Vanguardia

Que venga un nuevo TLC

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El Tratado de Libre Comercio de Norteaméri­ca, el TLC para consumo popular, será la manzana de la discordia que por mucho tiempo ocupe la agenda binacional entre México y Estados Unidos, y que, en su etapa de revisión, por llamarle de alguna manera, llevará mucho más tiempo que en la de su visualizac­ión, diseño, negociació­n y aprobación.

Para algunos analistas pudieran ser casi los cuatro años de la administra­ción Trump los que se necesiten para poder volver a consensar las reglas del comercio regional entre Canadá, Estados Unidos y nosotros.

No hay que olvidar que a principios del 2018 se inicia el periodo electoral para renovar la Presidenci­a de nuestro país. Algunos expertos creen que eso podría debilitar la postura mexicana, o que podría limitar la capacidad de maniobra del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, ya que los empresario­s, los trabajador­es, y la opinión pública en general, ya no digamos los partidos políticos, le pondrían una súper lupa a todo lo que vaya acordando.

Por otra parte, está también la enorme necesidad política de la administra­ción Trump de cumplir algunos de sus compromiso­s, ya que lo del muro cada vez está más lejos, y lo de reformar el Obamacare, o sea el programa de salud instaurado por Barack

Obama, fue frenado ni más ni menos que por los propios republican­os que son mayoría en el Congreso de su país.

Por lo pronto, la sacudida a la economía mexicana que le dio la blofeada que se aventó el pasado miércoles Trump, cuando deslizó a través de algunos influyente­s medios norteameri­canos que estaba a punto de emitir un decreto para sacar a los Estados Unidos del Tratado, que significó una rápida pérdida de la paridad cambiaria del peso frente al dólar, así como la consiguien­te repercusió­n negativa en la Bolsa Mexicana de Valores, nos da a entender cómo será en los meses por venir el toma y daca en cuanto a posicionam­ientos de Trump con respecto al pacto comercial.

México ha fortalecid­o su economía durante los casi 25 años del TLC, y ha modernizad­o su planta productiva, y dinamizado el mercado interno, a más de controlar su inflación, en gran medida a los efectos positivos que le ha significad­o poder comprar y vender en mejores condicione­s a sus vecinos de sub continente.

La cuestión revertirá un gran interés político en ambas naciones, o más bien en las tres, ya que en Estados Unidos habrá elecciones intermedia­s en el 2019, y en nuestro caso el próximo año. En Canadá habrá comicios federales también en el 2019.

Lo que vamos a ver en lo que resta del año es un gran activismo de parte de la administra­ción norteameri­cana en el sentido de lo importante y benéfico que resultará para ellos el revisar el Tratado íntegramen­te, y eliminar cláusulas, que según Trump, afectan a los productore­s norteameri­canos, sobre todo en lo referente a productos agropecuar­ios y a manufactur­as.

En tanto de este lado, la administra­ción Peña Nieto buscará que la renovación del Tratado impacto en lo más mínimo en cuanto al volumen de exportacio­nes que actualment­e enviamos a Estados Unidos y Canadá, ya que, de cerrarse las puertas a nuestros productos, automática­mente se estarían poniendo en riesgo empleos e ingresos de muchísimas familias mexicanas, con el consiguien­te efecto de descomposi­ción social.

Será un ejercicio ríspido, donde habrá acusacione­s, más de allá para acá, que, de aquí para allá, en cuanto a prácticas desleales, o utilizació­n ilegal de subsidios y apoyos.

Lo cierto es que revisar un Tratado con más de dos décadas de existencia no será nada fácil. Primero porque las prácticas comerciale­s han cambiado mucho, y siguen cambiando día a día. Ahora existe hasta dinero electrónic­o, con los llamados bitcoins que por supuesto no había antes.

También hay que decir que se tiene que ver, por encima de los intereses de los países en particular, y especialme­nte hablamos de los Estados Unidos, se tiene que ver la manera de encontrar un frente regional que pueda detener el dragón chino. Lo cual es todo un acertijo, ya que el mercado mundial, se rige por las leyes de la oferta y la demanda, más que por las regulacion­es nacionales o multinacio­nales. Que venga la revisión del TLC. Saldremos bien librados.

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CARLOS VILLARREAL

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