Vanguardia

‘ME SENTÍ DEFRAUDADA POR MI AMIGA’

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ESTIMADA ANA:

Si hay algo en esta vida que me pone mal son las mentiras. No soporto que nadie que esté cerca de mi las diga. Y es que se me hace una total falta de respeto que quieran verte la cara, que aún sabiendo que algo no es cierto, insistan en lo contrario.

Soy mamá y si algo les he enseñado a mis hijos desde que eran pequeños es que no deben de mentir, por ningún motivo deben de hacerlo. Tampoco ocultar nada, pues es el equivalent­e a mentir.

Siempre he sido una persona honesta y fiel a mi familia, esposo, hijos y amistades. Me he portado recta y leal. Jamás por mi mente se ha cruzado la idea de traicionar a alguien, de engañar o “de verle la cara”.

Pero, desafortun­adamente no he podido superar eso que todo el mundo dice: “No esperes de lo demás lo mismo que tu ofreces”, pues ante alguna situación de ese tipo, sufro mucho, me decepciono y es difícil para mi olvidarlo.

Hace algunos días, una amiga fue a Estados Unidos de compras y aproveché para encargarle un juguete para uno de mis hijos, pues cuando yo fui, no lo encontré.

Le di el dinero completo y creo que hasta de sobra, precisamen­te por el súper favor que me estaba haciendo yo me sentí muy agradecida con ella. Cuando regresó, me llamó para decirme que ya tenía el juguete, que cuando quisiera pasar por él.

Fui ese mismo día a su casa, pues me urgía envolverlo y tenerlo listo para el cumpleaños. Fue a su sala y me trae la caja, así sin bolsa de la tienda (que yo esperaba ver, obviamente). Me regresa el cambio, me despido y me salgo. Cuando me subí a mi carro, veo el empaque detenidame­nte y lo veo muy maltratado y hasta sucio, raro.

Traté de justificar ese hecho pensando en que quizá ya era de los últimos en la juguetería, pero por más que lo intentaba, lo único que se me ocurrió pensar era que lo había comprado en alguna “pulga” o ventas de cochera muy recurrente­s en Estados Unidos.

Regresé a mi casa con ese sentimient­o extraño, de pensar en que le di dinero para un juguete nuevo y ella lo compró usado, más barato y claro, quedarse con mi dinero y eso lo pude comprobar porque cuando la llamé para pedirle el ticket, me dijo que lo había perdido. En el resto de la tarde traté de no pensar en ese “detalle”, jamás se lo comenté a marido, pues pensé que se molestaría.

El día en que mi hijo abrió su regalo, no solo él, sino todos nos dimos cuenta que ya había sido previament­e usado, pues algunos empaques ya no estaban sellados, incluso le faltaban piezas.

Ya no le di más importanci­a y dejé de pensar en ello, hasta ahora que me atreví a escribirle a manera de lección, por así decirlo para esas personas deshonesta­s. A ellos, me gustaría que supieran que no nos ven la cara, no somos tontos y que el hecho que nos hayan mentido no los hace ser “más fregones”, al contrario, habla de su falta de inteligenc­ia para saber cultivar y conservar una amistad, que no tienen la menor idea de lo que significa ser fieles, leales y que al mentir o engañar a los demás, solo se mienten a sí mismos.

No soy nadie para juzgar, pero allá ellos y su conciencia.

SUSANA

ESTIMADA SUSANA:

Qué desafortun­ado detalle te sucedió con tu amiga, que ojalá recapacite en que esa no es la mejor manera de “hacer un favor”. Abusar de alguien de esa manera tan desvergonz­ada solo habla de personas sin escrúpulos que solo piensan en un beneficio personal y que aprovechan la menor oportunida­d para obtener un beneficio, aunque eso los lleve a ser deshonesto­s.

Afortunada­mente tu personalid­ad y tu educación no te permite ponerte en su nivel y creo que de ahora en adelante pensarás dos veces antes de confiar en ella.

ANA

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