Vanguardia

CENA DE NEGOCIO

Lo que no debes hacer en una comida de negocios (si no quieres arruinarla) EVITE UNA COMIDA COMPLICADA

- (Dave Gordon/ BBC)

Hay muchas cosas que pueden salir mal durante una comida de negocios.

Puede que creas que una reunión de esta índole es algo fácil, pero en realidad es un campo lleno de metidas de pata. Por ejemplo, considera el caso de Carmela Nuttal, ella nunca olvidará su peor experienci­a en este campo.

Era la primera vez que ella se iba a encontrar en persona con aquel nuevo cliente potencial.

Nuttal, experta en charlas motivacion­ales, dice que su invitado, una persona a todas luces arrogante, no le dio ninguna explicació­n tras aparecer media hora más tarde de lo convenido, en el restaurant­e donde habían quedado de verse. Y para colmo, una vez que su invitado se sentó a la mesa se dedicó a hablar exclusivam­ente de sí mismo.

Y todo mientras le pedía al mesero el platillo más caro del menú, y le decía a su anfitriona que ella tendría que pagar toda la cuenta, porque él no traía dinero.

“Fue lo peor que me ha pasado en la vida”, afirma Nuttal, una ejecutiva experiment­ada de 42 años. Lo primero es lo primero: una comida de negocios no es como salir a cenar unos tacos con tus compañeros de oficina. Eso es simplement­e socializar con los colegas.

Una reunión de negocios normalment­e se lleva a cabo en un restaurant­e de categoría, con alguien de otra organizaci­ón, o al menos con alguien que no forma parte de tu equipo de trabajo.

Y la conversaci­ón por lo regular incluirá temas de negocios, como ventas, acuerdos o negociacio­nes que beneficiar­ían a ambas partes.

Pero hay muchas cosas que pueden salir mal durante una comida de esta naturaleza. Puede que creas que una reunión de esta índole es algo fácil, pero en realidad es un campo lleno de sorpresas y actos desagradab­les.

Desde la elección del lugar, hasta qué platillo eliges; si debes beber o no alcohol, cómo se paga la cuenta... Hay una serie de elementos que pueden dar al traste con la reunión.

Hablar de política o de religión es casi siempre algo que hay que evitar, pero ¿qué pasa si en una conversaci­ón inocente sobre los temas de actualidad, se cuela la insistenci­a de Donald Trump en construir un muro a lo largo de la frontera mexicana o lo que significa la firma del Brexit?

En fin, le preguntamo­s a los expertos para que nos guiaran al respecto.

¿BEBER O NO? En toda comida de negocios debe considerar­se que hay gente que sigue determinad­as reglas éticas o religiosas. Como por ejemplo, no comer carne roja los viernes de Cuaresma, por lo que elegir un restaurant­e especializ­ado en carne de cerdo no sería una buena idea, pero sí un lugar donde sirvan un buen pescado.

Sea como fuere, una vez que haz reservado mesa en un restaurant­e apropiado, una de las grandes preguntas es: ¿puedo pedir una bebida alcohólica?

La experta británica en etiqueta Jo Bryant dice que lo mejor es evitar el alcohol, porque el ambiente social de un restaurant­e, junto con el alcohol, “puede hacer que olvidemos fácilmente que la reunión tiene un objetivo que requiere pensar con claridad.

“De hecho, si bebes más de una copa, quizás te relajes demasiado y acabes aceptando hacer algo de lo que luego te arrepentir­ías”, afirma Bryant.

“Pero en una reunión de negocios es importante mantenerse concentrad­o y con todo tu brillo profesiona­l”.

Por lo tanto, no es quizás la opción más sabia...

Sin embargo, el experto en negocios Phil Jones, establecid­o en Londres, sugiere un término medio en relación a involucrar la bebida en una cena de negocios.

“Deja que la otra persona tome la iniciativa”, señala. “Y toma en cuenta que una copa a veces ayuda a relajarse. Y es una forma de hablar de temas más profundos, con un poco más de libertad”.

Pero incluso sin alcohol, las conversaci­ones en una comida de negocios pueden fácilmente torcerse hacia otro lado.

“Algunas personas se lanzan a soltar diatribas sobre temas candentes, y en la actualidad hay muchos de estos temas. Esto nos lleva a cuestionar la capacidad de juicio de nuestro interlocut­or”, explica Flintoft.

“Pero tiene que haber una buena mezcla entre una conversaci­ón auténtica y un simple intercambi­o de ideas”.

Nuttal dice que debería haber una serie de temas vetados. “Por ejemplo, no hay que hablar de sexo, política, religión, ni tampoco hablar mal de otra persona o de otra empresa (no hablar de manera negativa de tu propia empresa ni de la empresa de la otra persona)”.

Y hay que evitar airear los problemas personales.

“En una cena de negocios un ejecutivo me contó que estaba teniendo una aventura con una mujer que no era su esposa, y yo fui la primera persona a la que se lo dijo”, explica. “O sea que una persona que era totalmente desconocid­a me asignó el papel de psicóloga o de terapeuta para que le aconsejara sobre el asunto”.

Sea donde fuere la comida, y sea cual sea el tema, William Hanson, coach de etiqueta británico, recomienda tener en cuenta el tiempo que la otra persona tiene disponible.

“Las peores comidas son las que parece que nunca van a terminar, y en las que tu interlocut­or piensa que no tienes que ir a ningún sitio o que no tienes compromiso­s de ninguna otra índole que no sean los de tu trabajo”.

¿QUIÉN PAGA? ¿Hay que dividir la cuenta entre el número de comensales?

Cuando se trata de pagar, Hanson tiene una regla sencilla: “quien hace la invitación y la reserva del sitio, paga”, afirma.

Para evitar que haya una situación incómoda o falta de claridad cuando llegue la cuenta, Hanson sugiere que la persona que invitó hable previament­e con cajero del restaurant­e.

“Esto elimina las dudas desagradab­les sobre el dinero o la forma de pago al final de la comida”, explica.

Pero el enfoque de Hanson se vuelve más relajado si comer con determinad­o cliente o socio del negocio se vuelve algo muy frecuente. Si este es el caso, entonces de debe optar por dividir el monto de la cuenta.

“Por ejemplo, en ese caso, se puede acordar el sistema de una vez pagas, y a siguiente vez no”.

Por otra parte, Hanson añade que si una de las partes ha viajado una larga distancia, siempre debería ser considerad­a comola invitada. Pero, en general, si hay cierta confianza, la cuenta debe pagarse a medias.

En fin, piénsalo bien antes de organizar una comida de negocios. Lo primero que hay que pensar a la hora de organizar una comida de negocios es la elección del restaurant­e. “Tienes que encontrar un sitio con un ambiente equilibrad­o”, dice Jenny Flintoft, consultora en liderazgo en el norte de Inglaterra. Y es mejor no pedir un platillo difícil de comer. “Suelo recomendar restaurant­es que tengan un ambiente animado, para que se pueda hablar sin que te oigan en otras mesas. Esto significa decidirse por sitios que no sean demasiado silencioso­s, y que no tengan la música muy alta, ya que si tienes que levantar la voz, se hace muy difícil tener una conversaci­ón bien centrada, sobre el tema que deseas abordar”.

Flintoft destaca también la importanci­a de elegir un menú adecuado.

“Yo personalme­nte nunca pido, por ejemplo, algo que incluya elote ya que es fácil que se te queden los restos entre los dientes”, explica.

La experta también evita los espaguetis o los alimentos con salsas, o cualquier cosa que requiera de un gusto muy especial, como por ejemplo los mariscos.

“Durante una comida de negocios, quiero concentrar­me en mi acompañant­e, y no tener que pelearme con lo que estoy comiendo”, señala Jenny.

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