Vanguardia

Café Montaigne 19

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El nazismo ‘emerge de sus cenizas’ en distintos países, mientras se revisa la relación de Alois Brummer, último jerarca nazi, con el conflicto armado en Siria Cualquier tema me interesa. Aunque, usted lo sabe, no soy nunca el más indicado para abordarlo. Definitivo, hay gente más capaz en cualquier área que yo, para acometer temas, tópicos, tramas, sucesos, historias, anécdotas… en fin, sí, eso que llamamos humanidad, la vida de los humanos sobre esto llamado Tierra. Soy viejo, pero no soy un sabelotodo. Sigo aprendiend­o no obstante que tengo 55 años. La verdad tengo un poco menos, pero lo voy a redondear de hoy en adelante para evitarnos embarazoso­s números impares. E insisto, no obstante el estar ya viejo, sigo aprendiend­o y sigo abriendo la boca como ignorante que soy, ante ciertos hechos, vidas, épocas, lustros y sobre todo, me deslumbro y pienso y reflexiono sobre ciertos episodios de los cuales más nos vale jamás olvidarnos por aquella teoría: el que ignora la Historia, está condenado a repetirla.

¿Repetir los horrores de la Segunda Guerra Mundial y el genocidio provocado por los nazis bajo la égida de Adolf Hitler? No. Nunca. Eso no debe de estar vivo de nuevo jamás. Y para desgracia de todos, a escala, sigue gestándose y poniéndose en práctica en varios lugares del orbe en estos mismos momentos. Sin ir más lejos, el Estado Islámico y los yihadistas, con todo su poder brutal. En Turquía y en nombre del control y de la libertad, Erdogan ya es un dictador. Sí, enarbola la libertad como uno de sus blasones. En Senegal el ex presidente que perdió las elecciones democrátic­as el año pasado, se negó a dejar el poder y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas autorizó el uso de la fuerza. Una nueva guerra civil. En Venezuela, usted lo sabe, Nicolás Maduro ha echado mano de todo lo disponible para mantener con alfileres su poder político. En Siria, y a este periodo aciago de su historia (siempre lo ha sido, en honor a la verdad. Nunca han estado en paz) se le ha llamado ya una “catástrofe humanitari­a.” Pues sí, igual que en la Europa nazi de Hitler.

Bebo un poco de mi café, ahora bebo un café que un buen amigo me trajo de Nayarit. Doy vuelta a un mollete (batida de huevo), al cual he partido en dos, untando un poco de mantequill­a en sus lados para luego embadurnar­los con jalea de fresa y arándanos. Los doro un poco más y disfruto el aroma de mi café. Soy privilegia­do. En Siria no lo son. He deletreado en el párrafo anterior dos ecuaciones con un final infeliz. Siria más nazismo, igual a intoleranc­ia, violencia sin fin, represión y muertes. Muertes que aún hoy siguen siendo diarias, en una sangría de una guerra intestina sin final a la vista. Dije letras atrás que todo me interesa, aunque me declaro ignorante de todos los temas.

Esquina-bajan Voy leyendo un texto de espanto donde la ecuación anterior se ha manifestad­o con todo su poder demoniaco. Una reciente investigac­ión de una prestigiad­a revista francesa (texto de este 2017 de la revista “XXI”), destapa y revela que uno de los peores criminales de la II Guerra Mundial, Alois Brummer, al cual Adolf Hitler lo definió en su momento como su “mejor hombre”, estaba aún vivo hace poco tiempo y “asesorando” al régimen de terror del presidente sirio Háfez al-ásad, y este monstruo criminal no murió sino apenas en el año 2001. El lobo nazi habría entrado a Damasco, Siria, hacia 1953 a través de Egipto con un pasaporte falso a nombre de Georg Fischer. Ya instalado en Damasco, inició su colaboraci­ón con Háfez al-ásad y lo “asesoró” cuando éste dio su golpe de Estado en 1971.

“El presidente sirio puso en marcha un aparato represivo de una insólita eficacia, con un solo objetivo: mantener al país en un terror absoluto.” Se lee en el cuerpo del reportaje que está dando la vuelta al mundo. ¿Cuáles eran sus consejos? Cuando un piloto desertó a Israel, el nazi Alois Brunner le recomendó al Presidente Al-ásad: “tiene que matar a toda su familia, tiene que matar a toda la gente de su pueblo”. Éstos y no otros eran los nazis, que ahora y con las horas bajas que se viven en la democracia, en la pluralidad, en la libertad en todos sus niveles, emergen de sus cenizas. Se fortalecen los partidos de derecha (Francia), los nacionalis­tas (Holanda), los regionalis­mos (España), el proteccion­ismo (EU), sino es que de plano, el aislacioni­smo como forma de vida (EU).

La puntillosa investigac­ión de la revista francesa da cuenta que apenas y en 2001 habría muerto este carnicero, responsabl­e directo de la deportació­n (muerte) de 56 mil judíos de Viena, 43 mil de Salónica, 14 mil de Eslovaquia, 23,500 de Francia… Al parecer, murió en un sótano inmundo, casi sin medicament­os, “con mala comida y con enfermedad­es en la piel por la falta de luz y aire”, según se cuenta en el diario “El País”, que ha glosado de manera perfecta el reportaje francés. Al parecer y según los cazadores de nazis, Brunner nunca mostró ningún signo de arrepentim­iento alguno cuando estaba en fuga. Éste y por la edad sencillame­nte, era el último jerarca nazi de primera fila, del cual no se sabía que estuviese vivo aún. El Centro Wiesenthal lo había declaró muerto sin pruebas.

Letras minúsculas Ahora se sabe que el carnicero nazi murió apenas en el 2001.

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JESÚS R. CEDILLO

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