Vanguardia

HACEN EL BIEN SIN MIRAR A QUIÉN

- JESÚS PEÑA

Que hermosa gente la del

campo y, sin mucho afán de particular­izar, diré que la del campo coahuilens­e.

Gente hospitalar­ia, sencilla, amable, sonriente, caritativa, porque a pesar de tener poco, da todo lo que tiene.

Incontable­s veces en mis travesías por algún ejido, rancho, comunidad o congregaci­ón, me he sentado a comer a la mesa de esas gentes alejadas de la civilizaci­ón y el progreso, porque ellos me han invitado.

Me han abierto las puertas de su casa y de su corazón, y de corazón yo he aceptado compartir el pan y la sal con ellas.

Que una sopita ranchera, que unos taquitos de papa, con tortilla de nixtamal recién hechas, que unos frijolitos de la olla, y me han sabido a gloria.

Me invitan y nunca digo que no, cuando por casualidad llego a una ranchería escurriend­o de sudor, con la piel tostada, agotado de buscar buenas historias, como un loco, como judío errante.

Lindos recuerdos, entra-

ñables recuerdos, tengo de esa gente, que hace el bien sin mirar a quién y no temen de meter en su casa a un caminante desconocid­o.

“Cuando se le ofrezca, aquí tiene sus casa”, me dicen y no es de dientes pa fuera, estoy seguro.

Conocer, convivir, saludar, charlar, con la gente de campo es lo más bonito que me ha pasado en la vida y no creo que ningún político pueda jactarse de tener tantos amigos en el campo, porque, para empezar, a ellos no les gusta aterrarse los zapatos y eso todo mundo lo sabe.

Al campo nomás van, y muy a güevo, en época de votaciones, después se olvidan

Entra uno en casa de estas gentes humildes del campo y se siente uno como en familia, deveras, porque así te hacen sentir.

Gente ávida de que la escuchen, de contar sus cuitas y sus alegrías.

Me gusta la gente del campo y el campo, que habla sin tapujos, sin dobleces, sin medias tintas.

Qué diferente la gente de la ciudad: desconfiad­a, huraña, malhumorie­nta, sin generaliza­r, claro, porque no son todos.

Pero ah qué bonita la gente del campo y cuando esté yo viejo, ¿más?, me gustaría irme a vivir al campo y morirme allá.

Morirme allá…

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