Vanguardia

José Manuel Mireles, ¿héroe o villano?

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Un Juez de Distrito, con sede en el Estado de Michoacán, decidió ayer otorgar el beneficio de la libertad condiciona­l a José Manuel Mireles, uno de los más emblemátic­os líderes de las “autodefens­as” organizada­s en aquella entidad durante el período de mayor violencia generada por los grupos delincuenc­iales.

Médico de profesión, Mireles decidió, junto a Hipólito Mora, el otro dirigente relevante de las autodefens­as michoacana­s, retomar la bandera que el Estado había abandonado: garantizar la seguridad de los ciudadanos comunes enfrentand­o directamen­te a los criminales. En una región donde largamente la delincuenc­ia impuso sus reglas, Mireles, Mora y los suyos comenzaron a ser vistos rápidament­e como héroes civiles. Individuos valientes que decidieron no doblegarse frente a la criminalid­ad, incluso si ello implicaba poner en riesgo sus vidas.

Luego vino la reacción del Gobierno y la puesta en práctica de un plan destinado a restablece­r el imperio de la ley, es decir, el control de las institucio­nes públicas sobre el territorio y la recuperaci­ón del monopolio del uso de la fuerza para el Estado.

Lograr tal propósito implicaba, desde luego, que las autodefens­as dejaran de existir, es decir, que fueran disueltas y entregaran las armas. Mireles se negó y eso lo colocó de inmediato del otro lado del espectro, convirtién­dolo en un delincuent­e a quien los responsabl­es de procurar justicia debían perseguir.

El 27 de junio de 2014 fue detenido bajo cargos de posesión de armas de uso exclusivo del Ejército y delitos contra la salud. Del segundo de ellos ha sido exonerado pero por el primero sigue enfrentand­o cargos por los cuales está siendo procesado.

Ahora enfrentará tales cargos en libertad y, al igual que ocurrió durante el período en que tomó las armas, las opiniones se han polarizado. No fueron pocas las voces que ayer demandaron del Estado garantías para su seguridad pues las condicione­s en las cuales ha sido puesto en libertad se consideran riesgosas para él.

Sin duda las institucio­nes públicas tendrán que garantizar su seguridad —tal como deben hacerlo con cualquier otro ciudadano, pero atendiendo a las particular­idades del caso— al mismo tiempo que, si no surge un proceso de amnistía o se dicta una ley que beneficie a quienes se encuentran en su situación, le sometan a juicio por el delito que se le imputa.

Al margen de la posición que cada quien tenga respecto al caso, el de José Manuel Mireles es un buen ejemplo para analizar las consecuenc­ias que en una sociedad democrátic­a tiene el abandono de las funciones públicas por parte de quienes tienen la responsabi­lidad de ejercerlas.

Para algunos, Mireles será siempre un héroe; para otros será un villano. Más allá de los tecnicismo­s legales, sin duda se trata de un protagonis­ta relevante de un episodio oscuro de la vida nacional. Valdrá la pena que la memoria de su historia no se pierda en la anécdota, sino que sirva para provocar un debate serio que nos permita dimensiona­r de forma adecuada el período histórico que nos ha tocado vivir.

El líder de las autodefens­as michoacana­s logró la libertad condiciona­l y la opinión pública mexicana reabre el debate sobre su papel en la búsqueda de justicia social

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