Vanguardia

CIRUGÍAS DE PALADAR HENDIDO >2

-

Pues nada, que un día el gay aquel llegó a la tiendita de drogas, pero como no tenía dinero para comprar ofreció pagar con cuerpomati­c al tendero, un muchacho jovencito, de esos que solía reclutar el narco para sus negocios.

El chavalo, pensando que se trataba de una hermosa niña, aceptó, le dio unas grapas de cocaína al gay, cerró el narcochang­arro y ambos se fueron a un cuarto de atrás.

Sin más ni más el homosexual se volteó de espaldas, se bajó los pantalones y... El tendero se quedó petrificad­o. “Eitale, por ái no es”, le dijo y el gay, que sí, que a él así le gustaba y el tendero que no, que era contranatu­ra y que a él le gustaba normalito, como lo hace un hombre y una mujer.

Y se enfrascaro­n en una discusión sobre sexo y buenas costumbres.

El gay permanecía de espaldas, agachado, sin dar la cara.

Hasta de tanto se cansó de estar hablando con el terco narcotende­ro, se incorporó y se puso frente a él, todavía con los pantalones abajo.

Cuando el tendero vio lo que el marchante se traía entre piernas, casi se desmaya.

Que se fuera a la la ching..., le dijo, pero que antes le devolviera la mercancía, las grapas de coca que le había dado.

Y el gay que no, que ni modo, que ya se las había dado y que el que da y quita con el diablo se desquita y en la puerta del infierno le sale su jorobita.

Hasta que el tendero estalló: “que me las devuelva hijo de su pinch... madre, si no lo mando levantar y lo desparezco”.

Santo remedio, el gay le devolvió las grapas, se subió el pantalón y salió muy acongojado.

Y esa aventura pasó a la historia para el negro anecdotari­o de mi barrio, allá cuando andaba recio la malandrada.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico