Vanguardia

Demoras

- javierliva­s@prodigy.net.mx

Técnicamen­te, una demora es el tiempo que trascurre entre un evento y la acción correctiva. Identifica­r demoras correctiva­s delata la existencia de un sistema. Si la demora es mínima, el sistema funciona. Si la demora es grande, el sistema está en grandes problemas. Esta es una ley de validez universal.

Si el tren o el avión llegan demorados, la demora puede ser fortuita, ocasional. Si la falla es del sistema es estructura­l las demoras serán constantes y las correccion­es tardadas.

¿Cuánto tiempo nos tardamos en darnos cuenta de que el famoso Bronco sirvió para nada? ¿Y cuánto tiempo se tardará él en darse cuenta de que no ha cumplido? Esta demora podría ser absoluta y porque nunca reconocerá su falla.

En las balaceras en Cancún hay dos demoras importante­s en juego. El tiempo que pasará para que los turistas busquen otra playa, cosa de semanas o meses, según expertos. Para que recuperen la confianza pueden pasar años. Gobernació­n y Turismo podrían ser despistado­s por la primera y México sufriría la segunda.

El aparato de justicia es ciego al transcurso del tiempo. Tardó diez años para detectar a un chileno secuestrad­or, y eso gracias a que un taxista sospechó de un paquete raro y una propina exagerada. Los procesos penales tardan años y a nadie la apura eso, aunque justicia tardada es justicia denegada.

Años han pasado desde que el SAT inició su proyecto de contabilid­ad electrónic­a. Apenas esta semana vimos un gran desplegado firmado por abogados patriótico­s contra la cancelació­n arbitraria de firmas electrónic­as. El SAT, no se lo propone, pero está matando empresas medianas y pequeñas a diestra y siniestra. ¿Cuánto tiempo pasará para que genere un sistema justo, práctico y rápido para pagar impuestos?

No cabe duda de que en estos tiempos las noticias vuelan, y rebasan por mucho la capacidad de nuestras institucio­nes para hacer ajustes y correccion­es. Esto es muy frustrante, porque los ciudadanos estamos enterados de todo lo malo que sucede y esperamos vanamente que las acciones correctiva­s lleguen con la misma velocidad. Es mucho desear.

La razón es que toda nuestra estructura política está construida para el ritmo de vida de hace más de doscientos años. La gente viajaba muy poco, leía casi nada y por lo general noticias atrasadas, semanas o hasta meses. Para platicar tenía que reunirse físicament­e. Hoy en un instante todos nos enteramos de la cacería de republican­os atacados de un demócrata terrorista con cerebro lavado por los grandes medios estadounid­enses. Lo malo vuela como las balas, lo bueno camina y muy despacio como la recuperaci­ón de los heridos.

Nadie espera que los gobiernos no tengan errores. Alarma en cambio, que crean que su deber es dosificar las soluciones. Insertar demoras a propósito es un gran crimen. ¿Cuánto tiempo pasará para que el Congreso se vuelva a ocupar del tema del fiasco de Pemex, por ejemplo?

Si sometemos al País al enfoque de las demoras, acortaríam­os el tiempo entre la detección de la falla, cualquiera que sea, y la instrument­ación de una mejor solución. Propongamo­s una revisión automática al término de año de una ley aprobada, para mejorar su eficacia, ya con la experienci­a real. También podemos incluir la inclusión obligada de la jurisprude­ncia para hacer una ley más clara.

La clase política no tiene prisa en sanear al País. Se benefician de las fallas que ellos producen. Partamos de que eso ya lo sabemos. Quizá haya que reemplazar­los a todos de la manera más rápida y eficaz posible. ¿Cuál será la demora para tomar acción?

El SAT, la justicia, la secretaría de Seguridad y de Turismo en Cancún, en general todo el Gobierno de arriba a abajo requieren hacer un mucho mayor esfuerzo por demostrar que están dispuestos a corregir errores sin demora alguna. Los ciudadanos debemos exigir celeridad para realizar los cambios positivos obvios.

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JAVIER LIVAS

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