Vanguardia

EXPONEN 'LOS COLORES DE LA SANTIDAD' EN CONVENTO MÍNIMO

Con la presentaci­ón de las obras realizadas por artistas saltillens­es y miembros del taller 'El baúl' de la maestra María Elena García de González el convento de Nuestra Señora de la Soledad celebró una tarde de espiritual­idad y arte en honor a su patrón

- MAURO MARINES

En un evento presidido por el presbítero Antonio Cassano en el convento de Nuestra Señora de la Soledad el día domingo, se presentaro­n las pinturas inspiradas por la vida de San Francisco de Paula que, realizadas en un plazo de dos meses, ilustran su historia, milagros y enseñanzas. Todo esto con la intención de dar a conocer la figura del santo, relativame­nte desconocid­o en la comunidad y el país entero y constantem­ente confundido con otros santos.

Las obras, en su mayoría óleos sobre lienzo, son producto de la mano artística de sus autores y del conocimien­to, las charlas ofrecidas por los monjes mínimos y las investigac­iones que ellos llevaron a cabo con el fin de conocer a profundida­d al santo personaje y así poderlo retratar de la manera más adecuada a cada estilo y experienci­a.

Uno por uno los pintores fueron develando sus creaciones, comenzando por la titular del taller y organizado­ra de la exposición, la maestra en artes María Elena García. Su pieza “Mínimo en oración” toma su nombre de una comparació­n que ella realiza entre las bases prácticas de la religión católica y la pintura. Para ella, estas bases son la oración y el dibujo; sin oración uno no entra en comunión con Dios y sin buena habilidad en el dibujo una pintura estará lejos de representa­r lo esperado.

El cuadro muestra a un San Francisco de Paula cálidament­e iluminado, los ojos cerrados y las manos juntas y alzadas sobre su pecho, orando, sencillo y humilde “lo mínimo de lo mínimo”. La dinámica del proyecto estableció que los tres días previos a la exposición las piezas serían terminadas en el convento en un “taller abierto al público” y la maestra se encargó durante este tiempo de recibir a los invitados. Debido a esto, relata, temía el que no fuera capaz de terminar de pintar las manos. “Pero me encomendé a San Francisco, me concentré y me olvidé del mundo y casi sin darme cuenta las manos comenaron a salir”, explicó.

El maestro Eleazar Montejano, quien dirige el taller “Punta de plata” y la maestra Santa Margarita, directora a su vez del taller homónimo, continuaro­n con la exposición, explicando a los presentes las ideas detrás de sus obras.

Mientras que el resto de los artistas presentaro­n una sola pieza, la maestra Margarita creó tres, todas alejándose de la representa­ción figurativa clásica del santo y concentrán­dose más en sus símbolos y enseñanzas. Uniendo varias técnicas y materiales, además de jugar con el volúmen dentro del mismo ambiente bidimensio­nal de la pintura ella plasmó principalm­ente la idea de “charitas”, término en latín que San Francisco de Paula usó y enseñó.

La vida del santo y posteriorm­ente de sus seguidores se caracteriz­a por el respeto a la vida animal y esto está reflejado en su veganismo. El más jóven de los artistas, Jorge Eduardo Márquez, de trece años, pintó a “San Francisco con Martinello”, su cabrito, y contó el milagro que sucedió cuando, después de que el animal fuera asesinado por unos hombres, a través de la oración San Francisco le regresó a la vida. “Aunque después lo volvieron a matar”, narró entre risas el adolescent­e.

Otro de sus milagros fue ilustrado en la técnica de pastel por Miriam Saucedo Ramos. El acontecimi­ento ocurrió cuando un barquero se rehusó a darles pasaje a él y a sus compañeros a través del estrecho de Messina a Sicilia. Se cuenta que el monje extendió su manto sobre el mar y con ayuda de su cayado logró cruzarlo, siguiendo de cerca a la embarcació­n que los dejó atrás.

Luz María Gil mostró a los presentes su particular visión. En la escena el santo se encuentra arrodillad­o, orando frente a lo que parecen grietas en la pared que toman la forma de una cruz. Entre ellas se cuela luz que ilumina el recinto donde ora el monje y le ilumina de manera especialme­nte bella. La obra, una composició­n mayoritari­amente oscura recibe de este contraste con la luz una esencia de paz y devoción que la hacen resaltar del resto, y el padre Cassano opinó lo mismo de ella.

Una vez que los artistas hubieron terminado de explicar sus piezas a la audiencia reunida en el sótano del convento, fray Omar Saucedo, el encargado del recinto y organizado­r también de la exposición hizo entrega de diplomas a los participan­tes, además de réplicas de estampas del siglo XVIII, realizadas en aguafuerte y que ilustran la vida del santo, de un modo esencialme­nte parecido al de ellos.

Después, el padre Omar dio por terminado el evento, dando unas palabras de reflexión y realizando una oración que San Francisco de Paula enseñó a sus discípulos. Con esto, se invitó a los presentes a celebrar en el patio del convento donde niños y adultos, familiares y amigos de los artistas disfrutaro­n de los alimentos preparados por los mismos monjes y monjas y conviviero­n entre ellos.

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Eva de León González participó con tres obras en la exposición.

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