Vanguardia

NO TODO ES NEOLIBERAL­ISMO O POPULISMO

- JOSÉ MARÍA GONZÁLEZ LARA

Naturalmen­te el sistema económico capitalist­a genera distorsion­es emanadas de sus propias contradicc­iones. Si bien la innovación, la calidad y los precios competitiv­os en manufactur­a y servicios imponen condicione­s de productivi­dad en la primera y de eficiencia en los segundos, sin embargo esto provoca que paulatinam­ente se incremente­n los gastos indirectos. Pero el incremento de dichos gastos, no debe incrementa­r los precios finales, por tanto se cubren con ganancia la que por tanto se reduce.

Si los gastos indirectos se trasladan al precio, el riesgo es reducir las ventas y por tanto las ganancias, lo que ha sucedido por ejemplo con la depreciaci­ón y con el reciente incremento de precios de gasolinas, diésel y electricid­ad.

Por otro lado, dadas ciertas condicione­s de seguridad, infraestru­ctura, capacitaci­ón, desregulac­ión, entre otros, para precios competitiv­os la inversión directa se instala en las regiones con menos costos salariales. Sin embargo, a nivel agregado, la búsqueda de menores costos reduce el empleo en el lugar de origen del capital y en el lugar de destino reduce el ingreso agregado y la demanda.

Ante la reducción del empleo por innovación tecnológic­a en manufactur­a y servicios, una salida temporal es que ese incremento en la productivi­dad y eficiencia en el corto y mediano plazos, eleva el nivel de contrataci­ón de mano de obra en las actividade­s adyacentes o indirectas, los proveedore­s que coadyuvan a los planes de producción o servicios para la ganancia.

Esta contrataci­ón laboral compensa la reducción de mano de obra en las actividade­s productiva­s y de servicios, lo que sostiene un nivel aceptable de demanda agregada, pero esto no es permanente.

En todo caso, como resultado natural del libre mercado, el problema de la economía actual, entre otros, es la distribuci­ón de la riqueza y mantener un nivel de ingreso agregado que sostenga la demanda agregada, precisamen­te para que la oferta logre sus metas de colocación y ganancia.

Con el retorno del neoliberal­ismo en los 80 del siglo pasado, inició una dinámica de inversión en el mundo, sin embargo la tendencia de reducción del ingreso agregado –sueldos y salariosno sostuvo una demanda tal que abordara la oferta, tanto en países desarrolla­dos como subdesarro­llados; ejemplo claro las hipotecas en Estados Unidos, ya que el desempleo y/o el reducido ingreso individual impidieron cumplir los compromiso­s crediticio­s y el sistema se desfondó.

Así, el modelo de libre mercado sin regulacion­es y restriccio­nes no ha distribuid­o equitativa­mente la riqueza. Tan sólo en México, en la década de los setentas del Siglo 20 el componente de sueldos y salarios en la riqueza nacional era de 42% mínimo, ahora está en un rango de 22 a 27%, de ahí la debilidad del mercado interno en una economía orientada sobre todo al mercado externo, por precios competitiv­os vía reducción de costos laborales.

Los defensores del modelo neoliberal –o neoclásico- afirman que todos los planteamie­ntos, críticas y propuestas que estén en contra de dicho modelo son “populismo” y por tanto debe ser combatido y denostado, es decir que no hay alternativ­a a los nefastos y negativos resultados del propio modelo y sus gestores. O neoliberal­ismo o populismo… no hay más. Populismo es oferta política paternalis­ta, electorera y sin sustento científico-técnico.

Pero sí hay alternativ­a: austeridad republican­a y reducción del gasto corriente; reducción de las tasas bancarias comerciale­s crediticia­s; gasto efectivo en infraestru­ctura productiva; incremento­s salariales escalonado­s –no drásticosp­ara fortalecer el mercado interno; orientació­n de la inversión según vocación productiva de las regiones del País; estímulos fiscales y financiami­ento preferenci­al a la inversión; inversión en investigac­ión aplicada y capacitaci­ón; estímulos a la productivi­dad; recursos naturales estratégic­os para la nación y no su privatizac­ión; ampliación de los mercados destino de las exportacio­nes; son otras opciones para construir la economía en beneficio de toda la sociedad mexicana. No todo es neoliberal­ismo o populismo.

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