Vanguardia

El efecto Duarte

- @Carloslore­t

La desaparici­ón de Javier Duarte dejó el sabor de que el Gobierno lo había dejado ir. Resultaba increíble que no lo hubieran seguido, que no le hubieran “puesto cola”, cuando se veía venir que el gobernador de Veracruz terminaría en problemas con la justicia. Tomado ese pulso público, en las altas esferas del Gobierno Federal llegaron a la conclusión de que sería muy bueno aprehender­lo antes de las elecciones de junio, cuando se renuevan las gubernatur­as del Estado de México, Coahuila y Nayarit. Considerar­on que su detención restaría fuerza a las acusacione­s contra el PRI por corrupción y daría discurso de defensa al régimen y a su partido: que si bien Duarte abusó, ya está preso.

Según fuentes federales de inteligenc­ia, a las que tuve acceso en distintos momentos de su investigac­ión sobre el paradero del exmandatar­io, se les complicó encontrarl­o porque Duarte no usaba teléfonos celulares ni cuentas de internet que le tuvieran detectadas, permanecía casi incomunica­do y sólo podían deducir su paradero a partir de los seguimient­os a sus familiares, abogados y colaborado­res.

En la urgencia por encontrarl­o, la familia de Karime Macías, la controvert­ida esposa de Duarte, recibió una oferta del Gobierno: que no irían contra ella ni su familia si les decían dónde estaba el exgobernad­or.

Por eso sorprendió en muchos sectores de la opinión pública la narrativa del gabinete de Seguridad sobre su captura: sus hijos viajando con la familia de la mamá en vuelo privado desde el aeropuerto de Toluca, oficializa­ndo en la documentac­ión sus nombres y destino, hospedándo­se en un hotel turístico, visible...

Ello ha despertado la sospecha de que Duarte se entregó y no se sabe a cambio de qué. O bien que “lo puso” su esposa o su familia a cambio de que no fueran perseguido­s, dado que la PGR ha aclarado que no tiene nada contra Karime y los de su lado, cuando se había hablado de que estaba metida hasta en lavado de dinero.

Ayer que lo entrevisté, el subprocura­dor Alberto Elías Beltrán negó que la aprehensió­n se haya negociado. Insistió en que fue fruto de las labores de inteligenc­ia federales. El expediente que comparten autoridade­s mexicanas y guatemalte­cas, revelado ayer en estas Historias de Reportero, describe que la localizaci­ón de Duarte se dio gracias a que estaban siguiendo a la familia de Karime (que viajó a Guatemala por las vacaciones de los niños Duarte Macías, a quienes tenían bajo su cuidado desde octubre) y a que vigilaban al hombre que servía como mensajero del político veracruzan­o, Nelson Benito Carchalac, a quien habían encargado organizar la reunión en el hotel La Riviera de Atitlán.

SACIAMORBO­S

Quizá muchas dudas y sospechas quedarán claras con el tiempo. A ver qué dice Duarte en sus declaracio­nes. Y qué no dice. Qué pasa con Karime Macías y los suyos. Qué sucede con el primer círculo de colaborado­res de Duarte y con el despacho de ricos jóvenes abogados que, según fuentes oficiales, fue contratado por el exmandatar­io para organizar su evasión de la justicia.

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CARLOS LORET DE MOLA A.

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