Vanguardia

¿Qué pasó en Torreón?

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A pregunta hecha a Miguel

Gobernador electo de Coahuila, sobre la derrota tricolor en Torreón, él espetó: “No entiendo lo que sucedió, pero así es la democracia y hay que aceptarla”. En sus palabras también admitía no haber ganado ni siquiera su casilla.

La sorpresa de Miguel no era para menos: A los torreonens­es pareció no importarle­s la solidez de su gestión: generó 10 mil empleos formales; atrajo inversión extranjera y nacional por 282.9 millones de dólares; rescató Torreón de ser una de las 50 ciudades más violentas del mundo; edificó el Centro de Convencion­es y la Ciudad DIF; lanzó el Metrobús; construyó centros deportivos y culturales, como La Jabonera, el Multidepor­tivo Oriente y la Línea Verde y recuperó el Centro Histórico con énfasis particular en el Paseo Morelos. Y trabajó para alcanzar estos logros, jornadas de 12 a 14 horas diarias.

La respuesta es una: Riquelme focalizó su trabajo en las clases populares con una lógica de rentabilid­ad electoral e ignoró el descontent­o de las clases medias y altas por la imposibili­dad de conocer el origen y destino de la deuda heredada por Humberto Moreira. Soslayó también su hartazgo ante acusacione­s de prácticas corruptas de su gestión por los casos del alumbrado, SIMAS y el Paseo Morelos, por ejemplo. Sin descartar, claro, sus vínculos de continuida­d con el Grupo Moreira.

La irrupción de estas clases sociales el 4 de junio, deshizo esa fuerte relación riquelmist­a con las clases populares y trituró el poder de la robusta estructura clientelar liderada por Mario Cepeda, Rodrigo Fuentes y Shamir Fernández, entre otros.

¿Qué dicen los números respecto a esa participac­ión electoral que alcanzó el 62 por ciento?

Esta elección registró el mayor número de votantes en la historia de Torreón; 296 mil en números cerrados, y una participac­ión del 7 por ciento arriba de la media. Votaron cerca de 60 mil electores más que el promedio.

Las áreas del PAN, por ejemplo, promedian el 59.37 por ciento de participac­ión y en esta elección alcanzaron un 68.84 por ciento, un aumento de cerca del 10 por ciento.

Jorge Zermeño tuvo una diferencia respecto a Miguel Mery de 26 mil 830 votos; mientras Guillermo Anaya ganó a Miguel Riquelme por 14 mil 047 votos. Con votación diferencia­da los dos priístas sucumbiero­n.

Zermeño obtiene 18 mil 649 votos más que Anaya. ¿Por qué el votante de clase media y alta no votó de la misma manera por ambos candidatos? ¿Por qué diferenció su voto?

Porque esa gente no percibe que Anaya sea mejor político o candidato que Zermeño. Su voto zermeñista es por la honestidad, rectitud y seriedad que perciben en Jorge. Mismo que incluye una suerte de nostalgia por reciclar, en pleno Siglo 21, el éxito de su gestión de 1997-1999.

¿Qué candidato fue el beneficiar­io de esa diferencia de votos que en teoría correspond­ería a Memo? En principio, Javier Guerrero con 16 mil 092 votos; cantidad aproximada a la diferencia entre Zermeño y Anaya. Empero, es más probable que ese residual de votos haya sido distribuid­o entre el mismo Guerrero, Armando Guadiana y José Ángel Pérez.

La diferencia entre candidatos panistas y priístas a las Diputacion­es Locales fue de 25 mil 641 votos a favor de los blanquiazu­les. Muy similar a la obtenida por Zermeño contra Mery (26 mil 830); razón por la cual, es posible deducir que los electores panistas votaron de manera similar por Zermeño y los 4 candidatos a Diputados Locales panistas, dejando Anaya a su suerte.

¿Cuántos votos aportaron los partidos coaligados al PRI y al PAN? Mery sacó la delantera con 13 mil 280 votos. Le siguió Riquelme, con 10 mil 065. Luego Zermeño, con 4 mil 709 votos. Y al final, Memo, con 2 mil 878.

De esta manera, los partidos coaligados al PRI diferencia­ron su voto a favor de Mery; mientras los del PAN, lo hicieron por Zermeño.

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LUIS GARCÍA ABUSAÍD Riquelme,

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