Vanguardia

‘QUIERO EL DIVORCIO, PERO NO QUIERO QUE MIS HIJOS CREZCAN SIN SU PAPÁ’

- ANA

ESTIMADA ANA: Solo he tenido un novio y con él me casé apenas cumplí los 20. Era tanta mi terquedad que a mis papás no les quedó más remedio que aceptarlo.

Obviamente muchas cosas se complicaro­n los primeros años, pues los dos éramos estudiante­s, sin trabajo y ahora compruebo que demasiado inmaduros e incapaces para soportar una responsabi­lidad de este tipo.

Aún así, al menos yo puse todo de mi parte para sacar el barco a flote. Él siguió siendo el mismo inmaduro de la adolescenc­ia a pesar que ya habían transcurri­do algunos años. No tiene un buen trabajo y cuando consigue uno, pone mil pretextos para trabajar, dice que todos están en su contra, que su jefe lo odia, que su compañero le pone trampas para que su trabajo salga mal y así una larga lista de excusas que terminan en renuncia.

Afortunada­mente yo sí trabajo y me va bien, no me puedo quejar. Pero el conflicto real para mi surgió hace unos tres años cuando me empeñé en tener hijos. Tuve algunos problemas de salud y no fue tan sencillo, pero después de varios tratamient­os de fertilidad, finalmente salí embarazada de mis gemelos.

Al menos yo era la más feliz del mundo con la noticia, esperé con ansias cada día de mi embarazo para tener a mis bebés en los brazos, era demasiada mi ilusión que creí que la de mi esposo también.

No fue así, él siguió igual, sin ganas de superarse, ni salir adelante. Había días en que me ayudaba mucho con ellos, pero otros en que parecía seguir siendo un adolecente sin responsabi­lidad alguna y solo buscando el más mínimo pretexto para salirse de la casa y regresar hasta tarde.

Mis papás viven muy cerca de mi casa, así es que nunca me ha faltado su apoyo, mis hermanas igual, a diario vienen a ver qué se me ofrece, si todo está bien con los niños y si hay qué cuidarlos, todos están dispuestos a ayudarme.

Mis hijos ya tienen casi cuatro años y la situación es exactament­e igual, él sigue sin un trabajo fijo y yo sigo partiéndom­e en mil pedazos para sacar el día. Salgo muy temprano, llevo a los niños a la guardería, por la tarde voy por ellos y nos vamos a la casa a seguir con el quehacer, preparar todo para el día siguiente y así, la misma rutina a diario.

Hay días en que solo pienso en decirle que se vaya, que lo mejor es que nos separemos, que ya comprobé que él nunca estuvo preparado para la llegada de los niños a nuestras vidas, que aunque siempre tuve la esperanza que cambiara al verlos nacer, no fue así.

Pero no puedo dejar de pensar en mis hijos, no quiero ser la culpable que crezcan sin la figura de un padre, que al pasar los años ellos me reclamen, que el divorcio les afecte de otra forma y que no puedan superarlo. Ellos son los que me detienen para hablar de una vez por todas con él y ponerle un ultimátum, decirle que estoy cansada de esta situación, que ya no estoy dispuesta a continuar con un matrimonio que no tiene un rumbo, que carece de bases firmes y que no tiene futuro. ESTELA

ESTIMADA ESTELA:

¿Tienes miedo que tus hijos crezcan sin una figura paterna, cuando él jamás ha demostrado serlo? Por favor, quiérete un poquito más y date cuenta que eres suficiente mujer y madre para salir adelante con ellos, que no necesitas a nadie a tu lado para vivir bien al lado de tus hijos.

Ya esperaste demasiado tiempo su reacción, le diste demasiadas oportunida­des y él solo te ha demostrado que no le interesa, que sigue siendo el mismo adolescent­e inmaduro que solo piensa en él, que no quiere una responsabi­lidad, no quiere compromete­rse.

Más claro ni el agua, deja de darle tantas vueltas al asunto y llénate de ese valor y esa fuerza que has tenido siempre, para hacer un alto en el camino y ver si realmente quieres continuar de esa manera.

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