Pobreza institucionalizada
Los sectores más conservadores en Estados Unidos y en el mundo desarrollado suelen abogar por la abolición del IRS (Servicio de Ingresos Interno por sus siglas en Inglés) y su equivalente en otros países, en México se conoce como Servicio de Administración Tributaria, SAT.
Consideran absurdo sostener una enorme masa de burócratas, con cargo a los contribuyentes, sólo para calcular impuestos, exigir su pago y perseguir evasores. Dicen que es más fácil fijar una tasa única, pareja y universal, y encomendar a otras burocracias ya existentes la exigencia de su pago.
Lo cierto es que las burocracias encargadas de calcular y cobrar impuestos siguen tan vigentes y poderosas como siempre. Difícilmente podrá acabarse con ellas, aunque se disponga de más y más tecnología. Especialmente porque jerárquica y económicamente dependen del mismo cuate que se encarga de gastar lo que recaudan.
Mientras el aparato recaudatorio sea un mecanismo de poder político frente al contribuyente y en beneficio de la masa burocrática que se sustenta de él, será harto difícil terminar con estas poderosas estructuras.
Algo similar podemos decir del combate institucionalizado de la pobreza en México. El País dispone de una masa burocrática enorme, aglutinada en la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol). Su único objetivo es combatir la pobreza y generar desarrollo social. El nombre mismo nos invita a preguntar por los objetivos del resto de las dependencias federales con relación a este flagelo. ¿Carecen de responsabilidad frente a la pobreza?
Sedesol cumple 25 años de existencia, han pasado por ella 12 secretarios de Estado, desde Luis Donaldo Colosio, hasta Luis Enrique Miranda. Recién nacida, durante el sexenio salinista, ejerció 42 mil 424.3 millones de pesos, en la administración Zedillo gastó 163 mil 317.2 millones; 225 mil 201.4 millones en la de Vicente Fox, 544 mil 885.7 en la de Felipe Calderón y en la presente, lleva ya 588 mil 514 millones. Sumados, asciende a un billón 564 mil millones de pesos (Revista R, Reforma, 21 de mayo de 2017).
El constante incremento del gasto de Sedesol debiera llevarnos a concluir lo obvio: si gastamos más, si el mundo ha avanzado más, si la pobreza en el mundo se ha reducido, México debería estar sustancialmente mejor en la materia; pero no es así.
Hace 25 años la pobreza patrimonial aquejaba al 53.1 por ciento de los mexicanos; hoy el 53.2 por ciento son pobres. Es decir, gracias a Sedesol seguimos igual que cuando arrancó operaciones. Será el sereno, dirán que la población creció, que la masa de bienes aumentó y muchos otros sofismas, los hechos son contundentes. Los diseñadores de estadísticas, crearon múltiples categorías y subdivisiones, desde pobreza extrema, hasta pobreza moderada, todo para decirnos que la pobreza extrema se ha reducido, aunque muy poco. Todo sofisma.
Después de 25 años, Sedesol sigue siendo la más importante maquinaria económica de explotación de pobres en beneficio del partido político a cargo del Gobierno federal, pesos por votos. Los Gobiernos estatales emulan su ejemplo. Tal vez no todo esté mal, habrá casos aislados y positivos, excepciones que confirman la regla. Con estas cifras y porcentajes sólo podemos sentir vergüenza, compartir solidariamente el sufrimiento de los más necesitados.
Si todas las dependencias hicieran su chamba, en los tres niveles de Gobierno, no sería necesario sostener una burocracia costosísima que no hace su trabajo: erradicar la pobreza. En 25 años, Sedesol ha preservado la pobreza por encima del 50 por ciento de la población, si no fuera por su corrupción e ineficiencia, pensaría que lo hace adrede.