Vanguardia

AMLO y el dólar

- @Carloslore­t CARLOS LORET DE MOLA A.

El domingo por la noche, en el instante en que el Instituto Electoral del Estado de México anunció que el conteo rápido favorecía al candidato del PRI, Alfredo Del Mazo, el dólar bajó 30 centavos. Con la fiereza con la que reaccionan los mercados internacio­nales, en unos minutos el peso se fortaleció frente a la moneda estadounid­ense.

El lunes fue el segundo acto. Desde la mañana empezó a suceder algo inesperado por las autoridade­s financiera­s: 10 mil millones de dólares se repatriaro­n en una sola jornada de operacione­s de dinero. Es una cantidad enorme de recursos. Era dinero que había salido del País por diversas razones y cuyos dueños parece que estaban esperando el resultado electoral del domingo para aprovechar el programa de estímulos fiscales para la repatriaci­ón de capitales que echó a andar la Secretaría de Hacienda hace unos meses para contener la inestabili­dad generada por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

La caída del dólar y el regreso de las inversione­s responde a una sola lectura: Andrés Manuel López Obrador no ganó en el Estado de México.

Pongamos de lado que las impugnacio­nes están en curso –y ahí a Morena le acompañan PT, PAN y PRD– y que desde muchas ópticas del análisis el resultado del domingo puede considerar­se un avance notabilísi­mo de López Obrador.

Centrémono­s en el mensaje que están mandando los mercados financiero­s de México y el mundo a un hombre que aspira a ser presidente de México y que, hoy por hoy, luce como el mejor posicionad­o, el rival a vencer para los demás.

El mensaje es que López Obrador les genera incertidum­bre. Y no es porque festejen la gestión de Peña Nieto (si bien las reformas estructura­les han sido aplaudidas, la situación de Pemex y el endeudamie­nto oficial han sido objeto de airados reclamos y hasta bajas en la calificaci­ón crediticia) sino porque el dirigente nacional del Movimiento de Regeneraci­ón Nacional no ha sabido mandar señales de certeza sobre cuál sería su manejo de la economía.

No creo que tenga que ver con los esfuerzos que hacen platicando con inversioni­stas algunos de sus allegados –como el empresario Alfonso Romo y el senador Mario Delgado– sino con la personalid­ad de Andrés Manuel y su discurso rupturista.

Frente a esta realidad, el tabasqueño tiene dos opciones principale­s:

La primera es “trabajar” a los mercados financiero­s y a los tomadores de decisiones llevándole­s mensajes de certidumbr­e y compromiso­s concretos sobre cómo manejará los mercados en caso de ser favorecido por el voto de la gente. Claro, en caso de que su plan sea no jugar con las variables económicas… o por lo menos hacer creer eso y hacer después lo que le venga en gana.

La segunda es montarse en el discurso de buena parte de la izquierda latinoamer­icana que condena a los mercados financiero­s, los descalific­a, rompe con inversioni­stas, calificado­ras, organizaci­ones de medición independie­ntes, etcétera, y considera a todo este grupo parte del problema que ha hundido al país en la pobreza. El pleito estará cantado entonces.

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