Entre poesía y prosa electoral
“Se hace campaña en poesía, pero se gobierna en prosa”. Mario Cuomo. Ayer 2 de abril, a las 00:01 horas, iniciaron las campañas electorales para definir el próximo Gobernador, 38 presidentes municipales y 16 diputados locales.
Leo que los poetas, o candidatos, empezaron a compartir sus florituras retóricas con el electorado, cuando una frase golpea mi mente: “¿Cómo tomar en serio a un político que nos conmina a escoger (como si no se hubiera escogido ya) entre defensa y negación de la humanidad, entre libertad y tiranía, entre amor y odio a los demás?”.
No importa que en los rostros y en las miradas de nuestros candidatos esté cincelada la frase que los desnuda y condena: “(la) vida de un hombre queda perturbada para siempre una vez que se encuentra atrapada en los engranajes del poder”.
Detrás de su lírica: unos ocultan su avaricia por imaginarse cerca del poder, mientras otros esconden su soberbia por pensarse invencibles. Ambos lo saben: porque “el poder es alucinógeno y nunca se está a salvo de ensueños mortíferos”.
Cubierto por el Manto de la Virgen y el Hospital General de Torreón, Guillermo Anaya, candidato del PAN, declaró: “Combatiré la corrupción y la impunidad”.
Javier Guerrero, abrazado por una marea púrpura, gritó: “Haré una campaña de altura y dejaré de lado la guerra sucia como espero lo hagan otros partidos”.
Adusto, Miguel Riquelme, candidato del PRI, puntualizó: “No dudo de (la) presencia de dinero del crimen organizado en las campañas electorales”.
Sonriente, Armando Guadiana, candidato de Morena, aclaró: “Tomaremos las armas de la democracia en esta campaña”.
La pobreza de la calidad poética de estos candidatos es evidente.
Pero eso es irrelevante, su única preocupación es llegar al poder. Desde donde olvidarán sus míseros arrebatos poéticos para escribir en garabateada prosa la historia de Coahuila. Porque lo entienden bien: la prosa es necesaria para ocultar “las condiciones reales del ejercicio del poder y de su sostenimiento”.
Por eso, hoy fingen ser poetas, cuando en realidad son excelsos prosistas.