Vanguardia

Dichos no muy dichos

- ARMANDO FUENTES AGUIRRE

He recogido de gente de Saltillo de toda la vida algunas expresione­s que ayer se usaron y que para nuestra desgracia ya no se emplean hoy. Digo “para nuestra desgracia” porque esos modos de hablar tenían ingenio y gracia: eran adornos que engalanaba­n la conversaci­ón; especias que sazonaban la cotidiana sopa de la vida. He aquí algunas de esas expresione­s de nuestros padres, abuelos y bisabuelos:

- Esto se puede hacer sin tomar agua bendita. Se decía de lo que podía hacerse sin faltar a ningún ordenamien­to humano o divino. Por ejemplo: “Ya estoy pedida y dada, padre. ¿Puedo darle a mi novio la mano para que me la bese?”. “Sí, hija. Ya puedes hacer eso sin tomar agua bendita”.

- Ser una mula desorejada. Ser un pillo, un bribón.

- Aguja para amortajar suegras. Era una aguja fuerte y poderosa, capaz de coser el hilo más grueso en puntadas que con nada se iban a romper.

- Es puro pájaro nalgón. Se usaba para motejar a quien era largo en palabras y corto en hechos.

- Estará haciendo un calendario. Se aplicaba a quien estaba pensativo, con la mirada perdida en el vacío. - Pedro Liso y Juan Rasposo. Frase usada cuando pagaban justos por pecadores. “Pedro Liso” era “Pedro lo hizo”.

- Ese le saca la lengua a un ahorcado. Se decía de alguien que era atrevido y descarado, que no se detenía en nada para salirse con la suya.

- ¡Malajos! Interjecci­ón equivalent­e a ¡malhaya! Tiene carácter despectivo.

- Quedar a la altura del betún. Quedar por los suelos. El betún era la grasa con que se daba lustre a los zapatos.

- Más desocupado que peluquero en lunes. Se usaba para decir que alguien estaba ocioso, sin trabajo. En vez de “peluquero” se empleaba a veces otra palabra, femenina, también empezada en pe, que no podía decirse en presencia de señoras.

- Estar a la cuarta pregunta. Estar muy pobre. Busqué esa expresión en el Refranero de México, del sapiente paremiólog­o señor Rivera, y aprendí ahí que antiguamen­te el cura párroco hacía varias preguntas al novio que pretendía contraer matrimonio. La cuarta se refería a sus posibilida­des económicas para afrontar los gastos del casorio y de la manutenció­n del hogar, de modo que “estar a la cuarta pregunta” era estar inope, indigente, arruinado.

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