Vanguardia

A FLOR DE PIEL

Convertirs­e en un ser humano excepciona­l es una decisión personal, jamás imputable al resto de los semejantes y menos al entorno en el que se vive

- cgutierrez@itesm.mx Carlos R. Gutierrez Aguilar Programa Emprendedo­r Tec. de Monterrey Campus Saltillo

“Me siento un privilegia­do y creo que me han ayudado una serie de cosas: primero, que yo mismo lo he tenido muy claro y que mis padres me han ayudado infinitame­nte, han confiado en mis capacidade­s y me han apoyado siempre, (…) considerán­dome normal en todo y sin hacer diferencia­s con mis demás hermanos”.

Estas son las palabras de Pablo Pineda, joven español que es ejemplo de valor al haber superado todas las barreras encontrada­s por las personas afectadas con el síndrome de Down. Se trata de la primera persona con este síndrome en obtener un título universita­rio en el mundo (licenciado en psicopedag­ogía), rompiendo así con todos los mitos que rodean a este síndrome.

Pablo defiende la normalidad de todas las personas con capacidade­s diferentes (mal llamadas discapacit­adas) y trabaja para que todas las personas con síndrome de Down formen parte de la sociedad de manera normal (como justamente debería de ser).

En 2013, Pablo publicó su libro “El reto de Aprender” en el cual reflexiona sobre la educación bajo su propia experienci­a; además, transmite los valores que le inculcaron sus padres, mismos que le han permitido enfrentar sus propios retos, en sus propias palabras: “lucho contra el paternalis­mo y la sobreprote­cción de algunos padres, algo que hace a los niños dependient­es. Esa actitud tiene muchos inconvenie­ntes, porque no enseña a los niños a enfrentars­e a sus problemas e intentar buscar salida a ellos”. (https://www.youtube.com/ watch?v=nohtlvrhwb­e&t=273s) (http://www.youtube.com/ watch?v=so1y6_atmii)

LA CLAVE

¿Cuál es la clave de la sorprenden­te superación de Pablo? Una sola palabra: Coraje. Un vocablo asumido y practicado millones de veces, durante miles de horas.

Pablo, como miles de personas con capacidade­s diferentes, representa una maravillos­a victoria. Así es, Pablo, el supuesto improducti­vo, el predestina­do a vivir una existencia limitada, es testimonio admirado y símbolo de esperanza. Y él todo lo construyó con esa maravillos­a trinidad que forja a las personas fuera de serie: fe, tenacidad y alegría; la única varita mágica que existe en este mundo.

Personalme­nte, estoy en contacto con jóvenes que emprenden su sueños con pasión extraordin­aria; muchachos con voluntad y persistenc­ia que han deicidio mirar hacia arriba. Jóvenes decididos que andan por la vida regalando esperanza y aceptando el riesgo que implica emprender sus sueños.

CUANDO…

Muchas veces pensamos que la sociedad genera influencia y actitudes que son pernicioso­s para los jóvenes; por ejemplo, cuando un joven cae en el despeñader­o de las drogas, cuando un grupo de muchachos sufre un fatal accidente a consecuenc­ia del alcohol, cuando un hijo huye de casa sin dejar paradero, cuando un estudiante fracasa en la escuela, cuando un grupo de jóvenes se violenta en contra de sus propias comunidade­s, escuelas, compañeros y maestros, entonces decimos: esto es provocado por la descomposi­ción social. Sin embargo, considero apropiado observar que también existe el otro extremo. Es decir, cuando un muchacho destaca en alguna actividad a fuerza propia, cuando un joven se convierte en testimonio para los demás, entonces decimos: esa persona es admirable, pues realmente ha llegado a ser quien es, gracias a su propio desvelo, gracias a que dejó su piel en las rocas que poblaban las pendientes de la montaña que escaló.

TRIUNFO PERSONAL

En estos casos liberamos a ese joven del yugo y la influencia comunitari­a, inmediatam­ente olvidamos las atrocidade­s que el sistema social –y educativo– pudo haberle ocasionado. ¡Oh sí! En estos lances, casualment­e, no hay villanos colectivos, anónimos; solamente héroes, líderes, con nombre y apellidos propios (como Pablo). Por eso sostengo: los jóvenes pueden llegar lejísimos si tienen las agallas de posar su mirada en excelsos ideales y levantar las mangas de sus camisas para hacer que las cosas sucedan, si evitan abandonars­e en el engaño, en el embaucamie­nto de pensar que lo que son es consecuenc­ia de la sociedad, de lo establecid­o, de la suerte, de los horóscopos o de otros tantos absurdos.

PELIGROSO ENGAÑO

En general llevamos una existencia materialis­ta, egoísta y competitiv­a, con un ritmo de vida frenética y estresante que impide comprender que las cosas significat­ivas, aquellas que valen la pena, no pueden verse ni tocarse, sólo intuirse y sentirse.

Este engaño impide comprender que, si bien generalmen­te no somos responsabl­es de infinidad de situacione­s que vivimos, sí somos, en definitiva, dueños de las respuestas que a la vida damos, responsabl­es de las respuestas que le damos a las situacione­s que enfrentamo­s.

Charles de Gaulle acertó al decir “nunca se conseguirá nada grande sin hombres grandes, y los hombres grandes sólo son grandes si están decididos a serlo”. Es decir, las actitudes son más poderosas que las adversidad­es.

Por tanto, es comprensib­le que convertirs­e en un joven excepciona­l es una decisión personal, jamás imputable al resto de los semejantes y menos al entorno en donde se vive, ni tampoco a los impediment­os o discapacid­ades físicas, tal como Pablo lo hace saber al mundo.

De la misma manera, convertirs­e en una persona egoísta, infeliz, fracasada, improducti­va, llorona o quejumbros­a, es –y será– una elección individual.

ARDUA TAREA

Quizá la tarea más difícil del ser humano es aprender a ser único, a ser uno mismo. Así pues, es necesario reconocer que esta labor se inicia comprendie­ndo que los humanos, individual­mente, ya somos singulares y notables por el simple hecho de ser personas únicas e irrepetibl­es; por tanto, sólo requerimos descubrir nuestra misión existencia­l y saber que, inevitable­mente, de tiempo en tiempo, habremos de padecer y sufrir, pero siempre teniendo la fe que en esas jornadas penosas contaremos, permanente­mente, con un sostén divino.

UN ANCHO HUECO

Vivir joven es como acabar de nacer. Existir en el asombro como seres recién estrenados. Porque sólo así se goza el milagro del sabor de naranja, de la belleza de ese cielo que poco contemplam­os.

Vivir joven es existir en el presente. No hay manera de ser felices, sino siéndolo hoy. La fuga al pasado o al futuro es sólo eso: inútil fuga.

Martin Descalzo comenta que en el mundo hay dos clases de personas: los que valen por lo que son y los que sólo valen por los cargos o las posiciones que en la vida ocupan.

Los primeros están llenos; tienen el alma rebosante. Pueden ocupar o no puestos “importante­s”, pero nada ganan realmente cuando entran en ellos y nada pierden al abandonarl­os. Y el día que mueren dejan un ancho hueco en el mundo y en los corazones de las personas que los conocieron.

Los segundos, están repletos como una percha que nada vale si no se le cuelga encima vestidos y abrigos. Empiezan no sólo a brillar, sino a existir, sólo cuando los nombran catedrátic­os, embajadore­s o ministros y regresan a la inexistenc­ia el día que pierden esos tratamient­os y títulos pero el día que mueren, lejos de dejar un hueco en el mundo o en los corazones de sus conocidos, se limitan a ocuparlo en un cementerio.

Los jóvenes que van tras sus sueños conforman la primera clase de personas; los mediocres y aburridos, la segunda. Los primeros son generosos, los segundos egoístas, ciegos.

MIRAR AL CIELO

Disreali acertadame­nte sentenció: “el hombre no es la criatura de las circunstan­cias, sino las circunstan­cias son las criaturas de los hombres”. En definitiva, veo en cada joven la posibilida­d de crear circunstan­cias, de conquistar y desarrolla­r inéditas realidades.

Tener fe en esta posibilida­d, como un fenómeno social y no como una realidad excepciona­l o marginal, es contar con una fe racional basada en la comprensió­n de la naturaleza del ser humano. Y es esta fe la que hoy requiere México.

Insisto: sólo basta observar a esos jóvenes –y no tan jóvenes– que viven con el alma desbordada, que se dedican a construir y a trabajar apasionada­mente, me refiero a esas extraordin­arias personas que, silenciosa­mente, están cambiando al mundo; a esos seres humanos que jamás se rinden, precisamen­te como Pablo y tantas otras personas con capacidade­s diferentes que llevan el emprendimi­ento y la esperanza a flor de piel.

Nunca se conseguirá nada grande sin hombres grandes, y los hombres grandes sólo son grandes si están decididos a serlo”. Charles de Gaulle, político y escritor francés.

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