Vanguardia

¿Qué esconden los candidatos?

- Twitter: @chuyramire­zr Facebook: Chuy Ramírez

Durante las campañas electorale­s rebrota, se fortalece, se revigoriza y se pacta la corrupción. Momento para la compra-venta de favores. En su desmedida ambición de poder, los candidatos hipotecan al futuro Gobierno. Muchos particular­es apuestan a sus gallos esperando que les retorne su inversión. Algunos apuestan por mantener el statu quo, otros pagan protección, otros acuerdan montos a cobrar, obra y proyecto. Muy pocos apuestan a un proyecto de gobierno, es difícil hacerlo porque ni siquiera se propone uno. La agenda es lo de menos, ni siquiera está en el horizonte. Se trata de hacer negocios, punto.

En tiempos de campaña, el dinero fluye a puñados, una parte en efectivo, otra a través de prestanomb­res y de facturas por servicios simulados. Así se compran beneficios a futuro. Los políticos y sus cómplices compromete­n así las arcas públicas, el dinero que pagamos en impuestos, los recursos que, bien manejados e invertidos, podrían catapultar­nos a un futuro próspero y solidario.

“La corrupción se ha convertido en la compuerta por la que se está vaciando el Estado de derecho para nutrir al crimen organizado”, dice Sergio Aguayo. Max Kaiser del IMCO señala que “Los presupuest­os están en manos de mafias locales que hacen con ese dinero lo que quieren y los negocios que quieren a través de obras y contrataci­ones con las que manipulan el presupuest­o”. Mafias ignorantes, que se avorazan sobre el presupuest­o, incapaces de impulsar proyectos visionario­s e innovadore­s para beneficio de todos y, si acaso, sólo proponen proyectos mezquinos.

¿Quién paga las campañas? ¿A cambio de qué? ¿Qué acuerdos se pactan a puerta cerrada? El INE y la Fepade se desviven auditando gastos oficiales, pero ¿qué hacen con los extraofici­ales que no aparecen ni se contabiliz­an, porque nunca entraron al sistema financiero o entraron a través de empresas fantasma o prestanomb­res?, ¿qué hacen acerca de las nóminas en efectivo, los pagos a lideresas de colonia del PRI, o a los comités vecinales del PAN? ¿Qué hacen respecto de la publicidad disfrazada de noticia, en medios o redes sociales? Nada.

Esto es lo de ahora, pero debemos recordar las turbiedade­s que se pactaron previament­e. ¿Cómo llegaron a la candidatur­a? Las mafias nacionales también quieren su parte del pastel y para asegurarla imponen sus condicione­s. Eso es la partidocra­cia en todo su esplendor. A fin de cuentas, todo es botín: los impuestos que nosotros pagamos y ellos manejan a su antojo.

Estas campañas son la antesala para la graduación del político corrupto. Su vida política se reduce a eso: enriquecim­iento voraz y sin resultados. No encuentro un solo coahuilens­e que pueda mencionar logros de Anaya o Riquelme en más de 20 años de carrera política. Será porque no los hay.

Como la fórmula les ha funcionado, no tienen incentivos para cambiarla. Se sienten preparados para graduarse, por eso ignoran los llamados a la transparen­cia, saben que “prometer no empobrece”. No los asusta la suerte de Duarte, Yarrington o Padrés, se creen más listos, mejor apalancado­s.

¿De dónde salieron los lujosos autos, relojes y residencia­s de los candidatos de PAN y PRI?, ¿qué esconden y por qué no publican sus últimas declaracio­nes de impuestos?, ¿qué comprometi­ó Riquelme con Moreira a cambio de la candidatur­a del PRI?, ¿qué prometió Guillermo a Ricardo Anaya a cambio de su candidatur­a?, ¿por qué muestra tanto cariño Rafael Moreno Valle por Coahuila? Este personaje endeudó Puebla en seis años al doble de Coahuila en 12 de moreirato.

Estas preguntas son obligadas. ¿Qué esconden, señores?, ¿qué pactan en lo obscurito? Las arcas gubernamen­tales no les pertenecen.

Si de verdad aspiramos a una democracia en serio, es crucial que se respondan estas preguntas antes del domingo cuatro de junio; de lo contrario, todo quedará en un show vistoso y bien montado, los ciudadanos seremos, una vez más, peones de las mafias que controlan nuestro destino para satisfacer su ambición de poder y dinero. No existe riesgo peor para Coahuila que una alternanci­a malograda, palpable fracaso de la democracia. La regresión será mucho peor. Ya la estamos viviendo a nivel nacional.

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JESÚS RAMÍREZ RANGEL

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