Vanguardia

Arriba a la derecha

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La canción es aparenteme­nte insulsa como cualquier “jingle” de campaña, aunque cumple su función de machacar los sesos del oyente con tres ideas centrales: Uno, la fecha de la elección (4 de junio); dos, votar, como ya dijimos, en bloque; y tres, hacerlo cruzando “arriba a la derecha”.

Arriba a la derecha alude a la posición que el partidazo jurásico tricolor habrá de ocupar en las boletas que aguardan para recoger nuestro sufragio.

La cancioncil­la canta desde la certeza de que su marca (el infame PRI) ocupará siempre el sitio superior a la derecha entre todas las demás opciones.

El más lerdo estudioso de la comunicaci­ón gráfica sabe que el cuadrante de mayor impacto es precisamen­te el que se encuentra arriba y a la derecha de cualquier impreso.

Pues, qué dicha entonces que al PRI le toque la casilla visualment­e más agraciada. ¿No? Y qué dicha que en el partido lo sepan para elaborar esta tonada que invita a los electores a obviar toda reflexión a la hora de emitir su voto y dejárselo mejor a una respuesta de la memoria muscular: “Vota”, “hazlo tres veces”, “hazlo arriba a la derecha”, lo que en buen castellano significa “cruza el recuadro superior derecho, que te valga madres quién sea”.

Busco entonces por internet imágenes de boletas de otras elecciones y la constante es siempre la misma: independie­ntemente del número de partidos o candidatos, el PRI siempre es favorecido con esta posición (siempre, arriba y a la derecha). ¿Coincidenc­ia? Sólo que usted crea todavía en el Ratón Pérez, el asesino solitario y la caída del sistema.

Pasa que el acomodo de los partidos en las papeletas responde curiosamen­te no al orden alfabético, no a su última votación, ni a ningún otro criterio, sino a la antigüedad de su registro, lo que da como resultado esta posición inamovible y tan favorable para el PRI.

Mucho se ha dicho sobre la desleal ventaja que constituye el uso de los colores patrios por parte del Partido Reptiliano Institucio­nal (mucho se dice y nadie ha sido capaz de confiscarl­e este indebido privilegio). Pero que sistemátic­amente el tricolor se adjudique la mejor posición en las papeletas, sin que nadie lo cuestione o impugne (que yo recuerde) nos habla de la histórica complicida­d de la autoridad electoral (y de la supina negligenci­a de la oposición).

Para colmo, la boleta del próximo domingo en Coahuila está tan amañada en favor del PRI que casi cualquier garabato que estampemos en ella representa­rá un voto para el partido de Satanás.

Literalmen­te, hasta las mentadas de madre contarán como sufragios en favor de a quien estén dirigidas, según nos hizo saber el IEC. Y si se pregunta el porqué, pregúntese primero en contra de qué partido se esperan más recordator­ios maternales.

Ello por no mencionar que en la boleta para Gobernador, casi el 50 por ciento de su área es parcela del candidato del tricolor.

Éstas y un sinfín de irregulari­dades más nos hablan de una auténtica elección de Estado, es decir, comicios en los que el enemigo común a vencer, para toda la oposición, para todos los ciudadanos, es el Gobierno mismo; Gobierno que debería estar velando por nuestros intereses pero que lo único que defiende es el privilegio de seguir instalado

arriba y a la derecha.

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