EL ENOJO DEL MEXICANO
En mi ciudad he visto cosas terribles. En mi ciudad he visto personas a las que les roban el fruto de su trabajo; en mi ciudad he visto jóvenes que se suicidan, niñas de las que abusan sus familiares. He visto abusadores muertos a manos del padre de la víctima del abuso. En mi ciudad he visto personas que mueren solas y las encuentran días después.
En mi ciudad he visto personas que se las bebe el alcohol; he visto divididos a padre contra hijo, hijo contra padre, madre contra hija, hija contra madre, suegra contra nuera y nuera contra suegra.
Hermanos que se pelean, gente que grita, que amenaza, que lesiona y mata. En mi ciudad he visto jóvenes muertos a manos de pandillas, he visto personas heridas por un automóvil. En mi ciudad he visto los mil rostros de la violencia, rostros cuya única y última caricia fue la de una navaja.
El enojo del mexicano se canaliza de forma incorrecta; el enojo es una reacción ante algún suceso o situación de la vida que nos causa irritación, frustración, dolor u otro disgusto. El enojo es una emoción poderosa que nos puede servir para tomar acciones correctivas ante lo que consideramos una injusticia.
Lo que vemos que está mal es causa de enojo; el mexicano se enoja con sus gobernantes y lo único que hace es quejarse en redes sociales, hace memes, critica y se burla. Esas expresiones no mejoran el estado de las cosas, no devuelven el dinero que roban los gobernantes, no devuelven muertos ni desaparecidos, ni evitan abusos sexuales.
La situación sigue, no hay prevención ni se ejercen medidas serias de presión, todavía peor, cuando una persona deja de experimentar enojo, ha perdido su sentido de preocupación moral, esta como anestesiada, indiferente a los agravios.
Situación que les sucede a muchos ciudadanos mexicanos, indiferentes a los sucesos terribles, indiferencia que convierte a México en un lugar “pavoroso”.
El mexicano manifiesta su ira al conducir: Hace sonar el claxon, les echa el carro a los demás, les grita maldiciones a otros conductores, siente que lo protege el caparazón de su automóvil.
El enojo del mexicano no construye, se usa para agredir emocional, verbal o físicamente, su ira se vuelca sobre su familia, amigos, compañeros, vecinos, conocidos y todo ser que se le pone enfrente.
El enojo se transforma en violencia, en la epidemia de maltrato verbal y físico que caracteriza a nuestra generación.
La ira de Dios busca el bien, busca hacer justicia y que las personas se corrijan de su maldad. El propósito del enojo es motivarnos a emprender acciones de amor positivas que dejen las cosas mejor que como las encontramos, acciones que procuren la rectificación del error.
No hemos sabido manifestar nuestro enojo de forma positiva, el enojo cumple una función útil cuando es bien encausado. Canalicemos esa energía en acciones positivas, medidas que lleven a una mejora en la situación de nuestra familia, ciudad y país.