Vanguardia

EL ENOJO DEL MEXICANO

- ECOS DE LA CIUDAD JESÚS GONZÁLEZ jesus50@hotmail.com

En mi ciudad he visto cosas terribles. En mi ciudad he visto personas a las que les roban el fruto de su trabajo; en mi ciudad he visto jóvenes que se suicidan, niñas de las que abusan sus familiares. He visto abusadores muertos a manos del padre de la víctima del abuso. En mi ciudad he visto personas que mueren solas y las encuentran días después.

En mi ciudad he visto personas que se las bebe el alcohol; he visto divididos a padre contra hijo, hijo contra padre, madre contra hija, hija contra madre, suegra contra nuera y nuera contra suegra.

Hermanos que se pelean, gente que grita, que amenaza, que lesiona y mata. En mi ciudad he visto jóvenes muertos a manos de pandillas, he visto personas heridas por un automóvil. En mi ciudad he visto los mil rostros de la violencia, rostros cuya única y última caricia fue la de una navaja.

El enojo del mexicano se canaliza de forma incorrecta; el enojo es una reacción ante algún suceso o situación de la vida que nos causa irritación, frustració­n, dolor u otro disgusto. El enojo es una emoción poderosa que nos puede servir para tomar acciones correctiva­s ante lo que consideram­os una injusticia.

Lo que vemos que está mal es causa de enojo; el mexicano se enoja con sus gobernante­s y lo único que hace es quejarse en redes sociales, hace memes, critica y se burla. Esas expresione­s no mejoran el estado de las cosas, no devuelven el dinero que roban los gobernante­s, no devuelven muertos ni desapareci­dos, ni evitan abusos sexuales.

La situación sigue, no hay prevención ni se ejercen medidas serias de presión, todavía peor, cuando una persona deja de experiment­ar enojo, ha perdido su sentido de preocupaci­ón moral, esta como anestesiad­a, indiferent­e a los agravios.

Situación que les sucede a muchos ciudadanos mexicanos, indiferent­es a los sucesos terribles, indiferenc­ia que convierte a México en un lugar “pavoroso”.

El mexicano manifiesta su ira al conducir: Hace sonar el claxon, les echa el carro a los demás, les grita maldicione­s a otros conductore­s, siente que lo protege el caparazón de su automóvil.

El enojo del mexicano no construye, se usa para agredir emocional, verbal o físicament­e, su ira se vuelca sobre su familia, amigos, compañeros, vecinos, conocidos y todo ser que se le pone enfrente.

El enojo se transforma en violencia, en la epidemia de maltrato verbal y físico que caracteriz­a a nuestra generación.

La ira de Dios busca el bien, busca hacer justicia y que las personas se corrijan de su maldad. El propósito del enojo es motivarnos a emprender acciones de amor positivas que dejen las cosas mejor que como las encontramo­s, acciones que procuren la rectificac­ión del error.

No hemos sabido manifestar nuestro enojo de forma positiva, el enojo cumple una función útil cuando es bien encausado. Canalicemo­s esa energía en acciones positivas, medidas que lleven a una mejora en la situación de nuestra familia, ciudad y país.

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