Seguridad en las calles
Circula en Internet un anuncio propagandístico para hacer conciencia a los automovilistas de no conducir si han bebido. Muestra a varios hombres de pie, colocados frente al espectador. Detrás suyo, diferentes vehículos. Existen varias versiones de este anuncio en distintos países: uno de Islandia; otro de Colombia, pero con una misma imagen, la cual muestra lo siguiente:
De pie, un taxista, un policía, el chofer de una ambulancia y el de una carroza funeraria. Detrás de ellos, entonces, los autos que cada uno conduce. Una leyenda compuesta de dos oraciones: “¿Has bebido? Decide quién te va a llevar”.
¿Hemos hecho en Saltillo, sociedad y Gobierno, una verdadera cruzada para evitar los accidentes de tránsito, muchos de ellos mortales? Ver este anuncio, a la par de la noticia del accidente automovilístico en el distribuidor vial del Sarape hace apenas unos días, y los que ocurren continuamente en nuestra ciudad, debiera habernos movido desde hace mucho tiempo a una reflexión seria y a decisiones firmes. El del Sarape fue un accidente provocado por el estado de ebriedad y el alto nivel de velocidad conductor.
¿Publicidad que lleve a la conciencia, como la mostrada en el inicio de estas líneas? ¿Retenes más rígidos en su actuar localizados en sitios estratégicos? ¿Una policía mucho mejor preparada y de verdad comprometida con este problema? ¿Foros de trabajo en los cuales participen autoridades, comerciantes, ciudadanos, empresarios, estudiantes, amas de casa, que deriven en soluciones viables, prácticas y confiables?
Quizá uno de los retos más difíciles a los que se enfrentará la nueva administración municipal sea, precisamente, el orden y la vigilancia estricta en este asunto que se ha ido complicando con el tiempo, no sólo por el crecimiento de la ciudad, sino por la decidida actitud de muchos ciudadanos de no acatar normas de convivencia ordenada y pacífica.
Es de notarse que tanto ciudadanos que transitan a pie, como automovilistas, incumplen cada vez con más frecuencia las reglas básicas de civilidad y urbanidad. No importa a cuáles de ellos nos referimos. Si les corresponde el papel de conductor, muchos no tendrán ningún problema en acelerar aunque se encuentre cerca un peatón o para ganarle el paso a otro automovilista; si le corresponde el de peatón, entonces será asimismo numeroso el grupo de quienes no se tomarán la molestia de mirar si se aproxima un auto presionado por el tráfico. En cambio, transitará tranquilamente por el arroyo de la calle, exponiéndose a un peligro de muerte incluso.
Resulta escandaloso que nos estemos acostumbrando a los accidentes automovilísticos en la ciudad. Resulta terrible que las noticias sobre ello no hagan mella en la ciudadanía ni en la autoridad.
Ocurre un accidente y las miradas se vuelcan momentáneamente hacia el lugar y las causas. Pero sólo momentáneamente. Se olvida pronto hasta llegar el nuevo que viene a desplazarlo. Y sin soluciones efectivas a la vista.
La inseguridad de la ciudad, apenas llega la oscuridad, es palpable y ante ello debemos asumir una posición más enérgica.
Si la nueva administración registra entre sus prioridades atender la problemática, sentará las bases de manera importante, trascendente, para que la indispensable relación armónica entre saltillenses ocurra ciertamente.
Es lógico pensar que las decisiones no serán fáciles de tomar, pero hay que afrontarlas porque no podemos vivir en una ciudad en donde continúe privando la actual inseguridad de las calles. Si se plantea una estrategia de fondo en la que participen en consultas los distintos grupos sociales y políticos; si se diseñan medidas adecuadas y viables; si se vigila que esas medidas vayan encaminadas a que de verdad surtan efecto; se capacita al personal; se mueve a una conciencia ciudadana identitaria, las cosas pudieran, en efecto, mejorar y convertir a esta ciudad en una urbe más segura.