Tensa calma
Estamos a un mes de elegir Gobernador del Estado, un nuevo Congreso local y treinta y ocho alcaldes. Pareciera que todo está dicho. Los partidarios de unos y otros difícilmente cambiarán de bando y los indecisos están reducidos a su mínimo histórico, tanto así que quizá ni siquiera podrán inclinar la balanza en uno u otro sentido.
Ignoro si esto obedece a la presencia de las redes sociales, a que somos una sociedad más informada; o a tratándose de campañas electorales, hemos visto de todo. ¿Será tal vez una combinación de todo ello?
Como quiera que sea se trata de un fenómeno novedoso, no visto en campañas anteriores. Demasiada información nos tiene atiborrados de asuntos que no se analizan en profundidad; sino que se procesan superficialmente, a la carrera, pero a fin de cuentas, se trata de información.
¿Y ahora qué hacemos? ¿De qué discutimos? Los candidatos ya se sacaron sus trapitos al sol, sabemos quienes tienen más de lo que podrían tener legítimamente. Las propuestas aportan poco o nada.
En un lado estamos quienes formamos parte de la comentocracia participativa, por el otro, está una ciudadanía muy informada y más participativa. Ambos grupos ya tomaron su decisión, no parece haber nada que los haga cambiar. Un tercer frente está formado por ese cuarenta a cincuenta por ciento de coahuilenses no interesados en el juego político. Pase lo que pase, ellos no votarán. ¿Qué queda por hacer?
Tal vez la reflexión valga para subsecuentes elecciones. En los municipios la cosa se pone peor. Municipios pequeños como Hidalgo, Guerrero, Jiménez, Juárez o General Cepeda, los candidatos ya recorrieron los poblados varias veces, en algunos casos, en el vacío, sin eco alguno. La legislatura entrante, tal vez discuta el tema.
Si las elecciones fueran hoy, no tengo duda que el PRI perdería la gubernatura. Independientemente de quien ganara, la sola derrota del PRI, sería un hecho histórico que abriría las puertas para grandes logros, aunque no se garanticen en automático. Lo dice la historia reciente, las derrotas del PRI por sí mismas, no resuelven nuestros problemas, nos ponen en camino de resolverlos, no mas y no menos.
La alternancia en el poder es un hecho de un día; la transición a la democracia es un proceso que se construye hasta lograr su consolidación, y para ello se requiere del concierto de todas las fuerzas políticas y de la sociedad en general. Pero sobre todo se requiere que el gobernante y la clase política tengan grandeza y generosidad, lo que hoy en día equivale a pedir peras al olmo.
Todas las encuestas de opinión dejan bien claro que la enorme mayoría, siete de cada diez coahuilenses quieren un cambio, quieren la derrota del PRI en Coahuila, reprueban al Gobernador y todo lo que pueda venir de él, incluido Miguel Riquelme. Me preocupa que esta abrumadora mayoría, entre la cual me encuentro, alcanzamos la cresta del enojo, en pos del cambio, y todavía faltan treinta días para la elección, lapso que el Moreirato aprovechará para hacer de las suyas.
Sin duda apostará, como en cada elección, a la abstención por desánimo. Buscará convencerte de que no salgas a votar, tratará de distraerte con otras noticias, de convencerte de que no vale la pena votar. Pondrá a todos los candidatos en el mismo rasero: “todos son corruptos”, “más vale malo conocido...”, etcétera.
Un mes es mucho tiempo, llegamos a la cresta del cambio demasiado pronto. Nuestra mayor responsabilidad será no perder el ánimo, impedir que decaiga. Dar calidad a nuestros argumentos y discusiones, exigir respuestas, exigir cómos, a los candidatos. Que respondan de su vida y patrimonio, de sus planes de gobierno. Ya nos han dicho el qué, toca pedir que nos hagan saber el cómo. Mientras tanto, no hay más que esperar en la tensa calma.
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