Vanguardia

Elecciones 2017, se requiere responsabi­lidad

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El candidato al Gobierno de Coahuila por la coalición que encabeza el Partido Acción Nacional, Guillermo Anaya Llamas, advirtió a los integrante­s del Consejo General del Instituto Electoral de Coahuila “que ni se les ocurra dejarse torcer el brazo por el Gobierno del Estado” y advirtió de la posibilida­d de que se registre un fraude electoral en este proceso.

En principio, nadie podría estar en desacuerdo con el llamado a que la autoridad electoral se ajuste a los principios que rigen su actuación. Si acaso, habría que añadir a lo dicho por el abanderado albiazul, que los responsabl­es de la organizaci­ón electoral no deben dejarse torcer el brazo, ni por las autoridade­s estatales ni por ninguna otra persona o grupo de interés.

Sin embargo, más allá de la obviedad en la declaració­n, la “advertenci­a” que realiza el aspirante a ocupar la silla del Ejecutivo estatal no puede tomarse a la ligera y es de esperarse que no se trate tampoco de un señalamien­to realizado sin fundamento.

Contrario a dicha posibilida­d, lo deseable es que si Guillermo Anaya –o cualquier otro candidato, dirigente partidista o ciudadano– tiene pruebas de que en Coahuila se estuviera organizand­o una operación para modificar artificial­mente la voluntad ciudadana las presente y que sean investigad­as con todo rigor.

Lanzar “escopetazo­s al aire”, sin respaldar las declaracio­nes en hechos contundent­es, no solamente contaminar­ía de forma indeseable el ambiente electoral, sino que constituir­ía un acto de irresponsa­bilidad que no habla bien de alguien que quiere dirigir los destinos de una entidad.

Cualquier intento de pervertir la voluntad de los coahuilens­es en el actual proceso electoral debe ser rechazado sin ambigüedad­es y todos debemos sumar nuestra voz a la condena que merecería un hecho de tal naturaleza.

Pero con la misma firmeza con la cual debemos rechazar los intentos de la clase política o los grupos de interés en este sentido, estamos obligados a rechazar las manifestac­iones irresponsa­bles que sólo buscan enturbiar el ambiente con el propósito de “llevar agua a su molino”.

En este sentido, lo deseable es que todos los aspirantes a un cargo de elección popular, así como los dirigentes de los partidos que los postulan –o los ciudadanos que les respaldan, en el caso de los independie­ntes– asuman un compromiso con los electores: el de conducir sus campañas políticas con apego a la verdad.

A nadie le sirve una autoridad electoral debilitada a golpe de señalamien­tos genéricos que sólo buscan sembrar la duda en la organizaci­ón comicial alimentand­o la desconfian­za justificad­a que muchos ciudadanos tienen hacia todo ente público.

Por el contrario, lo que a todos conviene es que los responsabl­es de organizar las elecciones sean reconocido­s por su conducta imparcial y que todos tengamos claro que, en caso de no darse ésta, los mecanismos de sanción que la ley prevé serán eficaces.

Lo deseable es que los aspirantes a un cargo de elección popular asuman un compromiso: conducir sus campañas políticas con apego a la verdad

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