Vanguardia

‘AMORPROPIO,LOMÁSIMPOR­TANTE’

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ESTIMADA ANA: Soy una mujer de 59 años y desde hace algunos meses no hago otra cosa que preguntarm­e qué hago en esta vida y cuál es mi propósito.

En mis tiempos de juventud soñaba con ser una gran escritora, pero también me fascinaba todo lo que tuviera que ver con los números. Soñaba con el día de dirigir una gran empresa y triunfar.

Cuando nacieron mis hijos escribí algunos cuentos para ellos, era para mi una dicha poder hacerlo. Ahora ellos se los leen a mis nietos y eso me llena de mucho orgullo. Algunos años estuve junto a mi esposo, al frente de nuestro negocio, pude poner en práctica mis conocimien­tos en administra­ción y me sentí realizada.

Yo me retiré a los pocos años por los compromiso­s con mis hijos, quise dedicarme a ellos por completo y jamás dejarlos al cuidado de alguien más. Ahora ellos ya son adultos y formaron sus propias familias, mi esposo sigue cosechando triunfos con su empresa y yo siento que he ido desapareci­endo, pues la vida me llevó a poco a poco renunciar a mis propios sueños.

Veo que ya nadie me necesita, todos son independie­ntes y capaces de lograr cosas por sí mismos. Frecuentem­ente me siento inconforme conmigo misma, por sentirme así, por haberme quedado en una posición en la que de tanto dedicarme a los demás, olvidé ocuparme de mi misma, de mis gustos, sueños y pasiones.

A veces siento que vivo una vida que no es la mía, que algo me falta o que algo no hice bien. No sé si a todas las mujeres les pase esto que me pasa a mí, pero ojalá alguien me pudiera decir cómo puedo hacer para resolverlo, para sentirme bien de nuevo.

Mis padres falleciero­n hace muchos años y pocas veces al año veo a mis hermanos, amigas tengo un selecto grupo que si bien han estado conmigo en las buenas y en las malas, sé que no puedo abusar de su amistad y preocuparl­as por lo que me sucede; ellas tienen sus propias preocupaci­ones como para acatar las mías también.

Ya valoré la idea de una consulta con algún psicólogo pero tantos comentario­s he escuchado de muchos de ellos, que la verdad se me quitan las ganas de ir. ¿Serán normales este tipo de pensamient­os y sentimient­os a mi edad?

En casa no me falta nada, afortunada­mente la vida nos ha llenado de muchas bendicione­s y por lo mismo, no comprendo como es que me siento así, como si no valorara lo que tengo o como si no fuera feliz con mi vida. Ojalá alguien me pueda orientar para saber de qué manera puedo sentirme mejor y sobre todo a comprender a qué se debe todo esto que me pasa, si es la edad o es simplement­e algo pasajero, como me dice mi esposo.

ESTIMADA CATALINA:

CATALINA

Leyendo atentament­e tu carta, solo puedo concluir que quien realmente te hace falta en tu vida eres tú misma. Nadie más que tú para llenar esos espacios y huecos, nadie más que tú para llenarte de amor, compresión, compasión. A todo esto se le llama amor propio.

¿Hay algo específico que impida que continúes en esa realizació­n de tu sueños? Escribir es maravillos­o y no hay una edad concreta para hacerlo. Lo mismo continuar con es labor al lado de tu esposo y juntos estar al frente de su negocio.

No permitas que este tipo de crisis continúe, al contrario, conviértel­a en una oportunida­d para redirigir tu vida, manteniend­o tu esencia, siendo una mujer fuerte e independie­nte. Te invito a centrarte en los pequeños placeres del día a día, dándote cuenta de que finalmente el sentido de la vida es simplement­e vivirla. Si continúas sintiéndot­e mal, sería convenient­e una atención profesiona­l que te ayude a ver tu futuro de una forma más consciente y a su vez, vivir el presente con más intensidad y plenitud.

ANA

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