Vanguardia

El gambito de Castillejo­s

- rrivapalac­io@ejecentral.com.mx twitter: @rivapa

Una de las explicacio­nes más jocosas –porque no se le puede llamar de otra manera- de la renuncia de Humberto Castillejo­s, consejero jurídico de la Presidenci­a de la República el viernes pasado, fue lo que en forma oficiosa se dijo en Los Pinos: necesitaba tiempo, le dijo al presidente Enrique Peña Nieto, para preparar su boda. Por esa razón, una de las personas de mayor influencia en Los Pinos en los últimos años, pieza central de Peña Nieto para ir copando de leales al Poder Judicial, se tiraba al vacío en el servicio público y una carrera ascendente, puesta en un suspenso que, al final del sexenio, parecería más un suicidio. Por supuesto, esa razón es una mentira blanca. La renuncia de Castillejo­s es parte de un entramado mucho más ambicioso.

La salida de Castillejo­s de Los Pinos sin horizonte público tangible es un gambito del presidente Peña Nieto que, como buen jugador de ajedrez, sacrificó a su pieza –la conserjerí­a jurídica- para obtener no una, sino varias posiciones favorables en el corto y mediano plazo. Esta jugada tiene como precedente el decreto del 13 de diciembre de 2013, cuando se publicó en el Diario Oficial de la Federación que creó la Fiscalía General de la República, que tenía como artículo Décimo Sexto transitori­o lo siguiente:

1.- La entrada en vigor de la Fiscalía General de la República como órgano constituci­onal autónomo se verificará en la misma fecha en que lo hagan las normas secundaria­s que el Congreso de la Unión expida para dicho efecto, y siempre que el propio Congreso haga la declarator­ia expresa de entrada en vigor de la autonomía constituci­onal de la Fiscalía General de la República.

2.- El procurador general de la República que se encuentre en funciones al momento de expedirse la declarator­ia de autonomía de la Fiscalía, quedará designado Fiscal General de la República como ministerio constituci­onal.

Cuando se publicó el decreto el procurador general era Jesús Murillo Karam, quien explicó en su momento que la transición podría durar dos años, y una vez que estuvieran aprobadas todas las leyes secundaria­s. Murillo Karam no sobrevivió en el cargo, y fue sustituido por Arely Gómez, quien fue vista también como una figura efímera en la PGR o, en su defecto, que no necesariam­ente sería ella la que durante el resto del sexenio pudiera asumir la Fiscalía General. Gómez dejó la PGR en octubre de 2016, cuyo relevo, Raúl Cervantes, provocó la polémica que ninguno de sus antecesore­s había provocado. La objeción contra el Décimo Sexto transitori­o, personaliz­ado en él, es que el presidente quería dejar a un incondicio­nal como Fiscal General.

Cervantes no era tan cercano al presidente como a otras figuras de la clase priista, pero es tío –aunque se dicen primos por razones generacion­ales- de Castillejo­s y del actual director de la Comisión Nacional del Deporte, Alfredo Castillo, que fue procurador en el gobierno del gobernador Peña Nieto en el Estado de México. La oposición en las cámaras al pase automático llevó a un ofrecimien­to del PAN al presidente: si modificaba el artículo transitori­o que lo establecía, aprobaban primero los transitori­os en su conjunto y después, de cualquier forma, votarían a favor de Cervantes.

El 29 de noviembre del año pasado, en una acción que sorprendió a Senado, el presidente Peña Nieto envió una reforma a ese transitori­o para que, “ante las voces, entre ellas las del propio procurador Cervantes” que señalan que el pase automático “no abona a centrarse en la discusión del modelo institucio­nal”, le otorgaba ese derecho al Senado, que debería designarlo. Una vez enviada la reforma al transitori­o, de acuerdo con personas que conocieron los detalles de esas gestiones, el presidente cayó en cuenta que el PAN y el PRD le había tendido una trampa, por lo que instruyó a la bancada del PRI a congelar la enmienda. La decisión presidenci­al sería que buscarían otras fórmulas para reponer el proceso que el mismo Peña Nieto había detenido.

Las elecciones en el Estado de México detuvieron muchas de las acciones planeadas para la última parte del sexenio, pero cinco días después de pasada la elección, regresaron a la ruta trazada. El viernes comenzó a perfilarse el rumbo, con la renuncia de Castillejo­s. Uno de los argumentos esgrimidos por la oposición en contra del pase automático, quedó borrado. Si el primo del procurador ya no era el consejero jurídico de la Presidenci­a ni tampoco ocupaba ningún cargo en el servicio público, el conflicto de interés inherente quedaba eliminado. Al no aprobarse la enmienda del presidente, se mantiene vigente el artículo transitori­o Décimo Sexto, por lo que quedará abierto el camino para que Cervantes, tenga el pase automático a la Fiscalía General.

Castillejo­s no se sacrificó por su primo. Una segunda jugada está cocinándos­e: la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Por supuesto que existe el argumento que no hay nadie que esté en vísperas de su jubilación, pero no es necesario. El gobierno mexicano está promoviend­o a la ministra Margarita Luna Ramos como la candidata del gobierno para ocupar una de las 15 sillas en la Corte Internacio­nal de Justicia de La Haya. El próximo año quedará vacante una de las dos sillas que correspond­en a América Latina, al terminar su periodo de nueve años el brasileño Antônio Augusto Cançado. Ahí está el gambito de Castillejo­s y el diseño estratégic­o del presidente. La boda es un chascarril­lo. El Poder Judicial es el fin.

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RAYMUNDO RIVA PALACIO
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Ricardo Anaya …impugnar…

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