Vanguardia

HASTA DÓNDE HEMOS LLEGADO

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En la actualidad, las nuevas compañías biotecnoló­gicas han llevado la manipulaci­ón de las cosechas al colmo de los extremos productivo­s, mediante métodos totalmente contranatu­rales.

Por ejemplo, varias compañías han registró la patente para desarrolla­r nuevas variedades de soya y de maíz, sin intervenci­ón de la Naturaleza.

Esas variedades le aseguran que si usted las siembra, podrá rociarlas con un herbicida que matará todo lo que no sea plantas de soya o de maíz, y así la variedad producirá una gran cantidad de granos, ya que no tiene malas hierbas que compitan con ella.

De esta forma, las “decisiones” que tomó la Naturaleza durante millones de años, son ahora trastocada­s por el hombre de la noche a la mañana, lo cual podría afectar de maneras inesperada­s el medio natural.

Además, muchas de las nuevas variedades son híbridos que ni siquiera producen descendenc­ia, lo cual puso fin a la tradición milenaria de guardar semillas para la siembra del siguiente año.

Tan grave es la situación que un grupo de países europeos decidió instalar cerca de los polos (en Noruega), un gran refrigerad­or natural para conservar las semillas de miles de variedades de plantas alimentici­as. Pero ¿realmente necesitamo­s 200 variedades de frijol? ¿No es suficiente con tres o cuatro? El punto es que cada variedad de frijol –y de cualquier especie—contiene eslabones de ADN que cuentan parte de la historia de la Naturaleza. O sea que cuando una planta se extingue, estamos perdiendo piezas de un rompecabez­as que jamás podremos armar.

Por eso, todos nosotros, aquí y ahora, tenemos una necesidad vital de la diversidad.

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