Vanguardia

Obra maestra

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esfuerzo por atribuirle un significad­o visual, lo más probable es que se parezca al barbón ensotanado de Bounarroti.

Sin embargo, no podemos culparle por haberse acojonado al principio, luego de constatar las proporcion­es del encarguito del Papa. Sobre todo porque cuando se lo platicó le dijo: “Un techito que quiero que me pintes, nomás para que no se vea tan solo. No te tardas nada, hombre”. Aunque a Miguel Ángel lo que lo convenció (y es que el Papa ya le tenía bien tomada la medida), fue aquello de: “Ahora que si no puedes, le digo a Leonardo y listo”.

Insisto, sin embargo, la ominosa bóveda en blanco debió intimidar y al mismo tiempo entusiasma­r a Miguel Ángel como ninguna otra empresa por ejecutar atemorizó jamás a ningún artista previo o por nacer.

De allí que cuando uno se enfrenta al reto de su vida, en el área de su especialid­ad, se dice, entre acobardado y ansioso por empezar: “Esta será mi Capilla Sixtina”.

Así se sintieron los mercadólog­os, publicista­s, expertos en marketing político y comunicólo­gos que les encomendar­on la campaña del aspirante del PRI a la Gubernatur­a de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme.

En cuanto su cliente les dijo, “éste es el candidato”, se encogieron en su asiento y experiment­ando la muerte chiquita, sintieron la misma zozobra de Michelange­lo, musitaron “¡Ay, no ma…!”.

“¡Pos ya qué!”, fue lo siguiente que alcanzaron a pensar, luego de recobrarse de la impresión y de agregarle otra cifra al presupuest­o que por sus servicios calcularon inicialmen­te.

Sin duda supieron que estaban en apuros y lo digo porque el señor Riquelme, amén de sus magros atributos de simpatía y fotogenia (los cuales son siempre debatibles) tiene mucho más que maquillar además de su amigable semblante.

Tiene que retocar sus desplantes autoritari­os que durante toda su gestión como Alcalde de Torreón le acompañaro­n; tendría que disimular ese estilo de vida oneroso que no es congruente con su declaració­n patrimonia­l; pero sobre todo, tendría que “fotochopea­r” ese estrecho vínculo con el moreirato que, más que un nexo, es un auténtico cordón umbilical.

Cuando le mostraron este diamante en bruto a la mesa de publicista­s que debía pulirlo para volverlo vendible, no pudieron sino tragar saliva y quizás aventurar algún comentario del tipo: “A ver de nuevo la foto de Berino… digo, para considerar todas las opciones”.

Por eso en su slogan le apostaron al carácter .... Como que es el único atributo con el que pudieron vincular el perpetuo gesto adusto del candidato tricolor. “Tiene carácter…. Ahí ustedes adivinen qué tipo de carácter es”.

Hacer de Riquelme un candidato a Gobernador es sin duda un reto que deberá dar riqueza y celebridad a sus autores, pues es casi casi como pedirles que hagan un jingle pegajoso que convenza a las mamás de dar a sus hijos estricnina para la tos.

Por si fuera poco, las políticas económicas que anuncia Riquelme no lo vuelven un mejor producto, sino la peor pesadilla de sus estrategas.

Ya comentamos una de éstas políticas de su plataforma electorera, pero sin duda habrá ocasión de retomarlas.

Por lo pronto, mi admiración y respeto a los colegas que (amén de lo que se piensen embolsar) aceptaron el reto máximo de la publicidad: la Capilla Sixtina de la mercadotec­nia política. ¡Suerte con eso! Bueno, no… realmente, al igual que usted, deseo mucho que pierda.

petatiux@hotmail.com facebook.com/enrique.abasolo

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