LA FIESTA DE LAS EMOCIONES FUERTES
Ocurrió hace poco más de dos años. Cadillac hizo la mudanza; dejó Detroit para instalar su cuartel general en la calle Hudson, en el Midtown de Manhattan, justo en el extremo de Soho. ¿Por qué lo hizo? La razón no tan corporativamente correcta: para desmarcarse de la nube de símbolos del Big Iron estadounidense y redirigir su destino con un acento independiente, hacia el horizonte del mundo. Nueva York es la capital del lujo global; allí la marca emblemática podría aprender dos o tres lecciones. Podría atraer a urbanitas sofisticados, insertarse en la comunidad artística. Cadillac necesitaba impulsarse, imaginarse de otra forma.
Muchas presentaciones impac- taron nuestros sentidos en el Auto Show de Nueva York, muchos conceptos, muchos gestos de la industria dejaron una buena memoria. Sin embargo, las sospechas más sugestivas llegaron durante la fiesta que se convidó en la Cadillac House con motivo del show. Allí, ante la visión de un Cadillac Cyclone 1959 (un auto que quiso profetizar el futuro tecnológico de autoconducción que hoy está tan cerca) y rodeados de artistas y gente “edgy”, llegamos a una idea que querría ser conclusión: la ‘ciudad que nunca duerme’ terminará influyendo a la industria automotriz más de lo que sus propios comandantes y dirigentes querrían aceptar.
Nueva York es un auto show que hasta hace poco tiempo generaba solo interés local, pero que ha ido ganando popularidad año con año. Hoy es el lugar donde la industria se puede dar ciertos lujitos sin pensárselo demasiado. Y, ojo: el lanzamiento más importante en el año de Lincoln (es una especulación) se dio aquí: la Navigator, que reafirma sus características de SUV dominadora, apabullante, ganadora sobre todo en el jugoso mercado chino.
El influjo de Nueva York irá pintando el carácter del auto show de un color cada vez más particular, creemos. Las marcas premium querrán que sus vehículos triunfen aquí, sí o sí. En esta ciudad se dibujan, más que en cualquier otra, los sueños y delirios del mundo entero. Si la industria automotriz quiere seguir alimentando la imaginación del público, querrá aprender esas famosas lecciones de lujo, de distinción.
Nos gustó mucho la selección del “World Car of the Year” que resultó de este Auto show. Pueden verla en la columna de la izquierda. Es sensata. Aplaudimos especialmente el Toyota Prius Prime, la promesa de mejoramiento de este auto.