Vanguardia

El Dinosaurio sigue vivo, pero la sociedad ya despertó

- JESÚS RAMÍREZ RANGEL Twitter: @chuyramire­zr Facebook: Chuy Ramírez

Vivimos tiempos memorables, interesant­es. Pareciera que la historia se repite, el dinosaurio se resiste a morir. Debilitado y acorralado se hace más cínico y brutal. Sabe que en ello le va su sobreviven­cia. Con el timón jurásico en sus manos, sabe que está jugándose su libertad impune. Ya puso “sus barbas a remojar”, muchos de sus cómplices son perseguido­s, algunos están en prisión por corruptos.

En Coahuila se consumó el fraude electoral, ¡en pleno Siglo 21! Tuvo que ser así, dado el perfil de Rubén Moreira, pero la soberbia, la arrogancia y el autoritari­smo feroz, lejos de asustar al pueblo, lo envalenton­aron y lo pusieron en pie. Faltan las instancias judiciales. Dentro de algunos meses sabremos en definitiva quien será Gobernador de Coahuila de 2017 a 2023.

Como sabemos, el régimen hizo de las suyas, pero incorporó a sus viejas trampas, métodos modernos y cibernétic­os, los tacos de boletas sin doblar, el robo y destrucció­n de urnas, el amedrentam­iento y la violencia física contra opositores, el uso sectario de las fuerzas de seguridad del Estado, conviviero­n con sofisticad­os operativos cibernétic­os.

Es el nuevo PRI y es el PRI de siempre. El dinosaurio vive y se hace más violento, agresivo y soberbio; pero a diferencia de décadas pasadas, la sociedad se crece, se envalenton­a, saca la casta y da lo mejor de sí en defensa de la soberanía popular.

En una publicació­n de 2006 encontré una referencia al escrito que Gabriel Zaid publicó en la revista Vuelta en 1985, bajo el título siguiente: “Escenarios sobre del Fin del PRI”. No lo leí en su momento, porque en 1985 tenía seis años y otras prioridade­s. Cito: “El sistema (político mexicano) es premoderno porque está basado en la concesión, no en el derecho; porque es patrimonia­lista: la funciones públicas son propiedad de los funcionari­os, no del público, pero es moderno porque esa propiedad es transitori­a (inherente al puesto y no a la persona o al linaje), porque el sistema es impersonal, porque se llega haciendo cola. Hay una especie de concurso siempre abierto para todos los que quieran entrar al sistema, lo cual es moderno; pero el concurso no es finalmente meritocrát­ico (aunque cuentan los méritos) sino cortesano, premoderno, basado en la concesión: el que cree que tiene fuerza propia, que vale por sí mismo y por lo que es capaz de hacer, que tiene algún derecho frente al dador, está perdido. Hay que estar dispuesto a que el dador dé lo que sea su voluntad”.

Han pasado más de treinta años desde que Zaid escribió esto. En ese tiempo México se abrió al mundo, la economía mejoró para la mitad de los mexicanos y se estancó y empeoró para la otra mitad. Muchos ya no dependen del Gobierno para vivir, al menos no como antes. Esos cambios no se reflejaron en la vida política, hubo mucho ruido, mucho cambio, pero al final del día, casi todo siguió igual.

Parece que Zaid, como muchos de nosotros, pensó que el PRI es el sistema; cuando sólo es su cara más cómoda. Ahora, Zaíd sostiene que: “La Corrupción es el Sistema”. Quizá lo previó en su artículo de 1985: “El problema de fondo está en la organizaci­ón de la cola: en cómo se reparte el queso… El sistema actual consiste en no tener fuerza propia. La fuerza actual consiste en ser bien visto desde arriba, donde están las llaves del presupuest­o”. En México, país con 99% de impunidad, es en el presupuest­o y en la cola donde está el origen de la corrupción imperante.

Por eso, con profundo pesar, podemos concluir que logramos la alternanci­a, pero no la transición democrátic­a. Antonio Navalón lo argumenta en El País y Lorenzo Meyer retoma el planteamie­nto en Reforma, “Por fin ¿El Principio del Fin?”. Temporalme­nte derrotamos a la caratula del sistema, pero el sistema siguió vivo, corrompió a los recién llegados y con ello tiró por la borda el esfuerzo democratiz­ador.

¿Que hay pues de nuevo? Por un lado, una sociedad más libre y más despierta, porque la apertura económica permite a más mexicanos no depender del gobierno y del presupuest­o, como sucedía antes. Por el otro, las redes sociales y el flujo de informativ­o están provocando una revolución comunicati­va. Controlar televisora­s, radiodifus­oras, rotativos y grupos de poder, dejará de ser una forma eficaz de control.

Rubén Moreira unificó a la gran mayoría de los coahuilens­es, pero en su contra. Hizo posible lo que parecía imposible. Las banderas de Morena y del PAN ondearon juntas y con una sola voz se sumaron a la protesta ciudadana.

La lucha sigue y va para largo, paciencia, informació­n, movilizaci­ón y claridad para ubicar en todo momento al verdadero enemigo. El enemigo es el sistema y el PRI es su caratula, pero la corrupción es su esencia. No nos extrañe que el PRI se haga de la mayoría en el Congreso que hoy no tiene; que alcaldes de oposición abandonen el frente opositor, que la división y el encono nos desvíen del objetivo común. Ojalá no suceda. Pero es el sistema y corromper es su vocación.

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