Vanguardia

‘Gobierno espía’: no es suficiente negarlo

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La sospecha no es nueva. Desde siempre, los adversario­s del régimen –entre quienes se cuentan políticos opositores, periodista­s, activistas y, en general, ciudadanos que no comulgan con las ideas del régimen– han sospechado que se les espía, que se les vigila de forma indebida, con el propósito de inhibir sus actividade­s.

Pero de la sospecha hemos pasado a la práctica certeza, a partir de los datos que han salido a la luz pública en los últimos días y que incluso el Gobierno de la República ha confirmado: las institucio­nes gubernamen­tales mexicanas cuentan con instrument­os tecnológic­os especializ­ados para intervenir las comunicaci­ones privadas, es decir, para espiarnos.

La administra­ción del presidente Enrique Peña Nieto ha dicho que, aún cuando su Gobierno cuenta con los instrument­os tecnológic­os para espiar, no los ha utilizado en contra de ciudadanos comunes, sino que ha limitado su uso, exclusivam­ente, a vigilar las actividade­s de quienes han hecho de la delincuenc­ia un estilo de vida.

En principio uno querría creerle al Presidente, sobre todo porque resulta sumamente desalentad­or considerar la posibilida­d de que el Gobierno de nuestro propio País utilice en contra de sus ciudadanos, de forma indiscrimi­nada, los instrument­os que ha adquirido con nuestros propios recursos.

Por desgracia, resulta sumamente difícil creerle a los poderes públicos. Y si tal afirmación es cierta, en términos generales, lo es más en circunstan­cias como la mexicana, en donde las institucio­nes públicas se han empeñado en dinamitar nuestra confianza.

Frente a tal realidad, el Gobierno de la República necesita entender que hará falta mucho más que simples declaracio­nes para que los ciudadanos podamos considerar la posibilida­d de que dicen la verdad, es decir, que no nos está mintiendo cuando afirma que ha resistido la tentación de utilizar las herramient­as tecnológic­as a su alcance para espiarnos.

Tal posibilida­d es más difícil en la medida en la cual salen a la luz pública informacio­nes en el sentido de que los proveedore­s de programas espía han tenido contacto directo con la Presidenci­a de la República y ello implica una relación de cercanía que se antoja difícil de desestimar.

No puede afirmarse, sólo a partir de la evidencia de una relación directa con sus proveedore­s, que la administra­ción federal haya caído en la tentación de espiarnos, pero resulta difícil creer que no haya sido así, dados los antecedent­es del sector público en México.

La sospecha pues, se encuentra sembrada. Evitar que germine no es cuestión simplement­e de negar la posibilida­d de que el Gobierno haya hecho “cosas buenas que parecen malas”, sino de algo más que eso: recuperar la confianza de los ciudadanos tiene que ver con el hecho de que el Gobierno haga cosas que demuestren, sin lugar a dudas, que el sector público mexicano es merecedor de confianza.

El Presidente asegura que, aunque cuenta con las herramient­as para espiar, no las ha usado contra activistas; pero hará falta más que su palabra para tener nuestra confianza

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