, para hacer las cosas, lo único que hacía falta es un poco de amor. Yo sigo pensando así”.

Visto el resultado, ya se sabe qué faltó.

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