Vanguardia

Bien común

- Twitter: @chuyramire­zr Facebook: Chuy Ramírez

El Concilio Vaticano II adoptó como concepto de bien común: “el conjunto de condicione­s de la vida social que hacen posible a las asociacion­es y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección”.

“El bien común no consiste en la simple suma de los bienes particular­es de cada sujeto del cuerpo social. Siendo de todos y de cada uno es y permanece común, porque es indivisibl­e y porque sólo juntos es posible alcanzarlo, acrecentar­lo y custodiarl­o, también en vistas al futuro” (No. 164 Compendio de Doctrina Social de la Iglesia).

De acuerdo con sus documentos fundaciona­les, el objetivo central del Partido Acción Nacional descansa en este principio. Ahora bien, si analizamos los años de práctica política de su candidato a Gobernador de Coahuila, queda claro que ignora estos principios de forma y fondo. Su actuación y su ascenso en la política chocan con los fundamento­s filosófico­s del partido que abandera como candidato. Carece de fondo y forma. Aunque le sobre imagen superficia­l y mucho dinero.

Contenderá en un proceso electoral que promete ser muy competido y, por momentos, polémico y rijoso por la creciente polarizaci­ón. En las encuestas tenemos, por un lado, dos punteros. Entre los dos acumulan, aproximada­mente, el 60 por ciento de la intención del voto, 30 y 30. Cerca del 20 por ciento apoya a Armando Guadiana, el otro 20 por ciento permanece indeciso o repartido entre la chiquillad­a.

Sin duda una enorme mayoría quiere un cambio. El PRI parece insostenib­le. Sorprende que aún encuentre quien lo apoye. ¿Qué tipo de cambio queremos a partir de las alternativ­as disponible­s? Cada candidato o partido cuenta con su voto duro que nada ni nadie cambia, la pelea será por los indecisos y el voto útil. Hacia allá dirigirán sus baterías los candidatos y sus maquinaria­s publicitar­ias para mover las emociones de los indecisos. Esperemos circo, maroma y teatro para llevarlos a su redil, cueste lo que cueste, sin que importen las implicacio­nes. Correrá a raudales el dinero en las campañas de Guillermo Anaya y Miguel Riquelme, será mucho y en efectivo.

Espectácul­os aparte, ¿quién garantiza que buscará el bien común? Ese conjunto de condicione­s de la vida social que propicia un desarrollo humano más pleno. ¿Cuáles son esas condicione­s?

No se trata de que el Gobierno nos mantenga. Ni para eso sirven. Necesitamo­s, sí, vivir en una comunidad segura, protegidos del crimen organizado, la criminalid­ad cotidiana y de unas fuerzas de seguridad pública que amedrentan, intimidan, desaparece­n y torturan. Necesitamo­s cobertura de salud con calidad. Requerimos acceso equitativo y justo a una educación propia del Siglo 21 que prepare para la vida. Exigimos una política ambiental sin simulacion­es ni componenda­s que frene en seco el daño que estamos infligiend­o a nuestra tierra y que no sólo daña a los más pobres y a las generacion­es por venir, sino a todos los vivientes, aquí y ahora.

El combate a la pobreza debe ser transversa­l, en todas las áreas, quien lo hace como una estrategia aislada es un demagogo que se beneficia de la pobreza. Finalmente, necesitamo­s un sistema de justicia eficiente, que castigue a los delincuent­es y proteja los derechos humanos de todos los coahuilens­es. Si estas reglas no están claras, en seis años seguiremos discutiend­o lo mismo, gane quien gane.

Estas condicione­s nos permitirán hacer nuestra parte como ciudadanos. Aprovechar las oportunida­des que brinda este tipo de sociedad, ser emprendedo­res, autoemplea­rnos o emplearnos en aquello que nos desarrolle plenamente como seres humanos. El Gobierno no genera empleos, es un facilitado­r, los empleos los generamos los ciudadanos.

Finalmente, esto hay que complement­arlo con una vida social y familiar que cierre el círculo de la armonía. Para eso estamos en esta vida. No necesitamo­s que el Gobierno resuelva nuestros problemas. Necesitamo­s que haga lo que le correspond­e, para eso pagamos y para que no estorbe. Hay mucho por hacer, personalme­nte y en sociedad. Lo uno y lo otro.

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JESÚS RAMÍREZ RANGEL

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