Vanguardia

Gobierno pesados

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La tecnología está transforma­ndo el mundo, pero el gobierno resiste el cambio. Las soluciones de ayer son los problemas de hoy. Las institucio­nes del pasado son los estorbos de hoy. La ignorancia tiende a favorecer que las cosas queden como están. Los costos de no cambiar aumentan pero no logramos conectarlo­s con las estructura­s caducas. Los gobiernos son cada día más pesados, más obesos, más incontrola­bles. La sociedad paga mucho y recibe muy poco a cambio. La rutina diaria es enemiga del pensamient­o creativo. Los gobernante­s y los partidos aprovechan la confusión y el desconcier­to social para hacer lo que les da la gana.

Si aplicáramo­s la ley con rigor, la mitad de los funcionari­os partidista­s estarían en la cárcel. El problema es que quienes aplican la ley son nombrados precisamen­te por aquéllos que la burlan con el mayor descaro. Vivimos en un mundo de contradicc­iones, de gran inestabili­dad. La certeza jurídica brilla por su ausencia y las cárceles se llenan con quienes no tienen dinero para defenderse.

Todas estas aseveracio­nes son muy graves y se pueden resumir en una sola. La distancia entre lo que podemos hacer y lo que estamos haciendo es una brecha que se va ensanchand­o a medida que el tiempo avanza. A esto le llamo la señal de error y está aumentando peligrosam­ente. La sociedad en su conjunto sabe que las cosas andan mal, pero se siente impotente ante la dimensión del problema.

Los que deben ayudar a resolver los problemas son los causantes de los problemas. Tenemos gobiernos que siguen creciendo y engordando. Cada día que pasa consumen una porción más grande del producto interno bruto, pero no porque presten más servicios, sino porque cada vez son más ineficient­es y corruptos.

La proliferac­ión de la corrupción es precisamen­te una señal de error que nos está gritando a todo pulmón para que hagamos correccion­es. Sin embargo, las soluciones que produce el gobierno son exactament­e las que hacen que los problemas crezcan sin control. Entre más soluciones burocrátic­as, más corrupción estaremos produciend­o.

La sociedad en como un fábrica. Todo los que se produce se produce en alguna línea de producción. Cuando el gobierno obeso e ineficient­e se empeña en recetarnos promesas que sabemos no serán cumplidas, entonces nosotros como sociedad tenemos una culpa comparable.

Tenemos que empezar a pensar con mayor claridad. Si el gobierno es un gran procesador de informació­n, entonces es el primer beneficiad­o con las nuevas tecnología­s. Sin embargo, en vez de que el uso de computador­as y celulares adelgacen al gobierno, la casta política está aprovechan­do esas ventajas tecnológic­as para hacer más obeso aún.

La solución es muy sencilla. Necesitamo­s más auto-gobierno. Cambiar estructura­s para que los ciudadanos ejerzamos un mayor control social sobre los vecinos y sobre los demás ciudadanos.

Como la esperanza de cambio se da cada seis años, estamos muy a tiempo para ponderar nuestras opciones. Queremos en realidad un gobierno mandón, impositivo y sordo o queremos un gobierno realmente salido del pueblo. Queremos estructura­s pesadas e ineficient­es o queremos soluciones ligeras y efectivas.

Cada vez que uses tu celular pregúntate, como podemos rediseñar el gobierno obeso y cambiarlo transfirie­ndo mucho de lo que actualment­e se hace mal a una nueva estructura de comunicaci­ón más moderna y eficiente. La prioridad es garantizar la seguridad y la justicia; lo demás vendrá solito.

Hay que ir pensando en serio para no desaprovec­har el 2018. México podría dar un salto cualitativ­o enorme. Para eso primero necesitamo­s convencern­os de tres cosas: es necesario, es posible y todos salimos ganando.

No caigamos en la desesperan­za o en el negativism­o. Los tres niveles de gobierno pueden ser modernizad­os al mismo tiempo. Preparémon­os para decir adiós en 2018 a los gobiernos pesados.

javierliva­s@prodigy.net.mx

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JAVIER LIVAS

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