Tradición y modernidad
Cuando nos conformamos con cierto orden de cosas y nos acostumbramos a ciertas circunstancias, la comodidad hace que nos volvamos refractarios a cambios que pueden auxiliar y provocar mejoramiento.
Nuestra ciudad, cuya presencia se ha ido consolidando y, hay que decirlo, también hermoseando, exhibe también muchos puntos negativos que deben ser eliminados. Aunque resulta evidente que la transformación ha hecho bien a temas que tienen que ver con una mayor apertura de pensamiento y mayores márgenes de acción, numerosos aspectos han ido quedando rezagados.
Aspectos de su infraestructura urbana. Saltillo, como población cuatricentenaria, presenta un carácter sumamente atractivo para los visitantes de ciudades cercanas que han sacrificado tradición por modernidad. Así, la Macroplaza de Monterrey decidió abrirse camino eliminando del entorno casas viejas de la ciudad. En el lugar de estas construcciones dejaron puesto un amplio y moderno corredor, obra de arquitectura que mucho habla de una ciudad progresista y de empuje. Tal era la intención.
Nuestro Saltillo conserva un carácter antiguo en el centro, en su plaza y casas aledañas. Todavía se respira un ambiente provinciano frente a Catedral y los alrededores. Muy bello, muy entrañable para muchos de sus habitantes, es motivo de sorpresa de los visitantes que se topan con un lugar que en nada se parece a cualquier otra ciudad. Tiene un carácter y una personalidad propios que fascinan.
Puede presumir esta capital de lugares que le son icónicos, que resultan emblemáticos, que asimismo también tienen una atmósfera única, especial. La Alameda es uno de estos sitios; el parque Las Maravillas y, en éste, por supuesto, el Museo del Desierto; el Bosque Urbano; el Museo de las Aves; la Ciudad Deportiva; la recién inaugurada Plaza Coahuila; la Plaza Ateneo se agregan a la lista.
Son característicos de Saltillo, con señas de identidad claras. Sin embargo, en muchos de estos sitios, que nos resultan a nosotros tan familiares, tan de todos los días, viéndolos acompañados de un visitante o en una jornada distinta a las habituales, es posible percatarse de las necesidades de limpieza y de mantenimiento.
Decía al principio de estas líneas de lo fácil que es acostumbrarse a ciertas cosas. A ciertas circunstancias. Y ello es lo que nos pasa en la ciudad. Si bien su aspecto conjuga tradición y modernidad, han quedado rezagados aspectos de mantenimiento que también mucho dicen de nosotros sus pobladores.
Hablemos de la Ciudad Deportiva, por ejemplo. “El trenecito”, puesto en marcha junto con la inauguración, ha gustado a muchísimos de los visitantes al parque, el cual recibe a un gran número de paseantes y deportistas entre semana; la cantidad se eleva los sábados y domingos, días en que hay áreas prácticamente abarrotadas. Pues bien, ahí los jardines dejan mucho que desear. Los jardines y en general las condiciones de suelo. Justamente, también el arroyo. Mientras las áreas verdes lucen secas, el arroyo, sucio. Lo disparejo del suelo podría ocasionar accidentes en uno de los entretenimientos más buscados en la Deportiva: carritos acondicionados con pedales de bicicletas y capacidad de tres personas. Pese a que el administrador del negocio advierte que no se trata de competencias y no es dable rebasar, la vigilancia durante el recorrido de los vehículos es nula y lo desigual del camino invita a los participantes a desoír las advertencias.
¿Por qué conformarse con la medianía? La Plaza de Armas, en el corazón mismo de Saltillo, el área de los arcos es deplorable por el descuido y la suciedad, así como el propio piso de esta plaza. Los jardineros riegan los árboles, pero nadie se ocupa de limpiar a fondo la plaza.
Dicen que una ciudad limpia no es aquella que constantemente debe estarse aseando, sino la que sus habitantes ensucian menos. Yo creo que a la par van las dos cosas. Si la ciudad permanece limpia, si se le sostiene en un excelente estado de conservación, sus habitantes poco se atreverían a ensuciarla.
Saltillo merece más de lo que hasta ahora, en muchos sentidos, hemos demostrado que estamos dispuestos a darle. Es visible la ausencia de cultura cívica. Una conciencia ciudadana que debiera ir aparejada a decididas y efectivas acciones gubernamentales.
Conciencia y acciones en un sentido: identidad.