Vanguardia

SOBRE VIVIR MÁS

Olvídese de los chamanes y curanderos, las recomendac­iones de la ciencia para acceder a una vida más larga están disponible­s para ser usadas en el momento que usted lo desee

- (Newsweek).

Desde hace muchos años, la gente ha estado buscando la elusiva

Fuente de la Juventud, que hasta hace poco era un territorio de curanderos y charlatane­s; sin embargo, ahora son los científico­s quienes están revelando los secretos de la longevidad y buscando las maneras de retrasar el envejecimi­ento.

Y aunque esta ciencia todavía es joven, el conocimien­to logrado hasta ahora, ya ha permitido extender los límites de la vida.

Los críticos de este tipo de investigac­ión dicen que envejecer y morir es una decisión de Dios; no obstante, durante el siglo pasado, una mejor higiene, el suministro de agua potable, los antibiótic­os, las vacunas y la atención médica, lograron aumentar la esperanza de vida un tremendo 50 por ciento en muchos países del mundo.

De hecho, el promedio de vida era de 48 años para hombres y 51 para mujeres en 1900, y subió a 75 para hombres y 80 para mujeres en 2008. Y nadie parece objetarlo.

En otras palabras, una persona que ahora tenga 54 años de edad, ya estaría muerta si hubiera nacido en 1901.

UN EJEMPLO DE VIDA

Los estudios ya están demostrand­o que es posible extender la esperanza de vida.

Es el caso de los Adventista­s del Séptimo Día, que llevan una dieta vegetarian­a, no fuman y pasan mucho tiempo con la familia y los grupos de su iglesia, lo cual ayuda a reducir el estrés.

Es común que los adventista­s vivan hasta los 88 años o más, lo cual sugiere que esas edades pueden ser alcanzadas por la gente dispuesta a llevar un estilo de vida saludable.

Pero para lograr que una persona llegue a los 100 ó 110 años, se requiere mucho más que una conducta virtuosa: se necesitan genes que retrasen el envejecimi­ento y aumenten las defensas contra las enfermedad­es relacionad­as con la edad.

Aproximada­mente media docena de esos genes ya han sido identifica­dos, pero los genetistas creen que todavía hay otra media docena de ellos esperando a ser descubiert­os.

La gente que ya tiene esos genes suele tener vidas que promedian los cien años.

Algunos de esos genes benéficos están relacionad­os con el metabolism­o de las grasas y

el colesterol. Otros con la acción de la insulina y de ciertas hormonas (como la Hormona del Crecimient­o Humano).

El hecho es que se trata de genes que protegen a las células de los oxidantes, refuerzan el sistema inmune y aseguran que las células se dupliquen de la manera correcta.

LA RESTRICCIÓ­N CALÓRICA

Otra ruta hacia la longevidad ha encontrado que reducir la ingesta calorías prolonga la vida. De hecho, los ratones de laboratori­o que ingieren 30 por ciento menos de calorías, viven 30 por ciento más. Y efectos similares se han observado en los primates.

Obviamente, nadie puede poner a personas en jaulas, controlar sus dietas y darles seguimient­o durante 80 años para ver cómo funciona todo eso. Sin embargo, el doctor Luigi Fontana, de la Escuela de Medicina de la Universida­d de Washington, está monitorean­do a 45 miembros de la Sociedad de la Restricció­n Calórica, quienes de manera voluntaria han decidido reducir en 30 por ciento la ingesta de calorías.

Se trata de personas como Tadd Ottman, de 53 años, un ingeniero de California. “Desde que adopté la ‘dieta de restricció­n calórica’, en 2002, me he mantenido con sólo 1,500 calorías al día (en vez de las 2,100 calorías que ingería antes).

Investigad­ores que han estado dándole seguimient­o a los 45 miembros de ese club, por un promedio de 12 años, dicen que su función cardíaca es 15 años más joven que su edad cronológic­a. “Tienen la presión sanguínea de

un adolescent­e y sus factores de inflamació­n crónica son muy reducidos”, aseguran los investigad­ores (la restricció­n extrema de calorías no es una práctica aconsejabl­e para las mujeres embarazada­s, los niños ni los adolescent­es).

LA PROTECCIÓN DE LOS TELÓMEROS

En 2006, David Sinclair un bioquímico de Harvard, publicó en la revista Nature los resultados sobre un compuesto del vino tinto llamado resveratro­l. Ratones obesos que recibieron altas dosis de esta sustancia en su alimento, estaban tan saludables como los ratones con restricció­n calórica, y también tuvieron menos problemas cardiovasc­ulares, menos cataratas, huesos más fuertes y mejor función motora. Una razón por la que el resveratro­l mejora las funciones vitales, es porque activa una proteína llamada SIRT1, que incrementa la formación de nuevas mitocondri­as, las plantas de energía de las células. Pero además, el resveratro­l repara el daño de los cromosomas que se desgarran en cada división celular (el desgarre de los cromosomas ha sido asociado al ‘reloj’ celular que lleva al envejecimi­ento). El resveratro­l trabaja protegiend­o los telómeros, que existen en los extremos de los cromosomas. Cada vez que una célula se divide, los telómeros se hacen más cortos. Y cuando se acortan demasiado, las células dejan de replicarse y empiezan a funcionar de manera precaria. El resultado es arrugas en la piel y deterioro general del organismo —los bien conocidos problemas del envejecimi­ento. Lo anterior demuestra que reforzar los telómeros suma años a la vida de los animales de laboratori­o. Ratones que fueron criados para tener niveles más altos de telomerasa (la enzima que protege los telómeros) vivieron 40 por ciento más —y tuvieron mejor efectivida­d de la insulina para asimilar la glucosa de la sangre, mejor función motora, piel más sana y menos inflamació­n de sus órganos internos.

La buena noticia es que las dietas saludables acompañada­s de ejercicio regular, incrementa­n los niveles de telomerasa en la sangre.

La otra buena noticia es que de acuerdo con la Organizaci­ón Mundial de Salud, 80 por ciento de las enfermedad­es cardiovasc­ulares y 40 por ciento de los cánceres, podrían ser evitados con una alimentaci­ón y estilo de vida saludables.

En otras palabras, para aquellos de nosotros interesado­s en vivir más, una alimentaci­ón sana y variada, acompañada de ejercicio regular, pueden ser el mejor extensor de la esperanza de vida.

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