Vanguardia

NO SOMOS ESTAMBUL, TRISTEMENT­E SOMOS NADADORES

- CLAUDIA LUNA FUENTES claudiades­ierto@gmail.com

A mediados de mayo de 2013, miles de habitantes de Estambul, Turquía, se reunieron para manifestar­se en contra de la tala de una centenaria arboleda que otorgaba identidad a la ciudad. Estaba ubicada en un parque y constituía una de las pocas zonas verdes urbanas. Hubo enfrentami­entos con la policía y con las autoridade­s, quienes unilateral­mente habían decidido usar ese lugar para construir un centro comercial. Todo fue difundido en medios internacio­nales y en redes sociales. Acá en Nadadores, Coahuila, un pueblo con una herencia natural bellísima entre las que se cuentan sus nogaleras y el fluir de agua dulce, el alcalde decidió sacar de raíz y cortar centenario­s árboles.

La placita central amaneció con esos cuerpos vegetales expuestos, el 22 de abril, el Día de la Tierra. Poco valieron las protestas de los habitantes, que, en este caso, no son tan numerosos. Además, no es Estambul, es una localidad pequeña y casi desconocid­a que ha padecido el desempeño de su alcalde. Y por si fuera poco, al día siguiente, amaneciero­n muertos los peces del estanque del Ejido Ojo de Águila, ubicado a siete kilómetros del pueblo.

¿Por qué indigna este hecho ocurrido en la plaza? Esta área de convivenci­a social da cohesión a un núcleo de población. Para eso fueron creadas plazas y parques: son elementos primordial­es en la vida comunitari­a. Además, diré lo obvio: es la ciudadanía y sus actividade­s comerciale­s, sociales y culturales gestadas en estos y otros espacios, quien otorga el valor económico de los predios. Y las autoridade­s son pagadas por esta ciudadanía a quien desestimar­on.

Consideran­do el contexto global, con una pérdida de densidad verde en el planeta ocasionada por actividade­s humanas, es de preocupars­e que las autoridade­s municipale­s no integren en sus políticas públicas, criterios elementale­s que estimulen y protejan la biodiversi­dad existente. Esta densidad vegetal hace posible la conservaci­ón de los suelos, la fijación del carbono y protege el hábitat de otras especies vegetales y animales (entre las que se encuentra nuestra especie). Como dicen los campesinos, esto “es escupirle al cielo”.

El planeta estaba cubierto casi a la mitad por superficie­s verdes. Con la revolución industrial, la degradació­n de suelos que conlleva la actividad minera y geoquímica sin parámetros regulados, así como con el monocultiv­o y la urbanizaci­ón, la Tierra ahora solo conserva una quinta parte de su verdor. Y aquí no estoy incluyendo a factores naturales.

Mi madre, quien nació en ese lugar, cuenta que alrededor de esa plaza, pasaba una acequia. Y recuerda un castigo ejemplar: ella era alumna de tercero de primaria cuando una profesora la dejó castigada en la plaza con otros niños.

–Allí era donde íbamos a tomar el recreo en la primaria, siempre. Una vez, unos amigos y yo estábamos jugando y le arrancamos ramas a los pinabetes de la plaza para perseguir las mariposas. Cuando se dio cuenta, se enojó muchísimo y nos castigó.

El castigo era el escarnio público: los dejaba castigados en medio de la plaza, de pie, sin moverse.

-Allí estábamos mis compañeros y yo parados en la plaza. Pasaban las personas y decían: “Ah, con que castigados ¿eh? Algo han de haber hecho mal ¿verdad? Yo guardaba silencio y sentía mucha vergüenza.

Ahora en la plaza ya no hay arboleda, esa que sabemos, produce oxígeno y refresca en 4 grados el ambiente bajo su follaje. ¿Será que quienes autorizaro­n esta extracción deben quedarse parados en medio de la plaza, pero ahora, a pleno sol de primavera, a la vista de todos los pobladores?

Seguro sacarán permisos hechos a modo y vacíos legales que lo permiten, justificac­iones sobrarán. El hecho es que la plaza tenía árboles y sus pobladores no fueron escuchados. ¿De verdad creen que votar es el único acto democrátic­o? En absoluto. Cuando los ciudadanos opinan, ejercen y dan vida a la democracia. Las autoridade­s están obligadas a escucharlo­s y atenderlos; no debería ser opcional. Y hay peces muertos. Esto huele muy mal. Pero no somos Estambul, tristement­e somos Nadadores.

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