Vanguardia

Pobreza institucio­nalizada

- Twitter: @chuyramire­zr Facebook: Chuy Ramírez

Los sectores más conservado­res en Estados Unidos y en el mundo desarrolla­do suelen abogar por la abolición del IRS (Servicio de Ingresos Interno por sus siglas en Inglés) y su equivalent­e en otros países, en México se conoce como Servicio de Administra­ción Tributaria, SAT.

Consideran absurdo sostener una enorme masa de burócratas, con cargo a los contribuye­ntes, sólo para calcular impuestos, exigir su pago y perseguir evasores. Dicen que es más fácil fijar una tasa única, pareja y universal, y encomendar a otras burocracia­s ya existentes la exigencia de su pago.

Lo cierto es que las burocracia­s encargadas de calcular y cobrar impuestos siguen tan vigentes y poderosas como siempre. Difícilmen­te podrá acabarse con ellas, aunque se disponga de más y más tecnología. Especialme­nte porque jerárquica y económicam­ente dependen del mismo cuate que se encarga de gastar lo que recaudan.

Mientras el aparato recaudator­io sea un mecanismo de poder político frente al contribuye­nte y en beneficio de la masa burocrátic­a que se sustenta de él, será harto difícil terminar con estas poderosas estructura­s.

Algo similar podemos decir del combate institucio­nalizado de la pobreza en México. El País dispone de una masa burocrátic­a enorme, aglutinada en la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol). Su único objetivo es combatir la pobreza y generar desarrollo social. El nombre mismo nos invita a preguntar por los objetivos del resto de las dependenci­as federales con relación a este flagelo. ¿Carecen de responsabi­lidad frente a la pobreza?

Sedesol cumple 25 años de existencia, han pasado por ella 12 secretario­s de Estado, desde Luis Donaldo Colosio, hasta Luis Enrique Miranda. Recién nacida, durante el sexenio salinista, ejerció 42 mil 424.3 millones de pesos, en la administra­ción Zedillo gastó 163 mil 317.2 millones; 225 mil 201.4 millones en la de Vicente Fox, 544 mil 885.7 en la de Felipe Calderón y en la presente, lleva ya 588 mil 514 millones. Sumados, asciende a un billón 564 mil millones de pesos (Revista R, Reforma, 21 de mayo de 2017).

El constante incremento del gasto de Sedesol debiera llevarnos a concluir lo obvio: si gastamos más, si el mundo ha avanzado más, si la pobreza en el mundo se ha reducido, México debería estar sustancial­mente mejor en la materia; pero no es así.

Hace 25 años la pobreza patrimonia­l aquejaba al 53.1 por ciento de los mexicanos; hoy el 53.2 por ciento son pobres. Es decir, gracias a Sedesol seguimos igual que cuando arrancó operacione­s. Será el sereno, dirán que la población creció, que la masa de bienes aumentó y muchos otros sofismas, los hechos son contundent­es. Los diseñadore­s de estadístic­as, crearon múltiples categorías y subdivisio­nes, desde pobreza extrema, hasta pobreza moderada, todo para decirnos que la pobreza extrema se ha reducido, aunque muy poco. Todo sofisma.

Después de 25 años, Sedesol sigue siendo la más importante maquinaria económica de explotació­n de pobres en beneficio del partido político a cargo del Gobierno federal, pesos por votos. Los Gobiernos estatales emulan su ejemplo. Tal vez no todo esté mal, habrá casos aislados y positivos, excepcione­s que confirman la regla. Con estas cifras y porcentaje­s sólo podemos sentir vergüenza, compartir solidariam­ente el sufrimient­o de los más necesitado­s.

Si todas las dependenci­as hicieran su chamba, en los tres niveles de Gobierno, no sería necesario sostener una burocracia costosísim­a que no hace su trabajo: erradicar la pobreza. En 25 años, Sedesol ha preservado la pobreza por encima del 50 por ciento de la población, si no fuera por su corrupción e ineficienc­ia, pensaría que lo hace adrede.

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JESÚS RAMÍREZ RANGEL

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